¿QUÉ HABRÍA SIDO DE LA VIDA DE HÉLÊNE SI UNA COMPAÑERA DE TRABAJO NO LE HUBIESE HABLADO DE JESUCRISTO?
Hélène cambió
gracias a la insistencia de una compañera de trabajo
El
testimonio de Hélêne es un ejemplo de la importancia de
no esconderse y dar a conocer la Buena Nueva allí donde podamos y a quien esté
dispuesto a escucharla. Es lo que hizo una de sus compañeras de trabajo, como
cuenta ella misma en L'1visible:
¡JESÚS
NO ES UN AMIGO IMAGINARIO!
Hace
algunos años, cambio de trabajo y muy deprisa simpatizo mucho
con una de mis nuevas compañeras. En
esta época, paso por grandes dificultades en mi vida personal e incluso decido separarme del padre de mis hijos, con quien vivo desde hace diez años.
Mi
compañera me habla de Jesús, que
es el centro de su vida. Me dice que Él vive, que nos ama a cada uno de
nosotros personalmente. Vive con gran alegría. Me alegro por ella, pero me
parece algo muy lejano de mi universo. Sin embargo, cuanto más me
habla de Jesús, menos indiferente me deja.
Pasan los
meses y yo vivo día a día, disfrutando de la vida. Llega el verano y me
encuentro yéndome de vacaciones con dos parejas de amigos y un bebé. La cosa no
sale muy bien. En ese grupo, mi soledad afectiva se me hace
evidente.
TERAPIA
Y RETIROS
Me
convierto en alguien irritable, ya no sonrío. Y esto continúa en los meses
siguientes. Ya no me reconozco. A disgusto en mi propia piel, decido empezar a
actuar sobre mí misma y comienzo una terapia.
Entonces
mi compañera me habla de unos encuentros periódicos dirigidos a gente como yo, que se plantea
cuestiones existenciales. Como eso no me compromete a nada, acepto ir.
En el
primer encuentro, escucho el precioso testimonio de una joven convertida de forma fulgurante. Eso
me anima. Y, sobre todo, me entran ganas de comprender cómo viven los
cristianos.
Así que
continúo haciendo ese itinerario, hasta llegar a una velada sobre la
oración. Cuando los allí
presentes me dicen que rezan todos los días, ¡les
considero unos locos! Para mí, son como niños que hablan con su
amigo imaginario. Es cierto que tienen un aire feliz, pero me digo
que eso no es para mí. De entrada, no tengo tiempo para rezar. Incluso ir a
misa me parece imposible. Trabajo como técnico de espectáculo, todos los sábados por la tarde tengo función, ¡y siempre hay un “after” al que no faltaría por
nada del mundo!
EL
ENCUENTRO
Como
parte del itinerario, nos proponen un fin de semana sobre el
Espíritu Santo. Quienes ya han participado hablan de ello
brillándoles los ojos. ¡Parece algo extraordinario!
Pero… ¡qué mala suerte! La fecha
coincide con mi fin de semana preferido en el trabajo: ¡el
festival de blues! Pese a la gran renuncia que me supone, me dejo
tentar.
Y es
durante este fin de semana cuando vivo un auténtico encuentro con
Jesús. La oración de otros por mí y la que yo misma hago por otros
me transforma completamente.
De
regreso a casa y al volver al trabajo, mis compañeros perciben el cambio interior que se
produce en mí. Paralelamente, mi terapia me conduce a contactar de nuevo con el
padre de mis hijos, porque comprendo que aún le quiero. Es el hombre de
mi vida. Decidimos reemprender la
vida en común. Incluso siento la necesidad de casarme con él por la Iglesia.
Como
ambos estamos bautizados, creo que puedo preparar mi Primera Comunión a la vez y hacerla el día de mi matrimonio. Pero
el sacerdote que nos acompaña me aconseja tomarme un tiempo. Nos casamos en la
iglesia, pero sin misa. Luego empiezo a prepararme, sin precipitación, para la
Primera Comunión y la Confirmación. Es un sacramento que nos convierte en
cristianos adultos. En la Pascua de 2016 hice mi Primera Comunión y cincuenta
días después, en Pentecostés, mi Confirmación. Fueron
grandes momentos en mi vida.
VISITAR
A QUIEN AMAS
Hoy estoy
feliz de haber podido descubrir ese amigo que no tiene nada de imaginario,
Jesús. Siento la necesidad de ir a verle a la iglesia todos los domingos por la mañana, de visitarle
como a un amigo muy querido y de decirle cuánto le amo, cuánto le agradezco por
amarme tal y como soy, con mis defectos y mis cualidades. Y tengo la certeza de
que ama así a cada ser humano.
¡Somos nosotros quienes tenemos que abrirle
nuestro corazón!
Él solo está
esperando eso.
Traducción de Carmelo López-Arias.
Publicado en ReL el 15 de noviembre de 2018.
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