Una pequeña
selección de varones, que amando a Dios, a sus hijos y al prójimo, alcanzaron
la santidad.
Por: Catholic.net | Fuente: Catholic.net
A lo largo de la historia de la Iglesia se han
sucedido ejemplos numerosos de padres cristianos que han ayudado a recorrer con
su abnegación personal, los primeros pasos de la entrega de sus hijos. Su
paternidad se ha abierto hacia horizontes insospechados y han buscado "lo mejor para Dios", lo mejor para sus
hijos, aunque fuese lo más duro para ellos, aunque tuviera que estar amasado
con su sacrificio personal.
No hay que remontarse a los primeros siglos del
cristianismo, cuando la entereza con que los padres cristianos afrontaban el
martirio era el mayor acicate para sus hijos: los
testimonios de padres que han preparado con generosidad la entrega de sus hijos
recorren todo el arco de la historia, en la que se suceden testimonios
emocionantes de desprendimiento y generosidad. Te
aseguro -escribía Santo Tomás Moro a su hija Margarita- que antes que por descuido mío se echen a perder mis
hijos, capaz soy de gastar toda mi fortuna y despedirme de negocios y
ocupaciones para dedicarme por entero a vosotros..."
Recordemos ahora a algunos
de ellos, padres que fueron ejemplos de santidad para sus hijos y para la
humanidad entera.
San José,
esposo de la bienaventurada Virgen María, varón justo, nacido de la estirpe de
David, que hizo las veces de padre al Hijo de Dios, Cristo Jesús, el cual quiso
ser llamado hijo de José y le estuvo sujeto como un hijo a su padre († s.I).
San Vital de Ravena,
mártir del siglo II, que defendió tenazmente la fe, padre de los Santos
Gervasio y Protasio.
San Vicente Madelgario, que,
con el consentimiento de su esposa santa Valtrudis, abrazó la vida monástica y,
según cuenta la tradición, fundó dos monasterios († c.677).
San Esteban rey de Hungría, veló
por la propagación de la fe de Cristo entre los húngaros y puso en orden la
Iglesia en su reino, dotándola de bienes y monasterios. Justo y pacífico en el
gobierno de sus súbditos, murió en Alba Real (Székesfehérvár), en Hungría, el
día de la Asunción, entrando su alma en el cielo († 1038).
San Isidro Labrador, que
juntamente con su mujer, santa María de la Cabeza o Toribia, llevó una dura
vida de trabajo, recogiendo con más paciencia los frutos del cielo que los de
la tierra, y de este modo se convirtió en un verdadero modelo del honrado y
piadoso agricultor cristiano. († 1130)
San Luis IX, rey de Francia, que, tanto en tiempo de
paz como durante la guerra para defensa de los cristianos, se distinguió por su
fe activa, su justicia en el gobierno, el amor a los pobres y la paciencia en
las situaciones adversas. Tuvo once hijos en su matrimonio, a los que educó de
una manera inmejorable y piadosa, y gastó sus bienes, fuerzas y su misma vida
en la adoración de la Cruz, la Corona y el sepulcro del Señor, hasta que,
contagiado de peste, murió en el campamento de Túnez, en la costa de África del
Norte († 1270).
Santo Tomás Moro, padre
de familia de vida integérrima y presidente del consejo real, por mantenerse
fiel a la Iglesia católica y haberse opuesto al rey Enrique VIII en la
controversia sobre su matrimonio y sobre la primacía del Romano Pontífice, fue
encarcelados en la Torre de Londres, en Inglaterra, y finalmente ejecutado el
día 6 de julio de 1535.
San Felipe Howard,
padre de familia y conde de Arundel, perdió gracia ante la reina Isabel I por
haber abrazado la religión católica, a causa de lo cual fue encarcelado, y
llevó una vida de oración y penitencia, en la pobreza y en las pruebas, hasta
alcanzar la corona del martirio el 19 de octubre de 1595.
Beato Devasahayam (Lázaro) Pillai, en
Aral Kurusady, India, Beato Devasahayam (Lázaro) Pillai, laico asesinado por
convertirse del hinduismo al catolicismo. († 1752)
Beato Federico Ozanam,
hombre esclarecido en erudición y piedad, defendió y propugnó con su eminente
doctrina las verdades de la fe, prestó asidua caridad a los pobres en la
Sociedad del San Vicente de Paúl y, como excelente padre de familia, hizo de su
hogar una iglesia doméstica († 1853).
San Luis Martin,
esposo de santa Celia Guerín y padre de Santa Teresita del Niño Jesús,
canonizado conjuntamente con su esposa, él llevó una vida tan ordenada que sus
amigos decián: «Luis es un santo».
San Manuel Morales,
esposo fiel, padre cariñoso con sus tres pequeños hijos,
trabajador cumplido, laico comprometido en el apostolado de su parroquia y
mártir († 1926)
Beato Carlos I de Habsburgo,
emperador y rey, que tenía un gran amor a la Eucaristía y al Corazón de Jesús,
quien vio en su corona la oportunidad de seguir a Cristo y cuidar del pueblo
que le era encomendado († 1922).
Beato Ezequiel Huerta Gutiérrez,
esposo y padre ejemplar de numerosa familia, muy devoto de la sagrada
Eucaristía, comulgaba con frecuencia. Muy caritativo, compartía sus bienes
entre los necesitados († 1927)
Beato Franz Jägerstätter,
padre de 4 hijas, la primera de ellas siendo aún soltero y
antes de su conversión, fue un campesino austríaco, que murió guillotinado por
negarse, en obediencia al Evangelio, a servir militarmente a un régimen
contrario a la dignidad humana († 1943).
Bibliografía:
Hijos para el Cielo
Santoral de Catholic.net
Hijos para el Cielo
Santoral de Catholic.net
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