Si bien el Padre Pío de Pietrelcina es recordado por todo lo bueno que hizo en vida, sus muchos milagros, los santos estigmas que recibió o por ser un gran confesor, no todos conocen que el Padre Pío fue el gestor del nacimiento de los grupos de oración que conocemos hoy.
Los grupos de oración fueron queridos y concebidos por los hermanos
menores capuchinos con el fin de unir las almas en la oración a través del rezo
del Santo Rosario, así como la unión de la comunidad con la asistencia a Misa y
con los sacramentos.
En 1947, por invitación del Padre Pío, comenzaron a formarse los
primeros grupos de oración, siendo estos, en un primer momento, un apoyo a la
Casa Sollievo della Sofferenza (Casa para el Alivio del Sufrimiento) en la
localidad de San Giovanni Rotondo, Italia.
La formación de estas nuevas comunidades fue una respuesta al pedido de
rezar por la paz que el Papa Pío XII encomendó a los fieles, a medida que se
acercaba la Segunda Guerra Mundial.
Padre Pio Prayer Groups USA informa
que, más adelante, estas comunidades de fieles tomaron “una
forma más estable” y se convirtieron “en los
precursores de los grupos de oración que conocemos hoy”.
Un día, el Dr. Guglielmo Sanguinetti, uno de los principales
colaboradores del Padre Pío en la construcción de la Casa Sollievo della
Sofferenza, escuchó al Santo decir: “Empecemos a
hacer algo. Vamos a ponernos manos a la obra. Seamos los primeros en responder
al llamamiento de nuestro Sumo Pontífice”.
El 5 de mayo de 1966, con ocasión del décimo aniversario de la
inauguración de la Casa Sollievo della Sofferenza, el Padre Pío se dirigió a
los grupos de oración y les dijo
que ellos eran “las posiciones avanzadas de esta
ciudadela de la caridad, viveros de fe, fogatas de amor, en las cuales Cristo
mismo está presente cada vez que se reúnen para la oración y el Ágape
Eucarístico”.
“La oración es esa fuerza conjunta de todas las
almas buenas que mueve el mundo, que renueva las conciencias, que sostiene la
‘Casa’, que conforta a los que sufren, que cura a los enfermos, que santifica
el trabajo, que eleva la asistencia sanitaria, que da fuerza moral y
resignación cristiana en el sufrimiento humano, que extiende la sonrisa y las
bendiciones de Dios sobre todo abatimiento y debilidad”, continuó el santo de los estigmas.
Finalmente, el Padre Pío los incentivó a que nunca dejen de orar. “Oren mucho hijos míos, oren siempre sin cansarse jamás,
porque es justamente a la oración a quien yo confío esta Obra, que fue querida
por Dios y que continuará a sostenerse y a prosperar gracias a la ayuda de la
Divina Providencia y al contributo espiritual y a la caridad de todas las almas
que oran”, concluyó.
Meses antes de que el Padre Pío falleciera, el 31 de julio de 1968, la
Santa Sede nombró un Director General para los grupos de oración. Años más
tarde, el 4 de mayo de 1986, se informó que la Santa Sede había aprobado el
Estatuto de los Grupos de Oración del Padre Pío.
Estos nuevos estatutos confirmaron los principios y objetivos básicos
que el Padre Pío estableció desde sus inicios, es decir, que los grupos deben
distinguirse por su fidelidad a la Iglesia, al Papa y a los obispos, y que
siempre deben apuntar a una formación cristiana integral a través de la oración
y la caridad generosa hacia los que sufren.
“Deben estar unidos y nunca deben cansarse de hacer
el bien, ser obedientes y respetuosos con la Jerarquía, y ser firmes y
perseverantes en su compromiso”, fueron
las palabras del Padre Pío a Giancarlo Setti, a quien le
confió la dirección de los grupos de oración en la década del sesenta.
Redacción ACI Prensa
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