Pasaba la media noche de un junio de luna nueva, regresaban de la fiesta de Carquín tres "mercachifles" (vendedores ambulantes de ropa, vajilla y mil utensilios) y amigos: los dos hermanos Huertas y José, quienes comentaban lo bien que les había ido en las ventas por las festividades.
Cogiéndose de los hombros los hermanos Huertas comenzaron a correr, mientras José seguía desafiando a este fenómeno. Se comenzaron a sentir pasos como si un gigante retumbara con sus pasos el camino. Desesperados lograron llegar al castillo de Carquín (casona colonial propiedad del antiguo dueño de Carquín Bajo, en donde la gente aseguraba que este entregaba anualmente un peón al tío). Tratando de huir de la aparición, entraron despavoridos a esta tenebrosa casa -que ya estaba en ruinas- y se ocultaron en una habitación.
Al rato, sintieron acercarse tenebrosos pasos y llenos de terror vieron un demonio peludo de ojos rojos e inmensas garras. Este tomó a José de la cabeza, cual naranja, y lo arrastró hacia el patio. Después, escucharon los desgarradores gritos de José.
Los Huertas pensaron que era una pesadilla, pero a la mañana encontraron las vísceras y ropa de José esparcidas a modo de serpentinas por todo el patio… ¡Despavoridos abandonaron el lugar!
Nunca se supo de José pues no tenía familia conocida. Aún vive en Huacho uno de los hermanos Huertas que podría corroborar este relato… Pero esa es otra historia.
De Darío de Darío Pimentel (2014). Pimentel (2014).
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