lunes, 2 de noviembre de 2020

LOS ORÍGENES DE NUESTRO CREDO

Por las herejías de un Sacerdote de nombre Arrio, surge una discusión que daría como resultado nuestro credo.

Por: Alonso Ramírez | Fuente: Catoliscopio.com

El concilio de Nicea, si bien no fue el primer concilio que hubo en la historia, si fue el primer concilio ecuménico de todos. Se dio en el año 325 en el pueblo de Nicea, que se encuentra en lo que es la actual Turquía.

EL ORIGEN DEL CONCILIO

Este concilio fue promovido principalmente por las divisiones que se estaban presentando, principalmente en la iglesia de Alejandría donde un sacerdote de nombre Arrio, fundamentaba una teoría que iba a ser trascendental en la historia de la iglesia. El arrianismo defendía que Jesús prácticamente no era eterno, que Dios en su momento estuvo solo y luego creó a Jesucristo. Esta teoría si bien no fue iniciada por Arrio, si fue él uno de sus mayores expositores y quien la intensificó.

LA RESPUESTA DE ALEJANDRO ANTE ARRIO

Cabe rescatar que en este concilio, Arrio fue participe y defendió su credo ante el sínodo de obispos presentes, donde los principales detractores del arrianismo fueron Alejandro de Alejandría y Atanasio de Alejandría, quienes defendían que Cristo es verdadero Dios y verdadero hombre.

Luego de unos meses, sale de este concilio el hecho de nuestra fe, nuestro credo que domingo a domingo es proclamado en la Eucaristía, donde proclamamos a Jesús como hijo único de Dios, engendrado y no creado.

LA MEJOR FÓRMULA PARA EXPRESAR NUESTRA FE

Este credo para el año 381 fue aclarado de una mejor fórmula en el concilio de Constantinopla, donde aún había en el aire secuelas del arrianismo y una nueva herejía que mencionaba que el Espíritu Santo no tenía la misma divinidad que el Padre y el Hijo. De este concilio se proclama “Creo en el Espíritu Santo, Señor y dador de vida, que procede del Padre y del Hijo y que recibe un mismo honor y gloria”.

Con esto finaliza el acto de proclamación que ha sido la base de nuestra fe por tantos siglos, como es el Credo Niceno-Constantinopolitano, que fue proclamado desde los inicios apostólicos, donde cada uno de sus defensores fueron tan cercanos a estos hombres que fueron discípulos directos de Jesucristo verdadero Dios, verdadero hombre.

¿POR QUÉ EXISTEN DOS CREDOS?

El símbolo de los Apóstoles y el de Nicea-Constantinopla ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia.

Por: Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María | Fuente: corazones.org

El Catecismo de la Iglesia nos explica por qué tenemos un Credo (Rf. 185-197). Desde su origen, la Iglesia apostólica expresó su fe en formulas breves y normativas para todos, quiso recoger lo esencial de su fe en resúmenes orgánicos y articulados, destinados sobre todo a los candidatos al bautismo.

Esta síntesis de fe no ha sido hecha según opiniones humanas, sino que se ha tomado de toda la Escritura lo más importante, para dar en su integridad la única enseñanza de la fe. A esta se le llama "profesión de fe", y también se le llama Credo, ya que la primera palabra en ella es "Creo". Se les denomina igualmente "símbolos de la fe".

A lo largo de los siglos, en respuesta a las necesidades de diferentes épocas, se han elaborado numerosos símbolos de nuestra fe, por ejemplo:

-Los símbolos de las diferentes Iglesias apostólicas y antiguas.
-El llamado símbolo de San Atanasio
-La profesión de fe de ciertos Concilios como los de Toledo, Letrán, Lyón, Trento, o de ciertos Papas como la "Fides Damasi" o "El credo del pueblo de Dios, del Papa Pablo VI"

Ninguno de estos símbolos compuestos en diferentes etapas de la vida de la Iglesia puede ser considerado como superado o inútil. Nos ayudan a captar nuestra fe a través de los diversos resúmenes que se han hecho.

Ahora paso a contestar la pregunta, sobre el por qué de los dos que usted conoce y su diferencia:

Entre los símbolos de la fe dos ocupan un lugar muy particular en la vida de la Iglesia, estos son: El símbolo de los Apóstoles y El Símbolo de Nicea-Constantinopla.

El Credo de los Apóstoles o Símbolo de los Apóstoles, es el corto, es llamado de los apóstoles porque es considerado con justicia como el resumen fiel de la fe de los apóstoles. Es el antiguo símbolo bautismal de la Iglesia Romana. Su gran autoridad proviene del hecho de que es el símbolo que guarda la Iglesia Romana, la que fue sede de Pedro, el primero de los apóstoles, y a la cual él llevó a la doctrina común.

El Credo de Nicea-Constantinopla, es más largo por ser
más explícito y lo rezamos todos los domingos en la Misa. Debe su gran autoridad al hecho de que es fruto de los dos primeros Concilios ecuménicos, como su nombre lo indica respectivamente Concilio de Nicea año 325 y el Concilio de Constantinopla año 381. Sigue siendo hoy el símbolo común de todas las Iglesias de Oriente y Occidente.

Recitar con fe el Credo es recordar nuestro Bautismo y entrar en comunión con Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo, es también entrar en comunión con toda la Iglesia que nos transmite la fe y en el seno de la cual creemos.

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