viernes, 13 de noviembre de 2020

EL 13 ¿ES DE MALA SUERTE?

Hay quienes se aprovechan de esa falsa creencia y logran embaucar a otros basándose en sus supersticiones.

Por: Germán Sánchez Griese | Fuente: Catholic.net

¿Has visto alguna vez la cara de felicidad de los que se sacan la lotería? ¿O cuando alguien recibe una casa o un coche en uno de esos sorteos que se anuncian por televisión y radio? Sin ir más lejos, ¿cómo te has sentido cuando en la tómbola de tu parroquia sales premiado con aquel regalo que tanto deseabas? ¿Suerte, superstición, magia, coincidencia, carambolas?

Asignarle buena o mala suerte a un número, concretamente al número 13, es estar hablando de una superstición y si comenzamos a hablar de supersticiones, hay muchas: En día 13, ni te cases ni te embarques. Pensar en un viernes 13 para muchas personas es sinónimo de desgracias seguras. Romper un espejo trae consigo la mala suerte durante siete años. Pasar debajo de una escalera trae mala suerte.

Una superstición no es otra cosa que “asignarle presuntas fuerzas o poderes contenidos implícitamente a ciertos objetos y que con un gesto o una actitud pueden hacerse activos para alcanzar la felicidad o la desgracia”. (Diccionario del cristianismo. A. Morian).

Todas las cosas, los números incluso, han sido creadas por Dios y Dios les ha fijado a cada una de ellas una función muy determinada, por eso se llaman criaturas. Nosotros debemos respetar y alegrarnos con todas esas criaturas y, cómo dice San Ignacio de Loyola en sus Ejercicios Espirituales “usar de ellas tanto en cuanto nos ayuden para alcanzar a Dios” (Sn. Ignacio de Loyola. “Libro de los Ejercicios Espirituales”).

Lo que hacemos cuando le damos a las cosas un valor que no tienen en sí o esperamos de ellas una función para la cual no fueron creadas, estamos cayendo en una superstición, es decir, estamos usando las cosas en una forma equivocada, en una forma que no es la que Dios ha dispuesto.

La suerte, o más bien dicho, la casualidad, puede existir: “me tropecé con el escalón y me fracturé un hueso”, o bien, “estaba caminando por la calle y me encontré una moneda”. Eso es una casualidad. Pero decir que me fracturé un hueso porque era día 13 y ese número es un número de mala suerte, eso sí que es una superstición, pues le estás atribuyendo al número 13 una función que no le corresponde.

Muchos hombres llegan a perder poco a poco su fe por atribuirle propiedades a cosas que no las tienen. Hay quienes además, se aprovechan de esa falsa credibilidad y logran embaucar a otros, basándose en sus supersticiones: son aquellos que piensan adivinar el futuro leyendo las cartas, los horóscopos o el agua.

Yo te recomiendo estar tranquilo. Confiar en Dios, pues como dice el salmo:
“En su mano están las honduras de la tierra,
y suyas son las cumbres de los montes; suyo el mar, pues Él mismo lo hizo y la tierra firme que sus manos formaron” (Ps. 94, 4-5).

¡CUIDADO CON LAS CADENAS DE ORACIÓN!

¿Qué nos dice la Iglesia con respecto a este tema?

Por: Redacción | Fuente: Católico Defiende tu Fe

¿A quién de nosotros no nos ha llegado alguna “cadena”, ya sea en nuestro correo, Facebook, o actualmente hasta por WhatsApp? Con esos mensajes que nos prometen dinero, milagros, buenas noticias o en caso de no mandarlo algún terrible castigo.

Muchos que aseguran no creer, lo llegan a compartir: "por si las dudas”. Pero lo que no saben muchos católicos con escasa preparación, es que esto es incompatible con la enseñanza de la Iglesia Católica, y no son sólo las "cadenas", sino también otras muchas prácticas y supersticiones que a menudo demostramos.

Una de las ofensas que hacemos a Dios, es quitarle a Él nuestra total y plena confianza, poniéndola en una imagen de Facebook, mensajes en cadena. Cabe destacar que esto es solo superstición, y ¿Qué es superstición? Según la Real Academia Española: es una creencia extraña a la fe religiosa y contraria a la razón, o una fe desmedida o valoración excesiva respecto de algo. Es decir, la superstición es contraria a la fe.

Según la Iglesia, la superstición es la desviación del sentimiento religioso y de las prácticas que impone, cada vez que atribuimos un “milagro” al hecho de compartir una publicación de Facebook, mensaje, correo, o a que ese día llevábamos puesta nuestra medalla de la suerte de la virgencita de Guadalupe; restándole importancia a quien abre los mares y es el único que realiza milagros, o sea, Dios.

Esta es una de las ofensas más graves que le podemos hacer a Dios. Siempre que compartes ese tipo de cadenas, contribuyes a difundir la superstición y ignorancia. Cada vez que compartes una cadena, pecas y haces caer en pecado a los demás.

Dios, que es la fuente de la misericordia, nos perdona estas faltas de fe, de confianza e infidelidades. Pero nuestro deber como auténticos cristianos católicos, es confiar ciegamente en Él, entregándole nuestra voluntad, y dejando que guíe nuestras vidas. Esto se logra con la oración, con el estudio de la Biblia, la palabra de Dios, escuchándola y sobre todo practicándola.

Artículo publicado originalmente en CatolicoDefiendeTuFe.org

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