Los detractores del Papa Francisco dividen al catolicismo, hasta exigen a veces que se tome partido.
Por: Salvador I. Reding Vidaña | Fuente:
Catholic.net
¿De quiénes se trata? De las personas, básicamente miembros de la Iglesia Católica,
que piensan, hablan y escriben contra el Papa Francisco; están en contra suya y
de paso, por necedad no pensada, en contra del Papa Emérito Benedicto XVI. Y
detrás de todo ello, necesariamente también, en contra del Espíritu
Santo. Veamos.
Para comenzar, los
alegatos sobre una supuesta invalidez de la elección papal del cardenal
Bergoglio, carecen totalmente de fundamento, pues se apegó estrictamente a lo
dispuesto por la legislación de la Iglesia y de su tradición. Lo que alegan es
en verdad improcedente, pero se niegan a confrontar sus acusaciones con el
Derecho Canónico y con los acontecimientos tal como sucedieron.
Y lo peor de todo,
respecto a su elección legítima, es que hacen a un lado, también neciamente, la
seguridad absoluta que tenemos de que tal como lo prometió, Jesús siempre,
siempre, y sin pausas u omisiones está con su Iglesia. Y que el Espíritu Santo
nunca, pero nunca, ni aún en los más críticos conflictos humanos que haya
habido en la Iglesia, ha dejado de inspirarla, de protegerla.
Humanamente hablando,
cuando insisten frente a la evidencia que el único Papa es Benedicto XVI, en
automático están en su contra. Si alguien reconoce como válida su propia
renuncia al obispado de Roma y por tanto a la Silla de Pedro, es precisamente
Joseph Ratzinger, y el derecho eclesial a elegir a un sucesor.
Y tras el ejercicio de
su canónico derecho a renunciar, reconoce como perfectamente apegado al Derecho
el cónclave que eligió al cardenal Bergoglio como nuevo Papa. Si fuera falso,
ilegal, ilegítimo el resultado del cónclave, significaría que el Espíritu Santo
habría estado ausente, para inspirar a los cardenales electores. Y pensar así
es desconfiar del Santo Espíritu.
Se ha acusado al Papa
Bergoglio de muchas infamias, ninguna comprobable, todas ellas torciendo sus
palabras o inventándole dichos jamás expresados. Se le ha acusado de blasfemia
sin dar un solo caso, torcidamente interpretando lo que ha dicho o hecho. Quizás
el caso más ridículo es afirmar que el haber permitido que se presentaran en el
Vaticano las tales Pachamamas… ¡las había adorado! Se
le ha acusado también de debilidades humanas, temperamentales, pero se olvidan
que Jesús mismo reclutó como apóstoles a hombres con todas sus debilidades
humanas, sin que ello afectara la misión que les encomendaba.
Las acusaciones de
herejías contra el Papa Bergoglio, que dicen están en sus encíclicas, no pueden
probarlas como tales, al considerar los dichos como herejías, hacen sus muy
personales interpretaciones, y no pueden demostrar que textualmente existen
tales herejías. ¿Qué el Espíritu Santo abandona a
la cabeza de la Iglesia? No. Una herejía va directamente en contra de la
Fe, y en esa materia, la acción del Espíritu no falla.
De paso, los cardenales
de la “dubia”, lo que han hecho solamente es
confrontar al Papa Francisco sobre partes del contenido de su encíclica Laudato
Sí. Un cardenal chino prácticamente en
solitario acusa al Papa de traicionar a la Iglesia con el gobierno comunista
chino, sin indagar la verdad en la búsqueda del “mal
menor”. Y así las cosas en otros ataques y afrentas.
Hay algo muy
significativo en este antipapismo (anti-Bergoglio y de paso anti-Ratzinger), y
es que quienes están en contra de Francisco como Papa, son unos cuantos
cardenales, obispos, sacerdotes y laicos. Sí, sólo unos cuantos y son
obsesivamente seguidos por católicos que se niegan siquiera a reflexionar sobre
la defensa que se hace de estos papas (actual y emérito), para decidir si están
equivocados o no. Al menos no se ve esto cuando atacan al Papa Francisco y lo
denigran, ignoran los llamados a la cordura y a la fidelidad al Espíritu Santo,
sin siquiera hacer una razonable confrontación de posiciones.
Y pensemos, ¿realmente más de mil millones de católicos, encabezados
por sabios obispos, teólogos y estudiosos de la Iglesia, estamos equivocados, y
no nos asiste el Espíritu Santo sobre la Verdad? ¿Somos el conjunto de la
Iglesia de Cristo tan, pero tan bobos como para vivir engañados, por falta de
la guía del mismo Espíritu Santo? Si no fuera algo tan grave, sería de
dar risa pensar así.
La Iglesia como tal, con
sus obispos, de Roma y demás, con el colegio cardenalicio el cuerpo
presbiterial, las congregaciones religiosas, con sus teólogos, sus
universidades y escuelas de Teología y Derecho, sus organizaciones seglares y
esos millones y millones de laicos, no hemos sido abandonados por el Espíritu
Santo. Esto deben de reflexionar quienes, al infamar al papado, se ponen en
contra de Dios mismo y del lado del demonio.
El Papa Francisco hace
grandes esfuerzos por unir a la Iglesia, y por unir fuerzas con otras
congregaciones e iglesias cristianas, y de llevarla bien con otras religiones,
por la paz de mundo, mientras que sus detractores lo que hacen es dividir al
catolicismo, buscar, hasta exigir a veces, que se tome partido, en especial
partido contra la cabeza de la Iglesia.
El Espíritu Santo está
con la Iglesia y en particular con el sucesor de Pedro, y quienes insisten y
actúan en lo contrario, pecan desconfiando de Él. Quienes, inspirados por el
demonio, ven en Francisco un antipapa, un hereje, un usurpador, tuercen la
realidad, inventan hechos o dichos, aún a nivel de lo irracional. Hay que orar,
y mucho, por su conversión. Hagamos mucha, mucha oración, confiamos en que el
Espíritu Santo actuará en sus mentes y conciencias, si se lo pedimos con fe e
insistencia, y que, en vez de resistirse a su acción, lo dejen actuar en ellos.
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