Mientras la matábamos “ella nos perdonaba”, es el testimonio de Milena, la entonces adolescente que con otras dos jóvenes asesinó en un ritual satánico a Sor María Laura Mainetti hace 20 años.
La religiosa fue asesinada de 19 cuchilladas la noche del 6 al 7 de
junio de 2000 en Chiavenna por tres muchachas, dos de 17 años y una de 16,
durante un rito satánico.
Mientras moría, encontró fuerzas para rezar por las jóvenes y
perdonarlas. Este dato se pudo conocer en los interrogatorios realizados a las asesinas,
quienes contaron que Sor Maria Laura dijo antes de morir: "Señor, perdónalas".
La idea primera del asesinato no eran 19 cuchilladas sino 18, seis cada
una por el “número de la bestia” (666) del que habla el libro del Apocalipsis.
Originalmente el objetivo del ritual satánico era un sacerdote, Mons.
Ambrogio Balatti, que era arcipreste de Chiavenna San Lorenzo. Las muchachas
desistieron de matarlo porque vieron que era corpulento y eso las complicaría.
Por ello finalmente decidieron matar a la religiosa a la que vigilaron durante
varios meses, según informó un medio
local.
El 6 de junio de 2000, la religiosa recibió una llamada telefónica al
convento alrededor de las 11:50 p.m. en la que una joven le pedía ayuda. Sor
María Laura informó al arcipreste, Mons. Ambrogio, que iba a encontrar a la
chica.
Según describió otro diario
local, el ataque
comenzó con un golpe de ladrillo en la cabeza de Sor María Laura y durante el
homicidio sonaban algunas canciones de Marilyn Manson, un polémico músico
estadounidense que tiene entre sus álbumes uno titulado “Anticristo Superstar”.
Las jóvenes acuchillaron a la religiosa con un cuchillo de cocina,
después de pasar varias horas bebiendo cerveza en un pequeño bar de la
población.
Ambra Gianasso, Milena De Giambattista y Verónica Pietrobelli fueron
halladas culpables de la muerte y sentenciadas a prisión.
Algunos años después salieron de la cárcel y participaron en programas
de servicio comunitario. Ahora, con nuevas identidades, han podido rehacer sus
vidas.
Ambra estudió derecho en la universidad, Verónica coordina una
guardería, está casada y tiene dos hijos y Milena estuvo en una comunidad para
personas con adicciones coordinada por el P. Antonio Mazzi.
De hecho, el P. Mazzi dijo que Milena “es
plenamente consciente de lo que hizo y que al mismo tiempo está arrepentida y
convencida de poder renacer y recuperarse”.
De acuerdo con los medios locales, Milena fue la única de las tres jóvenes que
regresó en una ocasión a Chiavenna para ser testigo en el matrimonio de su
hermana, hecho que levantó muchas polémicas.
Por su parte, los sobrinos de Sor María Laura, Stefano y Marcellina
Mainetti, destacaron que la próxima beata perdonó a sus
asesinas y dijeron que se unen “a
la oración y al recuerdo de quienes la amaron”.
“El vacío que dejó en nuestra familia sigue siendo
infranqueable hoy. El recuerdo de ella sigue vivo en nuestros corazones. Fue
una persona acogedora y devota, se dedicó sin reservas a los demás. Dejó una
huella imborrable en la vida de todos los que la conocieron” señalaron los hijos del hermano de Sor María Laura, Giovanni.
Además, el Obispo de Como, Mons. Alessandro Maggiolini destacó que “la gente sencilla ha percibido ya un aura de santidad”
y añadió que “no es casualidad que se encomienden a
Dios por intercesión de esta víctima y que adornen con flores frescas el
lugar del crimen”.
Así lo indicó Mons. Maggiolini en el prólogo del volumen “Maria Laura
Mainetti. La Hermana de
Chiavenna” escrito en
2005 por Sor Beniamina Mariani, y que recoge varios testimonios, como el de
Milena.
Milena escribió también a la comunidad de las religiosas de Chiavenna y
reconoció que “la engañamos tendiéndole una trampa
y después la matamos y mientras hacíamos esto, ella nos perdonaba”.
“No puedo más que guardar de ella un recuerdo de
amor. Además, esto me ha permitido creer en algo que no es ni Dios ni Satanás,
sino que era una simple mujer que ha vencido al mal”, señaló Milena y añadió que “ahora encuentro
en ella consuelo y la gracia para soportar todo. Rezo siempre y estoy segura de
que ella me ayudará a ser una persona mejor”.
Por su parte, la superiora general de la congregación, sor Ketty
Hiriart-Urruty, dijo en una carta enviada a todas las hermanas de la
congregación para anunciar la muerte de Sor María Laura que “de la vida de esta hermana brota un manantial, un chorro
de vida evangélica” y agregó que “este
manantial nos habla de nuestra consagración, de nuestra vida ofrecida a la
Trinidad, de nuestro deseo de identificación con Jesucristo, de nuestra opción
por los más pobres, de las heridas de la vida”.
“Esto conduce a los orígenes de la Congregación. Ha
demostrado que nuestro carisma está vivo y es muy actual… Con este estilo de
amor y de entrega se ha dado ella misma a manos llenas, sin cálculo,
exactamente como quien sabe que todo lo que tiene es don de amor, que hay que
compartir y hacer fructificar”, advirtió Sor Ketty
Hiriart-Urruty.
Entre los testimonios de las religiosas de su Congregación, Sor
Beniamina Mariani subrayó que “alimentaba una
predilección particular por los jóvenes. Con ellos se sentía a gusto y le
gustaba y se recreaba tanto en los encuentros programados como en los
casuales”. “¡Sólo Dios puede saber cuánto se ha sacrificado por los jóvenes!
Encuentros, coloquios, campamentos, jornadas
mundiales de la juventud, catequesis, acompañamiento individual”.
En uno de sus escritos, Sor Maria Laura Manietti rezó: “Dame tus sentimientos, Jesús, los sentimientos de las
Bienaventuranzas: el pobre que se fía, se abandona, el niño que se siente
amado, la aflicción que es participación en la de Cristo y es salvación, la
Misericordia, la benevolencia, la Pureza de cuerpo y de corazón, la humildad”.
Sor Maria Laura, cuyo nombre de pila era Teresina, nació en Colico,
Lecco (Italia), el 20 de agosto de 1939.
En el momento de su muerte era superiora de la Comunidad de las Hijas de
la Cruz, en el Instituto María Inmaculada de Chiavenna.
La Santa Sede promulgó el
decreto de beatificación el pasado 19 de junio.
Redacción ACI Prensa
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