GREGORY MANSOUR CUENTA SU EXPERIENCIA
CON EL CORONAVIRUS Y LAS LECCIONES QUE HA EXTRAÍDO
ESTE OBISPO MARONITA DESDE 2004 ASEGURA QUE ESTE
TIEMPO DE ENFERMEDAD LE HA APORTADO VARIAS LECCIONES ESPIRITUALES / CNS
Durante
las últimas semanas en las que el coronavirus se ha convertido en una pandemia
mundial dejando a su paso decenas de miles de muertos, millones de contagiados
y países enteros confinados la Iglesia Católica, a través
de muchos de sus sacerdotes, ha estado al pie del cañón para auxiliar a
enfermos y personas afligidas.
Cada vez
son más conocidos los actos heroicos que han realizado muchos sacerdotes en
esta pandemia. Muchos han acabado contagiados y cientos de ellos
han muerto en todo el mundo debido
al virus y cumpliendo fielmente su misión. Y otros aunque no han fallecido no
han dudado en arriesgar su vida.
EL
AUXILIO QUE NADIE PRESTÓ A UN HOMBRE EN PLENA CALLE
Esta
entrega abnegada no sólo se ha dado entre sacerdotes sino que también ha
ocurrido entre los obispos. Y de Estados Unidos ha llegado el testimonio en
primera persona de monseñor Gregory J. Mansour,
obispo de la Eparquía maronita de San Marón, con sede en Brooklyn, y responsable de los
católicos de rito maronita de los estados Nueva York, Nueva Jersey,
Pensilvania, Florida, Georgia, Carolina del Norte, Carolina del Sur, Delaware,
Virginia, Distrito de Columbia, Maine, Nueva Hampshire, Vermont, Massachusetts,
Rhode Island, Connecticut y Maryland.
Mansour
ha sido una de las miles de víctimas del coronavirus, pero se contagió al
auxiliar a una persona en la calle del barrio neoyorquino de Brooklyn con
signos visibles del virus y que se desplomó al suelo mientras tosía sin parar. Pese a que sabía a lo que se arriesgaba fue la
única persona que decidió ir en su ayuda.
"No me arrepiento de nada, incluso cuando yo estaba sufriendo" por el virus, relató el obispo en NET TV, tal y
como recoge Catholic News Service.
Este
obispo estadounidense de ascendencia libanesa y de 64 años de edad recuerda que
en aquel momento y con la calle repleta
la gente le
gritaba para que se mantuviera alejado de aquel hombre que tosía en el suelo. Sin
embargo, el decidió ir en su ayuda hasta que la ambulancia llegó y lo trasladó
al hospital.
"FUE
UN INSTINTO NATURAL"
Preguntado
si tras haber estado durante semanas enfermo y ante el riesgo de haber podido
morir repetiría esta acción contestó que lo volvería a hacer sin dudarlo. “Esta persona estaba realmente en mal estado y todo el mundo estaba de
pie sin hacer nada. Ni siquiera pensé en nada, fue como
un instinto natural”.
Una
semana después, a finales de marzo, el obispo maronita con sede en Nueva York
comenzó a desarrollar los síntomas del coronavirus y durante varias
semanas estuvo enfermo. Finalmente a finales de abril le realizaron la
prueba y se confirmó que había tenido Covid-19 y que ahora ya tiene
anticuerpos. “Ahora tengo defensas, así que puedo
seguir adelante”, afirma contento este obispo.
Gregory
J. Mansour confiesa que haber padecido el virus le ha dado un “mejor sentido de la comunión” con
respecto a los sacerdotes y tantos otros que han caído enfermos. Y por ello, ni
se considera un héroe ni nada parecido: “Hay tanta
gente pasando por esto, sufriendo y muriendo”.
LECCIONES
ESPIRITUALES APRENDIDAS DURANTE LA ENFERMEDAD
El obispo
afirma que su experiencia con el virus también le ha enseñado algunas lecciones
espirituales. "Cuando estás solo realmente te tomas
el tiempo para mirar sinceramente tu relación con Dios y tu propio comportamiento, tus propios pensamientos y
vida emocional y para alinearlo más cerca de la voluntad de Dios", asegura.
También
señala que está "muy agradecido de haber pasado” por esta
experiencia y particularmente
agradecido con todos los que estaban en la primera línea: médicos, enfermeras, trabajadores minoristas y
farmacéuticos por “dar la vida por los demás”.
A día 4
de mayo, Nueva York es uno de los principales focos de coronavirus del mundo
con 312.977 personas diagnosticadas y más de 24.000
muertos.
OBISPO
DE ESTA EPARQUÍA DESDE 2004
Monseñor
Gregory nació en 1955 en Michigan (EEUU) siendo el mayor de los seis
hijos de George y Gloria (Farhat) Mansour. Sus
antepasados, tal y como él mismo cuenta, provienen de Ehden, Tibneen y Damour
en el Líbano, Nazaret en Israel y Damasco (Siria).
Se
licenció en Educación para la Salud en la universidad y sólo después este
católico maronita ingresó en el Seminario Maronita de Nuestra
Señora del Líbano en Washington. Fue ordenado sacerdote en 1982 y además de
ampliar estudios en Roma y en distintas universidades de EEUU sirvió en varias
parroquias de este rito oriental así como en la curia.
Fue en
2004 cuando San Juan Pablo II le nombró tercer obispo
de la Eparquía de San Marón de Brooklyn. Además de su carácter provida es uno de los
grandes referentes de la libertad religiosa tanto en Estados Unidos como en
países en los que los cristianos son perseguidos por su fe.
Actualmente,
la Eparquía de Saint Maron de Brooklyn está compuesta
por 45 parroquias y misiones, un
seminario en Washington DC, así como un convento y monasterio en Massachusetts.
Javier Lozano / ReL
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