Muchos jóvenes
llevados por distintas razones abandonen la fe, ¿cómo proceder?
Por: Silvana Ramos | Fuente: Catholic-link.com
No es una situación poco frecuente (ojalá lo
fuera) que hoy en día muchos jóvenes (sobre todo cuando ingresan a la
universidad) llevados por distintas razones abandonen la fe. Las causas pueden ir desde la influencia de los amigos, las
modas, un racionalismo intenso, información incompleta hasta la decepción por
la misma iglesia. Sea cual fuere la razón, para padres católicos el que su hijo
formado en la fe la abandone, es un dolor muy grande. Un dolor que
inevitablemente viene acompañado de culpa: ¿qué fue
lo que hice mal para que mi hijo ya no crea en Dios?
Más allá de lo bueno y malo que hacemos como
padres, porque para padre perfecto solo el celestial, lo primero que hay que
entender es que nuestros hijos nos fueron dados como un encargo precioso. Pero,
por decirlo de alguna manera; no son nuestros. Su formación es nuestra
responsabilidad primera y nuestro deber. Llegada la edad adulta sus decisiones,
son suyas. Siempre seremos sus padres, siempre seremos sus referentes pero, las
decisiones del curso de su propia vida las tomarán ellos mismos. Así como las
tomamos nosotros.
Un buen amigo me decía que es necesario recordar
que el amor a nuestros hijos constituye también un camino de santidad, de
prueba y de amor incondicional. Diciendo esto les dejamos una serie de
reflexiones que podrán servir de ayuda para enfrentar la difícil situación de
nuestros hijos que de pronto dicen no creer más en Dios.
1. LO QUE HAS FORMADO DESDE PEQUEÑO SE ENCUENTRA AÚN AHÍ
Todo el esfuerzo que has hecho por formarte como
padre, por darles lo mejor, y no me refiero solo a lo material, se encuentra
ahí, en el interior de tu hijo. Lo que le has enseñado ha moldeado de una
manera importante el tipo persona que es hoy. En la edad adulta verás los
frutos de ese esfuerzo inagotable por formarlos en la fe, en las virtudes, en
los buenos modales, en el respeto, en la libertad. Lo que sembramos en nuestros
hijos pequeños dará fruto en la edad adulta. Y si en este momento
pareciera que todos tus esfuerzos han caído en saco roto, no desesperes, ten
paciencia y esperanza. Tu trabajo no ha sido en vano.
2. ESCÚCHALO, TRÁTALO CON RESPETO E INTERÉSATE POR SU
DECISIÓN
En lugar de entrar en desesperación y dejarte
llevar por solo por el sentimiento, respira. Antes de hablar primero escucha,
interésate por él. No te dejes llevar por la indignación y te enredes en
sermones que podrían ocasionar que tu hijo se aleje. Escucha sus
razones, pregúntale y sigue escuchando. Trata de conocer su pensamiento, sus razones, sus anhelos e
ilusiones. Solo con esa información, sabrás qué camino ir tomando.
3. NO TRATES DE CONVENCERLO
No empieces una campaña
incesante de convertir al hijo, es muy probable que consigas el resultado
contrario. Esto no significa que ustedes, los padres,
dejen sus prácticas religiosas o dejen de hablar de Dios frente a su hijo. Por
el contrario continúen con ellas como siempre y sean cada vez más coherentes
con su fe y vida cristiana. Muchas veces la decepción a causa del proceder de
algunos cristianos es un factor clave para que los hijos dejen de lado la fe.
No lo fuercen a rezar, pero que tu actitud frente a la oración sea un ejemplo.
No es que seas indiferente, puedes hablar abiertamente de tu pensamiento y tu
fe, dejar que él te escuche así como tú lo escucharás a él. Es una
situación oportuna para aprender a conversar y a respetarse.
4. NO LO MANIPULES CON CASTIGOS O LE CORTES LA AYUDA A
CONDICIÓN DE SU FE
Condicionar su fe a tu
ayuda no va a llevar la relación a ningún buen lugar.
Nuestra fe no es una obligación impuesta por alguien, nuestra fe es una
relación de amor, un regalo. Jesús no se acercó diciendo: «Te obligo a creer en mí». Jesús se volvió pequeño
como uno de nosotros y con paciencia, ternura y con su ejemplo de vida nos
mostró el camino. Como cristiano sigue ese ejemplo de Jesús que es cercano,
paciente, amble y todo lo provee.
5. MUÉSTRALE LA ALEGRÍA DE TENER UNA RELACIÓN CON DIOS
Nuestra fe no es simplemente creer en algo. La
riqueza de nuestra fe está en que consiste en una relación con Alguien. No se
trata de una serie de normas a cumplir sin razón y que hacemos mecánicamente.
Nuestra fe nace de un encuentro con otra persona, la persona de Cristo Jesús.
En una situación así, más que mil palabras, valdrá el ejemplo de tu vida
cotidiana. Tu coherencia, tu alegría,
tu trato con los demás, tu amor firme e incondicional.
6. INCLÚYELO EN TUS ACTIVIDADES SIN FORZARLO
Así como tú respetas y a la vez conversas sobre
su decisión, de la misma manera muéstrale tu pensamiento y conversa sobre él.
No tengas miedo a mostrar tu fe, continúa haciéndolo partícipe e invitarlo
siempre que puedas (aunque él diga que no) a tus actividades religiosas,
incluso a campañas de ayuda social. Invítalo a misa (por lo menos pregúntale si
te acompaña), continúa con las celebraciones Pascuales, Navideñas, hazlo partícipe como siempre. Celebra junto a él con alegría. La decisión de participar o no
será suya, pero lo más probable es quiera ir (a algunas por lo menos). Estas
celebraciones han formado parte de su historia desde siempre y además están
llenas de amor.
7. NO CAIGAS EN LA TRISTEZA Y EN LA DESESPERANZA
Puede que él haya decidido no creer en Dios,
pero recuerda que Dios siempre cree en él. Es su creador, su Padre y nunca lo
dejará desamparado, aunque a veces así parezca. No te dejes caer en la
tentación de pensar que tu hijo será condenado, ese es asunto solo le compete a
Dios. A nosotros nos compete el amar y entregarnos al servicio de los demás.
Así que en lugar de dejarte vencer por la tristeza y la desesperanza, confía en Dios aún con más fuerza.
8. QUE SANTA MÓNICA SE VUELVA TU MEJOR AMIGA
Santa Mónica es nuestra aliada por excelencia en esta
misión. Ella sabe y conoce perfectamente la situación de un hijo alejado de
Dios. Recurre a ella para que interceda por tu hijo y como ella ofrécele a Dios
todos tus pesares y dolores. Ora constantemente y sin cansancio. El camino
hacia la conversión de nuestros hijos pasa indiscutiblemente por nuestra propia
conversión. Por pedirle a Dios cada día más fe, y por entregarnos de una manera
cada vez más completa. Y así como el obispo le dijo a Santa Mónica: “Esté tranquila, es imposible que se pierda el hijo de tantas lágrimas”.
BONUS: FÓRMATE CONTINUAMENTE
A veces, ante las preguntas de nuestros hijos
nos quedamos sin respuestas, no porque la pregunta sea difícil, sino porque
simplemente no nos hemos informado bien. En la fe es importante la práctica
pero también es muy importante la formación, el conocer nuestra historia como
católicos y los fundamentos de nuestra vida cristiana. Fórmate constantemente,
consulta fuentes confiables, cultívate y aprende todos los días a ser
un mejor padre.
«Cuánta dignidad y cuánta
ternura en la espera de ese padre que está en la puerta de casa esperando que
el hijo regrese. Los padres deben ser pacientes. Muchas veces no hay otra cosa
que hacer más que esperar; rezar y esperar con paciencia, dulzura, magnanimidad
y misericordia» (Papa Francisco – 4 de febrero de 2015).
Artículo originalmente
publicado en Catholic-link.com
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