El nombre que se anuncia en Isaías (Emmanuel) es el nombre profético de Cristo, y el nombre de Jesús es su nombre propio y personal.
Por: P. Miguel Ángel Fuentes, I.V.E. | Fuente: El
Teólogo Responde
¿POR
QUÉ SI EL ÁNGEL "INSTRUYE" PARA QUE AL MESÍAS SE LE LLAME EMMANUEL
NUNCA SE LE LLAMÓ ASÍ A JESÚS?
Con dos versículos de diferencia, San Mateo indica dos de los nombres que
recibirá el Niño nacido de la Virgen: Le pondrás
por nombre Jesús... Se le pondrá por nombre Emmanuel (Mt 1,21.23).
Como dice Manuel de Tuya, O.P., no hay oposición entre ambos nombres, “porque el nombre que se anuncia en Isaías (Emmanuel) es
el nombre profético de Cristo, y el nombre de Jesús es su nombre propio y
personal. El nombre profético sólo indica lo que significará para los hombres,
en aquel momento, el nacimiento de este niño. Será “Dios con nosotros” de un
modo particular. Así, se lee en el mismo Isaías, cuando dice a Jerusalén:
‘Desde ahora te llamarás ciudad del Justo, ciudad Fiel’ (Is 1,26), no porque
hubiese de llamarse así materialmente, sino porque tenía desde entonces una
cierta conveniencia a causa de la purificación que en ella haría Yahvé. O, como
dice a este propósito San Jerónimo, ‘significan lo mismo Jesús que Emmanuel, no
al oído, sino al sentido’” (Profesores de Salamanca, “Biblia Comentada”, tomo
II, B.A.C., Madrid 1964, p. 30).
1. EMMANUEL
Expresa la naturaleza, la personalidad del Hijo de María. El nombre se contiene
en la profecía que Isaías proclama ante el desconfiado Acaz, cinco siglos antes
del advenimiento del anunciado en ella: He aquí que
una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y llamarán su nombre Emmanuel, Dios
con nosotros (Is 7,14). “Emmanuel”: Dios con
nosotros. Jesús es Dios; el Dios adorable que hizo el cielo y la tierra,
que gobierna los astros y a quien sirven los ángeles. Pero sin dejar de ser
Dios ni perder su Gloria, se “hunde” en
nuestra historia y en nuestro mundo para convivir con los hombres que Él ha
creado, con la hechura de sus manos: Se hizo ver en la tierra y conversó con
los hombres (Ba 3,38). Emmanuel expresa quién es el que nace: es Dios que se
hace carne. Por eso el ángel dijo a María: lo que
nacerá de ti será santo, será llamado Hijo de Dios (Lc 1,35).
2. JESÚS
Le pondrás por nombre Jesús porque Él salvará a su pueblo de sus pecados (Mt
1,21). Tales las palabras del ángel a José. Este nombre expresa la misión del
Hijo de Dios al encarnarse. Revela el motivo de la encarnación. Jesús en lengua
hebrea se dice Yehoshuah y quiere decir Yahvéh salva, Dios salva; quiere decir,
pues, Salud-dador. El que viene a dar la salud al alma, que es donde mora la
enfermedad del pecado. ¿Quién puede perdonar los
pecados sino Dios?, se preguntan los enemigos de Cristo, escandalizados
no sólo porque ha curado a un paralítico en Cafarnaúm sino, especialmente,
porque se ha anunciado la remisión de sus pecados (cf. Mc 2,7). Han entendido
que de esta manera se iguala a Dios, y no se equivocan: sólo Dios puede perdonar los pecados de los hombres. Por eso
los perdonaba Cristo, porque era Dios, y para eso se había encarnado. Esto es
lo que nos revela con su nombre. Muchos hebreos se llamaron Jesús por
casualidad, decía Maldonado en el siglo de oro español, “Cristo, en cambio, por determinado consejo, no humano sino divino.
Aquellos que lo llevaron antes que Él no fueron verdaderos salvadores, y Cristo
lo es más todavía de lo que el hombre acierta a significar. Para ellos era
nombre común y vulgar; para Cristo fue peculiar y, según el profeta había
predicho, propio y singular, porque de la manera que de Cristo se dijo, a nadie
le conviene más que a Él, ya que no hay en otro alguno salud” (Juan de
Maldonado, Comentarios a San Mateo, B.A.C., Madrid 1950, p. 133).
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