La carta del Papa S. Inocencio I en el 405, oficialmente recoge el canon ya fijo de 46 libros del A.T. y los 27 del N.T. El Concilio de Florencia (1442) confirmó una vez más el canon, como lo hizo también el Concilio de Trento.
A
LA BIBLIA PROTESTANTE LE FALTAN LIBROS
En el 1534, Martín Lutero tradujo la Biblia al
alemán. Pero rechazó los últimos siete libros del A.T. porque estos
contradecían sus nuevas doctrinas. Por ejemplo, al quitar los libros de
Macabeos, le fue más fácil negar el
purgatorio ya que 2 Macabeos 12, 43-46 da por supuesto que existe una
purificación después de la muerte.
Lutero dice que Macabeos no pertenece a la
Biblia. Sin embargo Hebreos 11,35 (Nuevo Testamento) hace referencia a 2
Macabeos: "Unos fueron torturados, rehusando
la liberación por conseguir una resurrección mejor". Los únicos en
el Antiguo Testamento a quienes se aplica este pasaje es a los mártires
macabeos, que fueron torturados por conseguir la resurrección (2 Mac. 7:11, 14,
23, 29, 36).
¡Lutero consideró
conveniente optar por el canon de Jamnia que los judíos habían establecido para
distanciarse del cristianismo! Lo prefirió a pesar que le faltaban libros que
Jesús, los Apóstoles y la Iglesia desde el principio habían reconocido. Agrupó los
libros que quitó de la Biblia bajo el título de "apócrifos",
señalando: "estos son libros que no se
tienen por iguales a las Sagradas Escrituras y sin embargo son útiles y buenos
para leer".
Lamentablemente
Lutero propagó sus errores junto con su rebelión. Por esa razón a la Biblia
Protestante le faltan 7 libros del AT. Los consideran libros que ellos llaman
"apócrifos".
- Tobías
- Judit
- I Macabeos
- II Macabeos
- Sabiduría
- Eclesiástico (también llamado
"Sirac")
- Baruc
También a los libros de Ester (protocanónico con
partes deuterocanónicas) y Daniel (protocanónico con partes
deuterocanónicas) les quitaron algunas partes.
Lutero no solo eliminó libros del Antiguo
Testamento sino que quiso eliminar algunos del Nuevo Testamento e hizo cambios en el Nuevo Testamento para adaptarlo a su doctrina.
Martín Lutero había declarado que la persona se
salva sólo por la fe (entendiendo la fe como una declaración legal), sin
necesidad de poner la fe en práctica por medio de obras. Según él todas las doctrinas deben basarse
solo en la Biblia, pero la Biblia según la acomoda e interpreta él. Por eso
llegó incluso a añadir la palabra "solamente"
después de la palabra "justificado"
en su traducción alemana de Romanos 3, 28. También se refirió a la epístola
de Santiago como epístola "de paja" porque esta enseña
explícitamente: "Veis que por las obras se
justifica el hombre y no sólo por la fe".
Lutero
además se tomó la libertad de separar los libros del Nuevo Testamento de la
siguiente manera:
- Libros sobre la obra de Dios para la
salvación: Juan, Romanos, Gálatas, Efesios, I Pedro y I Juan
- Otros libros canónicos: Mateo, Marcos,
Lucas, Hechos, el resto de las cartas de Pablo, II Pedro y II de Juan
- Los libros no canónicos: Hebreos, Santiago,
Judas, Apocalipsis y libros del Antiguo Testamento.
Gracias a Dios, los Protestantes y Evangélicos
tienen los mismos libros que los católicos en el Nuevo Testamento porque no
aceptaron los cambios de Lutero para esta parte del canon. Pero se encuentran
en una posición contradictoria: Reconocen el canon
establecido por la Iglesia Católica para el Nuevo Testamento (los 27 libros que
ellos tienen) pero no reconocen esa misma autoridad para el canon del A.T.
Es interesante notar que la Biblia Gutenberg, la
primera Biblia impresa, es la Biblia latina (Vulgata), por lo tanto, contenía
los 46 libros del canon alejandrino.
El reformador español, Casiodoro de Reina,
respetó el canon católico de la Biblia en su traducción, la cual es considerada
una joya de literatura. Pero luego Cipriano de Valera quitó los
deuterocanónicos en su versión conocida como Reina-Valera.
LOS
CONCILIOS MODERNOS CONFIRMAN EL CANON
La Iglesia Católica, fiel a la encomienda del
Señor de enseñar la verdad y refutar los errores, definió solemnemente, en el Concilio de Trento, en el año 1563,
el canon del Antiguo Testamento con 46 libros siguiendo la traducción griega
que siempre habían utilizado los cristianos desde el tiempo apostólico. Enseñó
que los libros deuterocanónicos deben ser tratados "con
igual devoción y reverencia". Esto fue una confirmación de lo que
la Iglesia siempre enseñó.
Esta enseñanza del Concilio de Trento fue una
vez más confirmada por el Concilio Vaticano I y por el Concilio Vaticano II (Constitución
Dogmática Dei Verbum sobre la Sagrada Escritura). El Catecismo de la Iglesia
Católica reafirma la lista completa de los Libros Sagrados, incluyendo los
deuterocanónicos.
La Biblia es un regalo del
Señor, presentado
como obra terminada a través de un largo proceso en el que el Espíritu Santo ha
guiado a la Iglesia Católica a la plenitud de la verdad. Por la autoridad de la
Iglesia se establece el canon definitivo.
Ante los que quieren introducir libros en el
Canon, por ejemplo, el "Evangelio de
Judas", los protestantes más conocedores han tenido que recurrir a
la autoridad de la Iglesia Católica para declarar que el canon de las
Escrituras ha sido fijado en los Concilios del siglo IV y no se puede cambiar.
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