BASADA EN
HECHOS REALES
El 12 de
enero de 2019 fui a visitar a una amiga. Teníamos bastante tiempo sin vernos,
habíamos perdido comunicación desde nuestra graduación. Me dio su dirección y
fui a verla; me estaba esperando antes de llegar a su domicilio y al venir
platicando para su casa, vi un niño a lo lejos, mi amiga se me quedó mirando y
me dijo:
-¿Qué tienes amiga?
Le
contesté nada, solo me llamó la atención ese parque, no
quise decirle nada sobre el niño, ella me comentó:
- Mira hace más de 10 años se robaron un niño de esta parte privada en este
parque estando mucha gente. Jamás se volvió a saber de él, sus papás estaban
aquí mismo, pero en segundos desapareció, lo buscaron, lo pasaron por las
noticias, y jamás supieron ni dieron con él. ¡Ellos vivían allá!- Y me señaló la casa, pero ya había otra familia, y por la descripción
que me dio, me di cuenta de que era el mismo niño que yo veía en esos momentos.
Mi amiga
me seguía contando, decía que a veces los niños
jugaban con alguien pero no veían quien era, y por las noches se podía ver una
silueta que hacía travesuras.
Lo
extraño era que yo no dejaba de ver aquel niño sonriéndome sin malicia.
Llegamos a su casa y me preguntó,
- ¿Te pasa algo?
-No,
solo me quedé con la espinita de lo que me contaste. Quizás alguien no lo
dejaba trascender.
- ¿Qué pasó? ¿Qué tienes? me das miedo, tú puedes ver esas cosas. ¿Viste
al niño en el parque verdad?
Le
contesté no, mintiendo.
Pasaron
las horas y me despedí de ella, haciendo la promesa de vernos más seguido.
Me invitó
a una fiesta en honor a su sobrina que se celebraría en el parque al cual
acepte la invitación.
Al
retirarme de su casa pase por el parque y de nuevo vi al niño estaba allí, me
decía adiós desde un columpio sonriendo. De repente me señaló hacia un costado
con su mano donde había un arenero, cuando volteé me decía que sí con su
cabeza, no entendía por qué hacía eso pero sentí un frio recorrer todo mi
cuerpo justo al pasar por ese arenero.
Llegó el
sábado y me reuní con mi amiga nuevamente, al llegar al parque, sentí el
ambiente muy frío, pesado, a pesar que era una fiesta, sentía esa alma vagando
que nadie notaba. Vi una mesa sola y me senté mientras mi amiga ayudaba a su
cuñada a repartir comida a los invitados. Al voltear hacia el arenero, escuché
un susurro en mi oído. ¿Me tienes miedo? Le
contesté,- ¡no! No tengo miedo.- Me dio una
palmada y se fue corriendo, se escuchaba su risa y entre los árboles le veía correr
con su ropa en harapos y los tenis llenos de humedad, pero al querer salir
hacia la banqueta se frenaba y se veía su rostro oscuro con las cuencas vacías
sin ojos y sus manos estiradas como si no pudiera cruzar alguna línea.
Me paré y
fui a donde estaba el niño, mi amiga me dijo:
- ¿lo ves verdad?
¡Le
contesté que sí, ya no lo negué! Me
acerqué haciendo como que se me había caído algo quedando frente a él y me
dijo:
- me llamo Miguelito y extraño mucho a mis papás, me dejaron sólo y
donde estoy hace frio, no sé por qué no regresaron por mí.
Agachó la
cabeza y dijo mi nombre, sentí escalofríos, ¿cómo sabía
mi nombre? Lo paranormal estaba en uno curso muy fuerte, me transmitió
el por qué no podía pasar ese límite. Se
encontraba atrapado en una especie de limbo puesto que no sabía que ya estaba
muerto, esperaba con ansiedad que sus papás fueran por él.
Entonces
la niña del cumpleaños fue a partir el pastel, y vi que decía algo y dejaba
pastel donde no había nadie… pasó a mi lado y me dijo:
- Miguelito es mi amigo pero nadie me cree, es un niño y lo veo, tenemos
la misma edad, dice mi mamá que es mi amigo imaginario, - me sonrió y regresó al lugar
donde estaban los demás.
Me
acerqué donde estaba Miguelito, y miré que olía el pastel, me dice:
- no puedo comerlo pero si olerlo y ella es mi amiga, algunas noches voy
a su casa para no estar solo. De noche sí puedo cruzar y hasta he ido a mi casa
pero viven otras personas. ¿Me puedes decir dónde están mis papás?
-
Yo no vivo aquí,- le dije, -No sé dónde están tus papás.
En eso
llegó la niña muy triste y le dijo:
- cuando esté grande yo te voy a sacar de aquí!
Me agaché
con la niña y le pregunté:
-
¿dónde está Miguelito?
- está aquí enterrado- me contestó.- Un señor se lo llevó hace
mucho tiempo y lo dejó ahí abajo, dice que tiene frío y esta sólo… ¿ayúdalo por
favor?
-
Sí le voy a ayudar, te prometo que Miguelito ya no va estar solo!-
Y me fui
a la fiesta, sólo debía esperar la noche, era lo único que necesitaba para
saber qué le había sucedido a ese niño. Cuando terminó la fiesta ya eran las 8:
30 pm y mi amiga se ofreció para llevarme a mi casa pero yo me negué, debía
estar sola para lo que quería hacer y me despedí de ella.
Me dirigí
al parque y me senté en una banca, entonces Miguelito me volvió a susurrar:
-¡tengo frio quiero ir a mi casa! ¡Por favor ayúdame! Volteé y lo miré, le pregunté:
-
¡Miguelito! ¿Qué pasó aquí en el parque? ¿por qué jamás apareciste?-
Y me
dijo: - yo vine con mis papás y una señora me dijo,
¿tienes calor? Y me dio una paleta que al comerla me dio sueño, desperté en una
casa donde había muchos juguetes y mas niños, unos lloraban y otros estaban
muertos sin algunas partes de su cuerpo, vi un señor alto muy feo, sucio, en
sus manos tenía un lazo, agarró a un niño se lo puso en el cuello y lo colgó.
Empecé a gritar fuerte y quise salir corriendo pero me cogió de la mano y se
reía mucho. Me llevo a un cuarto como el de mi casa, me pegó mucho y me amarró
a una mesa y me dijo:- necesito tus ojos lo siento,- grité y grité, ya no supe que pasó, me metieron en una
bolsa, pensé que veníamos con mis papás pero no fue así, la señora de la paleta
y otros señores festejaban haciendo un hoyo grande y me aventaron aquí.
Me hizo
sentir lo que había vivido y un horrible escalofrío recorrió mi cuerpo. Su trasparente
silueta estaba en mí. Me hacía sentir los golpes que le dieron y como había
luchado por su vida y los esfuerzos que hizo por aguantar cuando le quitaron
sus ojos dejándolo desangrarse hasta morir. Me pidió un abrazo diciendo que se
sentía solito; de mi bolsa saqué una vela que había tomado del pastel sin que
nadie me viera y de entre las cosas también saqué un pequeño envase de un
dulce. Prendí la velita, le eché cera para poder ponerla dentro y la metí en un
pequeño hoyo que improvise en la arena. Luego me quité un rosario que siempre
traigo conmigo y empecé a pedirle a Dios que permitiera el descanso de este
espíritu limpio y puro y devolviera lo que era del polvo al polvo.
Tenía su
permiso para invocar a la señora de la llave de los muertos, porque él le dio a
la muerte esa llave para llevarse las almas a su descanso eterno. Nunca había hecho
esto, lo hice por el alma de ese niño que estaba entre dos mundos paralelos en
la oscuridad y adversidad.
Oraba y
rezaba parada en medio de la vela y el rosario. Le grité:
-
¡Miguelito, Miguelito! ¡Vámonos hijo a casa, ya es tarde!
Y él me
dijo: -estoy listo! Gracias mis papás me están
esperando, ya me puedo ir.
Miré que
el niño camino y dio un paso entre una luz y una puerta y con su manita me dijo
adiós y al voltear a ver la velita no había nada, solo el rosario en una
posición horizontal, como si me lo hubiera devuelto. Lo recogí y muy claro
escuché como un susurro del viento en mi oído. -¡Gracias
señora!- Y sentí una manita en mi rostro que me hizo suspirar. Me di
cuenta de que había partido a donde pertenecía.
Ya
pasaron 3 meses y no lo he vuelto a ver. A veces paso por el parque todo se ve
normal.
En
el mes de marzo encontraron sus restos, y supe también que sus padres murieron
en un accidente automovilístico, a los meses de su desaparición. Ahora ya están
juntos. Las autoridades jamás supieron quien hizo algo tan aberrante.
Esto
sucedió en Tijuana, es una historia real...
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