Sobre la “madre de
todas las revoluciones” (la Revolución Francesa) hemos hablado ya varias veces
en este sitio. Pero parece que nunca es suficiente. Las divisas de “libertad,
igualdad, fraternidad… o muerte", son estúpidamente enseñadas como
mágicas palabras de este mundo tiránico de pensamiento único.
Pero cada tanto a alguno se le
escapa la liebre y las verdades van surgiendo. Como ahora, que dos siglos
después, los diarios comienzan a dar noticia de ese romántico, silencioso y
económico instrumento inventado por José Ignacio Guillotin, como señala hoy,
entre otros el diario ABC al decir que, tras
varios años de investigaciones, se han descubierto, ocultos en la Capilla Expiatoria de París, los huesos de más de 500 franceses guillotinados en la antigua Plaza de la Revolución,
la actual Plaza de la Concordia.
¡Toda una
revelación! Claro, al
menos para el vulgo que se ha “tragado” lo
de la “democrática” y “popular” revolución de los franceses. Tan
democrática y popular que según sus estadísticas dejó el siguiente saldo de
guillotinados: 31 % eran obreros o artesanos; el
28% campesinos; el 20% mercaderes o comerciantes; el 9% nobles y el 7%
eclesiásticos…
La silenciosa máquina se
estrenó el 27 de abril de 1792. El 16 de agosto se la colocó en la Plaza del
Carrousel, frente a las Tullerías auque, más adelante, en la época de
Robespierre, se la trasladase frente a la antigua Bastilla, en la plaza de San
Antonio. Las crónicas narran que, el hedor de la sangre coagulada
era tan insoportable que apenas
si uno podía pasar a varios metros de la plaza contaminada y llena de moscas.
Hoy, al menos para el gran
público, estas cosas comienzan a hacerse conocidas. Porque es así nomás: si uno no piensa, puede perder la virilidad; pero si piensa,
puede perder la cabeza…
Que
no te la cuenten…
P. Javier
Olivera Ravasi, SE
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