La
fallecida había dado su consentimiento pero luego se negó tres veces
La doctora de La
Haya (Países Bajos) que fue absuelta del cargo de asesinato por haber
practicado la eutanasia a una anciana con demencia en 2016 ha roto su silencio
sobre el caso por primera vez desde que ocurrió. No solo no se arrepiente sino
que asegura volvería a hacerlo.
(LSN/InfoCatólica) Marinou Arends trabajaba en la
residencia de ancianos Mariahoeve en La Haya cuando quitó la vida a una mujer
de 74 años de edad que había consentido morir en cuando aún estaba en su sano
juicio, pero luego, en un estado más avanzado de demencia, no sólo confirmó su
consentimiento sino que se opuso.
Arends admite que mató a la
mujer a pesar de que ella dijo que no quería seguir adelante con la eutanasia.
«Aunque la mujer
dijo repetidamente que quería morir, cuando se le preguntaba directamente, decía
'todavía no'», explicó al Dutch News. «Un segundo
especialista estuvo de acuerdo en que ella estaba 'sufriendo insoportablemente'
en la residencia y al final, Arends le puso una medicación para dormir en su
taza de café. Cuando la mujer despertó y quiso sentarse, su yerno la empujó de
nuevo a la cama».
Arends fue acusada de
practicar ilegalmente la eutanasia sin asegurar el consentimiento, pero fue absuelta el pasado mes de
septiembre, y el juez
dictaminó que el cumplimiento de los deseos anteriores de la paciente
prevalecía sobre cualquier obligación de cumplir los más recientes.
«Es bueno tener
la confirmación: hazlo, sólo hazlo», dijo Arends esta semana en una entrevista con Dutch News. «Pero no pude obtener esta confirmación, y tuve que dar
este paso sin la misma. Fue tremendamente difícil, pero para bien.
Creía que estaba trabajando dentro de los límites de la ley».
Admitió que el paciente se negó a consentir que se le practicara la eutanasia no menos de tres
veces.
«Si le preguntaras: '¿Qué pensarías si te ayudara a morir?'» Arends
recordó, «ella miraba desconcertada y decía: 'Eso
es ir un poco lejos.'»
La doctora defendió la
colocación de un sedante en el café de la paciente sin su conocimiento,
alegando que era una «práctica aceptada» para evitar el «pánico», siempre y
cuando la persona con poder notarial (su marido) hubiera dado su
consentimiento.
Al final, se sintió
reivindicada por la decisión «unánime» de exculparla, defendiendo sus acciones como una «elección entre una residencia media de siete años, siete
años de sufrimiento, o -sobre la base del mensaje fundamental de su testamento
vital- darle la eutanasia que anhelaba».
FALSA COMPASIÓN
«Esta eutanasia
involuntaria fue motivada por la intolerancia contra las personas con demencia,
enmascarada como compasión». Así lo asegura Wesley Smith, director del
Discovery Institute’s Center on Human Exceptionalism, que se ocupa de
cuestiones relacionadas con el fin de la vida. «¿A qué otra conclusión podemos
llegar? ¿Que ya no tenía compos mentis (control sobre su mente), y por tanto su
opinión sobre su propia vida no era importante?»
En cuanto a la absolución
judicial de Arends, Smith explicó que «nunca hubo
ninguna posibilidad de que la doctora perdiera su licencia o fuera a la cárcel
por el homicidio», ya que el propósito del caso era «no castigar la
mala conducta, sino más bien sentar precedentes para que los médicos de la
muerte sigan adelante».
De hecho, es por eso que las supuestas directrices restrictivas no restringen
mucho de nada. Es todo un gran fraude.
No hay comentarios:
Publicar un comentario