El Papa Francisco afirmó que la “melancolía negativa” ante un ser querido fallecido que lleva a pensar que “todo termina con la muerte” es “un sentimiento alejado de la fe”.
Se trata de un sentimiento “que se añade al
miedo humano de tener que morir” y del que, reconoció, “nadie puede decir que es completamente inmune”.
Por ello, “ante el enigma de la muerte”, invitó
a todos, también a los creyentes, a “convertirse
continuamente”.
El Pontífice expuso esta enseñanza este jueves 5 de noviembre durante la
Misa en sufragio por los Cardenales y Obispos difuntos en el curso de este año,
que presidió en el altar de la Cátedra de la basílica de San Pedro del
Vaticano.
En su homilía, el Papa reflexionó sobre las palabras de Jesús: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí,
aunque haya muerto, vivirá; y el que está vivo y cree en mí no morirá para
siempre”.
Francisco explicó que esa revelación de Cristo interpela a todos: “Estamos llamados a creer en la resurrección no como una
especie de espejismo en el horizonte, sino como algo que está presente y nos
involucra misteriosamente ya desde ahora”.
Sin embargo, esa fe en la resurrección no quita importancia al “desconcierto” humano que se experimenta ante la
muerte. El mismo Cristo, recordó el Papa, ante la muerte de su amigo Lázaro, “no sólo no ocultó su sentimiento, sino que incluso se
echó a llorar”.
El Santo Padre insistió en que “al rezar por
los cardenales y obispos que han fallecido durante este último año, pedimos al
Señor que nos ayude a considerar su parábola existencial de la manera
correcta”.
“Le pedimos que disuelva esa melancolía negativa
que a veces nos penetra, como si todo terminara con la muerte. Es un
sentimiento alejado de la fe, que se añade al miedo humano de tener que morir,
y del que nadie puede decir que es completamente inmune”.
Por esta razón, “ante el enigma de la
muerte, incluso el creyente debe convertirse continuamente. Cada día estamos
llamados a ir más allá de la imagen que instintivamente tenemos de la muerte
como aniquilación total de una persona; a trascender lo evidente, los
pensamientos sistemáticos y obvios, las opiniones comunes, a encomendarnos
enteramente al Señor”.
“Recordemos, pues, con gratitud el testimonio de
los cardenales y obispos difuntos que vivieron en la fidelidad a la voluntad
divina; recemos por ellos, tratando de seguir su ejemplo”, concluyó el Papa Francisco su homilía.
Redacción ACI Prensa
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