Sanación interior es pedir a Jesús retroceder al tiempo en que fuimos heridos, para que ahora nos libere de ello.
Por: Padre Nicolás Schwizer | Fuente: Retiros y
homilías del Padre Nicolás Schwizer
Sanación interior es pedir
a Jesús retroceder al tiempo en que fuimos heridos, para que ahora nos libere
de ello. Esto implica dos pasos:
Sacar a la luz las cosas que nos han herido. Conviene hacerse ciertas preguntas
que generalmente nos revelan las heridas básicas por las que debemos orar:
(1) ¿Cuándo comenzó todo esto? O también: ¿fue una niñez feliz? Muchas de las heridas más
profundas se remontan a los primeros 2 o 3 años de vida, o sea, al tiempo en
que fuimos más vulnerables y menos capaces de defendernos a nosotros mismos.
Pero también es verdad que algunos han recibido sus heridas posteriormente en
la escuela, en algunas experiencias sexuales desdichadas, etc.
(2) ¿Qué fue lo que causó la herida? Muchas
veces ya la respuesta a la primera pregunta revela las razones de las viejas
heridas. Muchas de ellas arrancan de algún rechazo o alguna relación rota.
Particularmente importantes son nuestras relaciones con los padres. Si la madre
no acarició lo suficiente al niño, si el padre regresaba del trabajo cansado y
apenas hablaba con el niño o lo castigaba duramente, si había demasiados niños
para una madre enfermiza y no tuvo tiempo de demostrarles afecto, o si uno de
los padres falleció siendo todavía pequeño el niño. Todas estas penosas
experiencias dejan heridas que afectan profundamente los sentimientos básicos
de la persona.
Eso se logra mejor al dialogar con otra persona; incluso el hablar del problema
constituye ya un proceso de curación.
Orar al Señor para que nos cure de esas heridas. Si alcanzamos a recordar cómo
y por qué comenzó todo, entonces pedimos a Jesús que nos acompañe al pasado.
Él, como Señor del tiempo, es capaz de hacer lo que nosotros no podemos. Él
puede curar esas heridas del pasado que todavía nos hacen sufrir, a veces en
forma inmediata.
Después de haber orado por la sanación de la herida, aspecto negativo de la
curación, podemos pedir al Señor que llene en forma positiva la vida nuestra de
todo lo que estábamos echando de menos.
Dado que tenemos una necesidad tan profunda de amor, la conclusión de la
oración de sanación interior es, por lo general, llenar del amor de Dios todos
los ámbitos vacíos de nuestro corazón.
La curación interior da tanta paz y alegría a las personas, que es una pena que
sean tan pocos los que entiendan y practiquen esta clase de oración.
Así de manera sencilla, podemos decir que ponemos la purificación del
subconsciente en manos del Señor pidiéndole que Él cure las heridas.
Unas palabras sobre la imposición de las manos. No es necesario para la
curación. Sin embargo, esta práctica que ya encontramos en el Nuevo Testamento,
tiene sus ventajas. Parece que algo, como una corriente de energía curativa
fluye del ministro a la persona enferma, una transferencia de poder
vivificante. Además, la preocupación y el amor se comunican mucho mejor por el
tacto que por la palabra; existe una sensación profunda de comunión y de amor
en la imposición de manos.
ORACIÓN PARA SANACIÓN INTERIOR
Y ahora les quiero hacer una sugerencia. Les voy a entregar una oración para
sanación interior que hace algún tiempo cayó en mis manos. La idea es, rezarla
personalmente, en forma meditativa y con fe sencilla, en un momento de gran paz
y serenidad, frente al Señor, a lo mejor en un Santuario.
Parece que esta clase de oración tiene generalmente una respuesta perceptible.
Aunque tal vez la curación sea progresiva y necesite de varios intentos, quiere
decir, rezar esta oración de sanación interior varias veces. Pero antes de
rezarla tendrían que haber reflexionado y trabajado seriamente sobre sus
heridas interiores o impresiones no digeridas del subconsciente.
ORACIÓN PARA SANACIÓN INTERIOR
(Busca un lugar donde puedas estar en silencio, donde nadie te interrumpa.
Ponte cómodo. Ve al Señor en actitud de humildad y confianza).
(Entra en la oración de la manera que te sientas movido a hacerlo. Ya que la
curación es un proceso progresivo, esa oración no solucionará todos tus
problemas. Nunca podremos llegar a decir que ya acabaron los problemas, que
todos los recuerdos han sido curados, pero podemos quitar del camino toda
barrera que nos impida estar sanos y saludables. La curación interior se habrá
llevado a cabo cuando un suceso del pasado no tenga ya poder para herirnos -
cuando lo podamos recordar sin tristeza, vergüenza o sentimiento de culpa.
Entre en presencia de Dios).
Señor,
Tú puedes volver atrás conmigo y caminar conmigo a
través de mi vida desde el momento que fuera concebido.
Ayúdame, Señor, aun entonces: límpiame y líbrame de todo lo que pudo causarme
dificultades en el momento de mi concepción. Tú estabas presente en el momento
que fui formado en el vientre de mi madre. Líbrame y sáname de cualquier
ataduras en mi espíritu que hayan podido llegarme por mi madre o las
circunstancias de la vida de mis padres aún cuando tomaba forma. Por esto, te
doy gracias.
También te alabo, Jesús, porque además me estás sanando del trauma de nacer.
(Muchas de nuestras madres tuvieron partos largos y dolorosos cuando nacimos, y
esto tiene un efecto en la criatura). Te pido, Señor, que me cures del dolor de
nacer y de todo lo que sufrí al nacer. Te doy gracias, Señor, porque Tú estabas
allí para recibirme en tus brazos cuando nací. Conságrame en ese mismo momento
al servicio de Dios. Gracias, Jesús, porque esto se ha hecho.
Señor Jesús, te alabo porque en esos primeros meses de mi infancia tú estabas
conmigo cuando te necesité. (Hay muchas personas que necesitaban más amor del
que recibieron de su madre, porque fueron separados por circunstancias que no
pudieron evitarse. No recibieron el amor que les hubiera ayudado a sentir
fuerza y estabilidad).
Hubo veces que necesité que mi madre me acunara en su pecho y me meciera y me
contara cuentos infantiles como solamente sabe hacerlo una madre. Señor, hazlo
Tú en lo más profundo de mi ser. Envíame a tu madre, María, para que me
estreche en su regazo, me dé calor y me haga todo lo que una madre hace para
brindarle a su hijo ternura y seguridad. Déjame sentir su amor maternal tan
conmovedor, confortante y profundo que nada ya pueda separarme de ese amor otra
vez. Te doy gracias y te alabo. Señor, porque sé que ahora mismo estoy cobijado
en los brazos de tu madre y en los tuyos.
(También hay personas que necesitaron más del amor paternal en sus vidas). Por
cualquier razón que me haya sentido descuidado, rechazado, Señor, llena esa
parte de mi ser con un profundo amor paternal que sólo viene de un padre.
Aunque yo no esté consciente de haber necesitado unos brazos fuertes y un
"papito" que me amara y me diera seguridad y apoyo, dámelo Tú ahora.
Gracias, Señor, porque esto también lo estás haciendo.
(Según crecíamos, algunos de nosotros pertenecíamos a familias donde no había
mucho tiempo para nosotros como individuos). He llegado a entender y a
aceptarlo, pero una parte de mi ser en realidad nunca se sintió completa, nunca
se sintió verdaderamente querida. Te pido hoy una curación de ese sentimiento.
Señor, hazme saber que soy tu hijo, una persona importante en tu familia, un
ser único que amas de una manera muy especial.
Cúrame, Señor, las heridas causadas por las relaciones con mi familia, el
hermano o hermana que no me entendía del todo o que no me demostraba amor y
bondad debidamente. Una parte mía nunca se sintió amada por eso. Déjame ahora
alcanzar en perdón a ese hermano o hermana. Quizás a través de los años, nunca
he podido aceptarlos porque nunca me sentí verdaderamente aceptado por ellos.
Dame un gran amor por ellos. Así que la próxima vez que los vea haya tanto amor
que todo lo viejo habrá pasado. Me habrás renovado. Te doy gracias por eso,
Señor.
(Según crecíamos, el primer trauma real en nuestra vida pudo haber sido cuando
fuimos a la escuela por primera vez. Esa fue la primera vez que nos
ausentábamos del hogar y todo lo que ello representaba. Para algunos de
nosotros que éramos muy sensibles, que éramos tímidos, inseguros, esto fue
difícil; - quedarnos con aquella maestra extraña, con compañeros extraños, en
un lugar extraño).
Señor, de veras nunca me recuperaré de esa experiencia, porque había cosas que
esperaban de mí y cosas que me herían mucho. Hubo maestras intratables y niños
que no me mostraban amor o comprensión.
Te pido, Señor, que me sanes de todos esos años que pasé en la sala de clase,
que me quites todo el dolor y sufrimiento que recibí en ese tiempo. Me retraje
en ese entonces, Señor, y empecé a sentir miedo de hablar en grupos porque me
habían ridiculizado, castigado, criticado en la escuela. Dejé de hablar porque
era demasiado doloroso. Señor, te pido que abras la puerta de mi corazón.
Déjame relacionarme en grupos de una manera más abierta y libre de lo que he
podido hasta ahora. Según se lleva a cabo esta curación, tendré la confianza y
el valor de hacer lo que me pidas en toda situación. Gracias, Señor, porque
creo que estás sanándome ya.
Señor, cuando entré en la adolescencia, empecé a experimentar cosas que me
asustaron, me avergonzaron y me causaron dolor. Nunca he podido sobreponerme
del todo a algunas experiencias que tuve cuando me estaba conociendo a mí
mismo, lo que significa ser persona. Te pido, Señor Jesús, que sanes todas las
experiencias que tuve como adolescente; las cosas que hice y que me hicieron y
de las que nunca he sanado. Entra en mi corazón y quita todas las experiencias
que me causaron sufrimiento o vergüenza. No te pido, Jesús, que borres esto de
mi mente sino que lo transformes de manera que pueda recordarlo sin vergüenza,
con acción de gracias.
Hazme comprender por lo que hoy están pasando los jóvenes, porque yo mismo
también he pasado por ello: esa época de búsqueda y conflicto. Según me voy
sanando, déjame ayudar a otros a encontrar la curación.
Señor, al salir de este período de mi vida, y al empezar a crecer en la
vocación a que me llamabas, tuve dificultades. (Algunos fuimos llamados a ser
esposos y esposas, algunos fuimos llamados al celibato, otros escogieron la
soltería o ahora son viudos o divorciados. Ha habido dolor, ha habido
sufrimientos; no hay carrera alguna en la tierra que no conlleve dificultades
de ajuste, problemas que necesitaban curarse en la vida privada). Te pido,
Jesús, que me cures en el estado de vida que me encuentro hoy, y todo lo que
eso ha significado para el mundo que me rodea.
(Esposos y esposas tienen cosas del pasado que se interponen en sus relaciones,
heridas y sufrimientos que solamente pueden existir entre quienes tratan de
vivir juntos y conocerse en una situación muy íntima). Señor, sáname de estas
cosas. Haz que mi matrimonio empiece a ser de nuevo lo que Dios quiere que sea.
Toma en tus manos todas las heridas y sufrimientos del pasado, para que desde
ahora en adelante este matrimonio sea limpio y de nuevo tan libre y tan sano
como sea posible.
Gracias, Padre, que mediante esta curación podemos llegar a ser la clase de
marido y mujer que Tú pides que seamos.
(Los sacerdotes, religiosas y religiosos han tenido heridas que los han alejado
de Jesús en vez de acercarlos a Él). Señor, ayúdame a sentir tal calor y
fortaleza de amor en mí que nunca jamás dude yo, si el camino que sigo es al
que me has llamado. Dame valor y confianza en la obra que me has llamado a
hacer. Llévame adelante con propósito y metas nuevas. Gracias, Padre, porque sé
que estás haciéndolo.
(La gente soltera que se han sentido llamados a esa vida, siguen los pasos de
Jesús con un dolor y sufrimiento que sólo Dios conoce). Me he sentido solo y en
ocasiones, abandonado y totalmente rechazado por el resto de la humanidad.
Señor Jesús, lléname hoy de un nuevo sentido de fortaleza y propósito. Hazme
comprender lo que has puesto en mi corazón. Déjame ser un testimonio vivo de
Jesucristo. Te doy gracias, Padre, porque sé que estás haciendo esto.
Según siento la unción de tu amor, te glorifico, Señor, porque sé que está
hecho. Señor, no hay poder en el cielo y la tierra que pueda impedirlo. Te
alabo, Señor, porque sé que mientras más te entrego, dándote gracias y
alabándote por ello, más me das la fortaleza de tu presencia, el poder de tu
espíritu, el amor de tu Divino Hijo. Te alabo, Jesús, por esta curación y te
glorifico. Gracias. Amén.
(Ahora permanece en silencio unos
diez minutos. Deja que el Espíritu de Dios complete la obra de curación en ti.
Vacía tu corazón de todo lo que no es de Dios. Deja que Dios vuelva a llenarlo
con su Amor).
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