EL CARDENAL PELL PASÓ LA NAVIDAD DE 2019 EN LA CÁRCEL Y PIDE QUE SE RECE POR LOS PRESOS, CULPABLES O INOCENTES, QUE PASARÁN LA DE ESTE AÑO EN LAS MISMAS CIRCUNSTANCIAS.
"La Navidad pasada estaba en la cárcel de Melbourne (Australia) por
un delito sexual que no había cometido. Durante los 404 días que pasé en dos
cárceles, nunca pude celebrar misa; recibía la comunión solo una vez
por semana gracias a una religiosa maravillosa, encargada de la capellanía
católica de la prisión. No pude recibir la comunión el día de Navidad,
aunque tuvimos una buena comida navideña al estilo inglés, pavo y pastel de
ciruelas, y pude desear ¡Feliz Navidad! a los guardias".
EN
NAVIDAD, NO OLVIDEMOS A LOS PRESOS
Un duro
resumen en pluma de un sacerdote, más si es cardenal de la Iglesia, como George
Pell, condenado pese a
las abrumadoras demostraciones de imposibilidad material de haber cometido el
crimen del que se le acusaba.
Liberado
en abril y con sus Diarios de
la prisión recién publicados, hace estas reflexiones en un artículo que publica
Asia News,
donde recuerda la "doble amargura" que le produjo no poder escuchar las voces de los
dos coros de amigos que acudieron a cantarle canciones navideñas a la puerta
del centro penitenciario.
El
30 de septiembre, el cardenal Pell regresó a Roma y fue recibido por el Papa,
quien le agradeció su testimonio en prisión.
"Por eso, en la libertad que vivo aquí en Roma, tan tristemente
vacía de peregrinos, en esta época navideña pienso de manera especial en los
que están en la cárcel, separados de las personas que aman, tanto si están allí
por un justo castigo, o porque luchan por la libertad, o porque son
perseguidos por pertenecer a algún grupo religioso o social. Incluso
en el mejor de los sistemas hay presos inocentes en la cárcel",
recuerda Pell, "y allí donde los sistemas son corruptos, o donde
hay opresión o persecución sistemática, hay muchos presos inocentes que sufren.
Debemos
rezar ante todo por ellos, en este tiempo en el que pedimos por la
'paz en la tierra para los hombres de buena voluntad'".
EL
PROGRESO Y EL FINAL DE LOS TIEMPOS
Las
consideraciones del purpurado australiano sobre la Navidad inciden en la
peculiaridad del cristianismo en la historia por introducir la
idea de progreso y de fin de la Historia.
E insiste, a la vista de la apostasía generalizada en los países de cultura
europea, en que no es una religión esencialmente occidental.
"El cristianismo ha tenido una fuerte presencia en el mundo
occidental durante 1000 años por lo menos, cuando se convirtió la antigua
Rusia; e incluso antes en Italia, Grecia, Francia y España desde la época de Constantino,
el primer emperador cristiano del Imperio Romano, quien en 313 d.C. garantizó
la libertad religiosa a esta minoría perseguida. Pero el cristianismo no es una
religión occidental", asegura.
De hecho,
durante un tiempo Oriente Medio y todo el norte de África fueron cristianos. Y
sobre todo, "el cristianismo nació en la
tierra del pueblo judío. Por esto, los cristianos reverenciamos al Dios de Abraham,
de Isaac, de Jacob y de Moisés, que es
también el Padre del Niño Jesús, nuestro Señor".
La Jerusalén de tiempos de Cristo era una ciudad sagrada pero no
una de las grandes capitales del mundo, sino situada en una de las provincias
del Imperio Romano: "Era orgullosamente judía,
aunque influida por el pensamiento y la técnica griegos, y hostil a la Roma de
Occidente".
El gran
cambio que había introducido en la cultura el pueblo elegido a través de la
Revelación "está contenido en la fiesta de la
Navidad". Los judíos habían roto con la idea griega o hinduista de
que la vida "recorre un círculo sin fin",
la "rueda del eterno retorno", estableciendo una "flecha del
tiempo en la idea de la historia de la salvación, porque
esperaban y siguen esperando al Mesías".
"A partir de esta teoría del movimiento hacia adelante", continúa Pell, "se
desarrolló la noción occidental de progreso, y naturalmente, cuando el Niño
Jesús creció, enseñando y salvando (con su muerte y resurrección), también nos
señaló los últimos días, su segunda venida al final de los tiempos, para el
juicio final".
Por eso
la Navidad es "la fiesta de la
esperanza". Cristo fue recibido por igual por sabios y pastores,
porque "vino a traernos una manera de vivir
que no
es solamente una teoría, que no sólo es accesible para los más
instruidos... El Hijo de Dios recién nacido nos señala los últimos tiempos,
cuando todo será bueno, en el cielo, donde no hay cárceles, ni presos, ni
covid".
C.L. / ReL
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