Cuando la tormenta pase y se amansen los caminos y seamos sobrevivientes de un naufragio colectivo.
Con el corazón lloroso y el destino bendecido nos sentiremos dichosos tan sólo por estar vivos.
Y le daremos un abrazo al primer desconocido y alabaremos la suerte de conservar un amigo.
Y entonces recordaremos todo aquello que perdimos y de una vez aprenderemos todo lo que no aprendimos.
Ya no tendremos envidia pues todos habrán sufrido.
Ya no tendremos desidia seremos más compasivos.
Valdrá más lo que es de todos que lo jamás conseguido.
Seremos más generosos y mucho más comprometidos.
Entenderemos lo frágil que significa estar vivos.
Sudaremos empatía por quien está y quien se ha ido.
Extrañaremos al viejo que pedía un peso en el mercado, que no supimos su nombre y siempre estuvo a tu lado.
Y quizás el viejo pobre era Dios disfrazado.
Nunca preguntaste el nombre porque estabas apurado.
Y todo será un milagro y todo será un legado y se respetará la vida, la vida que hemos ganado.
Cuando la tormenta pase te pido Dios, apenado, que nos vuelvas mejores, como nos habías soñado.
(𝐊.𝐎'𝐌𝐞𝐚𝐫𝐚 - 𝐏𝐨𝐞𝐦𝐚 𝐞𝐬𝐜𝐫𝐢𝐭𝐨 𝐝𝐮𝐫𝐚𝐧𝐭𝐞 𝐥𝐚 𝐞𝐩𝐢𝐝𝐞𝐦𝐢𝐚 𝐝𝐞 𝐩𝐞𝐬𝐭𝐞 𝐞𝐧 1800)
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