La Iglesia en Chile comenzó el domingo 8 de noviembre el Mes de María, tiempo lleno de expresiones de amor a la Madre de Jesús, pero que este año se realiza en un contexto distinto debido a la pandemia del coronavirus.
A diferencia de la mayoría de los países que lo celebran en mayo, en
Chile debido a las bajas temperaturas y como una forma de preparar el dogma de
la Inmaculada Concepción, el mes de María se trasladó a los dos últimos meses
del año.
Este cambio fue propuesto en 1854 por el Obispo Auxiliar de Santiago,
Mons. Joaquín Larraín Gandarillas.
Este período primaveral del año es para miles de devotos ocasión de
demostrar su amor a María con expresiones de fe que van desde la confección de
altares, la oración comunitaria, Rosarios comunitarios, procesiones, entre
otras iniciativas.
Sin embargo, para resguardar la salud de las personas y siguiendo las
instrucciones sanitarias, se han restringido las aglomeraciones y
manifestaciones masivas al interior de las iglesias y en algunos casos se han
organizado distintos encuentros de oración y formación.
En la Arquidiócesis de Concepción se
realizarán espacios de formación sobre la Virgen María los días 11, 18, 25 de
noviembre y 2 de diciembre; retiros en casa los sábados 14, 21,28 de noviembre
y 5 de diciembre; entre otras actividades.
El movimiento de Schoenstatt
en la Diócesis de Arica alienta la oración del Mes de María a las
9:00 p.m. de cada día.
Desde la Arquidiócesis de
Santiago, el Santuario de la Inmaculada Concepción del
Cerro San Cristóbal, el Santuario de Nuestra Señora de Lourdes rezarán cada día
en forma presencial con un aforo máximo de 100 personas al aire libre.
La Conferencia Episcopal de Chile realizó un especial web que
contempla oraciones para
cada día del mes, pautas para la lectio divina, letanías, información sobre
santuarios marianos y una sección dedicada a los niños.
En tanto, la Diócesis de Linares organizó la oración en forma online
para todos los días de noviembre a las 8:00 p.m. desde su cuenta de Facebook.
De igual forma lo realizará la Diócesis de Temuco a las 7:30 p.m.
Las dos oraciones compuestas por el P. Rodolfo
Vergara Antúnez y que tradicionalmente se rezan estos días son:
Oración inicial del Mes
de María
¡Oh, María!, durante el bello mes que te está
consagrado, todo resuena con tu Nombre y alabanza. Tu Santuario resplandece con
nuevo brillo y nuestras manos te han elevado un trono de gracia y de amor,
desde donde presides nuestras fiestas y escuchas nuestras oraciones y votos.
Para honrarte, hemos esparcido frescas flores a tus
pies y adornado tu frente con guirnaldas y coronas. Mas, ¡oh, María!, no te das
por satisfecha con estos homenajes; hay flores cuya frescura y lozanía jamás
pasan y coronas que no se marchitan. Éstas son las que Tú esperas de tus hijos,
porque el más hermoso adorno de una madre es la piedad de sus hijos y la más
bella corona que pueden poner a sus pies es la de sus virtudes.
Sí, los lirios que Tú nos pides son la inocencia de
nuestros corazones. Nos esforzaremos pues, durante el curso de este mes
consagrado a tu gloria, ¡oh, Virgen Santa! en conservar nuestras almas puras y
sin mancha, y en separar de nuestros pensamientos, deseos y miradas, aun la
sombra misma del mal.
La rosa, cuyo brillo agrada a tus ojos es la
caridad, el amor a Dios y a nuestros hermanos. Nos amaremos pues los unos a los
otros como hijos de una misma familia cuya madre eres, viviendo todos en la
dulzura de una concordia fraternal.
En este mes bendito, procuraremos cultivar en
nuestros corazones la humildad, modesta flor que te es tan querida y con tu
auxilio llegaremos a ser puros, humildes, caritativos, pacientes y
esperanzados.
¡Oh, María!, haz producir en el fondo de nuestros
corazones todas estas amables virtudes, que ellas broten, florezcan y den al
fin frutos de gracia, para poder ser algún día dignos hijos de la más Santa y
de la mejor de las madres.
Amén.
Oración final del Mes
de María
Oh María, Madre de Jesús, nuestro Salvador y
nuestra buena Madre. Nosotros venimos a ofrecerte con estos obsequios que
colocamos a tus pies, nuestros corazones, deseosos de agradarte y a solicitar
de tu bondad un nuevo ardor en tu santo servicio.
Dígnate presentarnos a tu Divino Hijo, que en vista
de sus méritos y a nombre de su Santa Madre, dirija nuestros pasos por el
sendero de la virtud. Que haga lucir con nuevo esplendor la luz de la fe sobre
los infortunados pueblos que gimen por tanto tiempo en las tinieblas del error;
que vuelvan hacia Él y cambie tantos corazones rebeldes cuya penitencia
regocijará su corazón y el tuyo. Que convierta a los enemigos de su Iglesia y
que en fin encienda por todas partes el fuego de su ardiente caridad. Que nos
colme de alegría, en medio de las tribulaciones de esta vida, y de esperanza para
el porvenir.
Amén.
Redacción ACI Prensa
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