martes, 7 de julio de 2020

TESTAMENTO ESPIRITUAL DE ALEJANDRO SERENELLI, EL ASESINO DE SANTA MARÍA GORETTI


A pocos años antes de morir, el 5 de Mayo de 1961, Alejandro Serenelli escribió estas palabras, en el que vuelve a condenar su crimen, a exaltar a su "Ángel Bueno y Salvador" y exhortar al mundo a una profunda vivencia cristiana:

"Yo viejo de casi 80 años, estoy cerca de cerrar la jornada. Dando una mirada al pasado, reconozco que en mi juventud me engarce en un falso camino, el camino del mal que me llevó a la ruina. A través de la prensa, los espectáculos y los malos ejemplos, veía que la mayor parte de los jóvenes seguía ese camino, sin preocuparse. Yo tampoco me preocupé. Tenía a mi lado personas creyentes y practicantes, pero no presté atención, enceguecido por una fuerza bruta que me empujaba hacia el mal camino.

A los 20 años consume el delito pasional, a cuyo recuerdo hoy me estremezco de horror. María Goretti era una Santa. Fue el ángel bueno que la Providencia había puesto ante mis pasos para salvarme. Todavía tengo grabadas en mi corazón sus palabras de reproche y de perdón. Oró por mí e intercedió por su asesino. Siguieron 30 años de cárcel. Si no hubiera sido menor de edad, hubiera sido condenado a cadena perpetua. Acepté la sentencia merecida y, resignado, expié mi culpa. La pequeña María fue de veras mi luz y mi Protectora. Con su ayuda me porte bien en los 27 años de cárcel y, cuando la sociedad me aceptó entre sus miembros, procuré vivir honestamente.

Los hijos de San Francisco, capuchinos, con caridad seráfica me acogieron con ellos, no como siervo, sino como hermano, y con ellos convivo desde hace 24 años. Ahora espero sereno el momento de ser admitido a la visión de Dios, de volver a abrazar a mis seres queridos, de estar cerca de mi ángel protector y de su querida madre Asunción. Los que leyeren esta mi carta, quieran sacar la feliz enseñanza de huir del mal y siempre seguir el bien. Desde su niñez, piensen que la religión con sus preceptos no es algo que se pueda desatender, sino que es el verdadero consuelo y el único camino seguro en todas las circunstancias, incluso las más dolorosas, de la vida. ¡Paz y bien!".

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