SU MADRE SE SUICIDÓ, ÉL LO SUPERÓ CON LA FE Y AHORA PRESENTA «ENTRE EL PUENTE Y EL RÍO»
Unas 3.500 personas se suicidan cada año en España, el doble que las fallecidas en accidente de tráfico. Sin embargo, sigue siendo una realidad casi olvidada y un tema tabú del que ni se habla ni se toman grandes medidas, en contraposición por ejemplo con las grandes campañas publicitarias y los planes estatales que se realizan para evitar las muertes en carretera.
Javier Díaz Vega es un joven natural de Getafe de 33 años que en 2009 experimentó el mayor
sufrimiento de su vida con el suicidio de su madre. Once
años después, ya casado, licenciado en Psicología y experto universitario en
afectividad y sexualidad quiere ayudar con su experiencia a poner rostro al
suicidio y ofrecer una mano tendida ante un problema muy real.
Por ello,
acaba de publicar Entre el puente y el río, de la
editorial Nueva Eva,
un libro cuyo título se inspira en las palabras del cura de Ars a una viuda cuyo marido se había suicidado
lanzándose desde lo alto. “Entre el puente y el río
cabe la misericordia de Dios”, le dijo San Juan María
Vianney.
Precisamente, esta mirada de misericordia anclada en su propia
experiencia y en la enseñanza de la Iglesia es la que presenta Javier Díaz en este breve
libro escrito a corazón abierto. Ante un asunto por el que se pasa de puntillas
en la sociedad y que todavía hoy genera confusión entre los católicos el autor
ofrece luz con su testimonio, la ciencia y sobre todo la fe. Y en cada aspecto
sabe de lo que habla.
En Religión en Libertad
hemos querido hablar con Javier sobre este libro que sale el miércoles a
la venta y profundizar en su propia experiencia personal sobre el suicidio:
-ESTE
LIBRO ESTÁ ESCRITO EN PRIMERA PERSONA Y COMIENZA CON TU PROPIA EXPERIENCIA
SOBRE EL SUICIDIO DE TU MADRE. ¿CÓMO VIVISTE AQUEL MOMENTO?
- El
dolor se mezclaba con esa horrorosa pregunta que en ese momento no puedes
responder “¿por qué?” y con una
incertidumbre tremenda. Pero a la vez, desde el primer momento me sentí con el consuelo de la fe y agarrado a la cruz de Cristo, con
la Iglesia acompañándonos a mi familia y a mí en esos primeros momentos.
-
EN TU EXPERIENCIA HAY UN MOMENTO EN EL QUE HABLAS DE LA CULPA Y EL PERDÓN. ¿QUÉ
PAPEL TUVO CADA UNO EN TU CASO? ¿CÓMO ES POSIBLE PASAR DEL PRIMERO AL SEGUNDO?
- La
culpa es lo más común al duelo por suicidio. A la persona fallecida, a un
familiar directo o peor, a ti mismo. Nada de lo que genera esa culpa es bueno,
por eso hay que aprender a abrazar ese dolor y caminar en comprender lo que ha
sucedido y cómo, sin buscar culpables e incluso llegar a perdonar, a
perdonarse. El perdón es el único modo de vencer, es un camino
humano, pero también una gracia que hay que pedir.
-
YENDO UN MOMENTO AL TEMA GENERAL DEL LIBRO. ¿NOS PUEDES HACER UNA PEQUEÑA RADIOGRAFÍA
DE LA SITUACIÓN DEL SUICIDIO EN LA SOCIEDAD? ¿CUÁL ES LA VERDADERA DIMENSIÓN
DEL PROBLEMA?
- Los
datos más actuales son de 2018, más de 10 suicidios al día. La relevancia
social apenas pasa de un día al año, el 10 de septiembre donde se celebra el
Día Mundial para la Prevención del Suicidio, pero eso apenas se refleja en un
mejor tratamiento de los medios ni mucho menos en las agendas de los
gobernantes. Pero la verdadera dimensión no son solo los más de 3500 casos al
año, habría que contar también los que lo intentan y los
grandes olvidados: los supervivientes. Detrás de cada persona que se suicida
existe una historia, una familia, amigos rotos por el dolor.
-
¿POR QUÉ DURANTE TANTOS AÑOS HA SIDO Y EN GRAN MEDIDA SIGUE SIENDO UN TEMA
TABÚ? ¿POR QUÉ, A DIFERENCIA DE OTRAS SITUACIONES COMO LA VIOLENCIA DOMÉSTICA O
LOS ACCIDENTES DE TRÁFICO, DESDE LAS INSTITUCIONES NO SE TOMAN CARTAS EN EL
ASUNTO?
- En el
fondo subyace la idea de que el suicidio desenmascara un fracaso como sociedad.
Nos empeñamos en huir del sufrimiento, en aparentar ser felices e
intentarlo a toda costa, en promover el bienestar y no queremos ver que para
muchas personas esto no basta. Y esto unido a una falta de
medios de prevención, sobre todo en cuestiones de salud mental hace que apenas
se hagan cosas a nivel nacional. Es más cómodo tapar o incluso edulcorar como
también sucede a veces.
-
EN LA IGLESIA HA HABIDO MUCHA CONFUSIÓN ACERCA DEL SUICIDIO. ¿QUÉ ES LO QUE
DICE REALMENTE SOBRE ESTE ASUNTO?
- Es necesario explicar lo que dice la Iglesia, a mí me salvó de vivirlo todo sin fe. En el
Catecismo se explican 4 puntos que dirigen la mirada a Dios como único dueño de
la vida, al suicidio como un pecado grave por ofender a Dios, a uno mismo y al
prójimo, a la gravedad añadida si se ejerce para escandalizar pero también y
muy importante a las cuestiones relativas a los trastornos mentales u otras
circunstancias que disminuyen la libertad y por tanto la responsabilidad, y por
último la llamada a la esperanza en que solo Dios conoce el corazón de quien se
suicida y solo Dios sabe juzgarlo con Misericordia. Es el testimonio del Santo
Cura de Ars, cuyas palabras de consuelo a la viuda dan título a mi libro: “Entre el puente y el río está la misericordia de Dios”.
Y es lo que nos ayuda, y espero que este libro también sea para tal fin, a vencer cualquier prejuicio dentro y fuera de la
Iglesia.
-
¿TE HAS SENTIDO ALGUNA VEZ JUZGADO O INCOMPRENDIDO?
-
Incomprendido un poco, pero no por maldad. La realidad del suicidio es en gran
medida desconocida. Es normal no saber qué decir cuando dices que tu madre se
ha suicidado, porque no es algo que suelas escuchar y a lo que nadie te prepara
para responder. Gracias a Dios, nunca me he sentido juzgado, aunque sé que mucha gente si ha podido
vivir este juicio, por eso con el libro busco que se entienda esta realidad.
-
TÚ ERES CREYENTE Y HABLAS DEL SUICIDIO DESDE LOS OJOS DE LA FE. ¿CÓMO Y EN QUÉ
HECHOS CONCRETOS TE AYUDÓ A VIVIR AQUEL TERRIBLE MOMENTO?
- Desde
el primer momento vi que la fe se encarnaba en tantas personas concretas que
nos estaban consolando y acompañando: vi a la
Iglesia como mi madre quería que la viese. La fe no sirve como un inhibidor
de la realidad tan dolorosa que atravesaba, pero si fue
un don que me permitió abrazar la cruz y encontrar esperanza contra toda
esperanza. Un hecho
concreto es que podía contarlo, algo que resulta muy difícil como ya he dicho.
Ha sido una gracia, no un mérito.
-
¿QUÉ PAPEL DEBERÍA TENER LA IGLESIA Y QUÉ DEBERÍAN APORTAR LOS CATÓLICOS ANTE
ESTE DRAMA?
- Creo
que mi experiencia se sustenta en una comunidad eclesial fuerte y unida, en la
oración, en la fidelidad al Magisterio y en la Caridad. Necesitamos formarnos
más en cuestiones de salud mental y acompañamiento, cada uno desde su estado,
ayudándonos y sabiendo siempre a quien derivar si surge una situación difícil. Frente al suicidio podemos ser testigos de esperanza.
-
¿CUÁLES SON LOS PILARES DE FE QUE SUSTENTAN TU VIDA HOY?
- La
esperanza fue lo que me ayudó definitivamente en el duelo como la luz de una
estrella en medio de la oscuridad y lo que ha permitido seguir caminando en
otros momentos de incertidumbre. Una esperanza que mira y me
hace mirar la Misericordia que Dios ha tenido y tiene conmigo y que tiene un
nombre: la Virgen María, la madre que estuvo al pie de la Cruz de su Hijo, y al
pie de la mía.
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