Maiestas Mariae es
un concepto mariológico y de la historiografía del arte para referirse al
concepto de la Virgen como trono del Niño Dios.
Por: Francisco Ros Gascóns / Otros | Fuente: www.mercaba.org / iconografiaartecristiano.blogspot.com.es
Theotokos es una
palabra griega que significa Madre de Dios (literalmente, 'la que dio a luz a Dios'). Su equivalente en
español, vía latín, es Deípara. Es el título que la Iglesia cristiana temprana
le dio a María en el Concilio de Éfeso de 431 en referencia a su maternidad
divina.
MAIESTAS
MARIAE
Theotókos
es también un tipo iconográfico de la Virgen en el arte
bizantino, en el que aparece sentada en un trono con el Niño Jesús en su
regazo, mirando ambos al frente. En este modelo iconográfico se basa otro
característico del arte románico: la Maiestas
Mariae (majestad de María o
suprema alteza –en los cielos).
Maestà
("majestad" en
italiano) es la denominación de un tema iconográfico del arte cristiano
medieval occidental que representa a la Virgen en Majestad, una forma de
representar la Virgen con el Niño en que la Virgen María aparece entronizada;
de forma similar a la Theotokos del arte bizantino.
Maiestas Mariae
("Majestad de María" en
latín) es un concepto mariológico y de la historiografía del arte para
referirse al concepto de la Virgen como trono del Niño Dios.
Es una iconografía propia del Románico y el
Gótico, que se divulga a partir del siglo XII, fundamentalmente en las iglesias
dedicadas a María y en algunas dedicadas a algún santo. La visión del Cristo
apocalíptico (Pcrantoator) fue sustituida por la de la Virgen, como
trono del Salvador y mediadora entre los hombres y Dios.
El culto mariano se popularizó
extraordinariamente en la Baja Edad Media, al mismo tiempo que, intelectual y
sociológicamente, se producía la sublimación del concepto bajomedieval de mujer
(el amor cortés de los trovadores).
MARÍA,
TRONO DE LA SABIDURÍA
La palabra Sabiduría tiene en la Sagrada
Escritura varios significados: en primer lugar la Sabiduría personal o
subsistente, esto es, el Verbo Divino, y Jesucristo como Hombre, ya que en Él
la Humanidad creada estaba unida a la Divinidad en unidad de persona; en
segundo lugar, la Sabiduría impersonal, hábito o cualidad de los seres
inteligentes, y por último, la Sabiduría, Don del Espíritu Santo.
Bajo estos tres significados la Virgen María es
llamada y es verdaderamente Trono o Sede de la Sabiduría.
María Santísima, Trono de la Sabiduría, de la
Sabiduría personal. El Verbo es el perfecto y subsistente conocimiento de todo
el ser Perfectísimo e Infinito que es el Padre.
El Verbo Divino se encamó en el seno purísimo de
María, así vino al ser Madre de Dios, Madre del Verbo, Madre de Cristo Hombre,
Madre de la Sabiduría.
Por eso, principalmente se le invoca como Trono
de la Sabiduría porque puso el Verbo su sede en las Purísimas entrañas de Ella.
Él se hizo para Sí, en el seno Virginal, una
morada muy digna y escogida, habitó en Ella, y después de nacer fue llevado en
sus brazos durante sus primeros años y estuvo sentado sobre sus rodillas.
Siendo realmente también, por decirlo así, el Trono humano de Aquel que reina en
el Cielo.
MARÍA
SANTÍSIMA, SEDE DE LA VIRTUD DE LA SABIDURÍA
El hábito de la Sabiduría reside en el
entendimiento del ser humano y tiene por objeto propio el conocimiento de las
cosas naturales y sobrenaturales y sus causas, se eleva al conocimiento y contemplación
de la Causa primera e increada, necesaria, absoluta, es decir, Dios; ve y
contempla a Dios en todas las cosas de la naturaleza, todo lo refiere a Dios,
se remonta hasta Dios y en El descansa; de todo lo creado toma base para
admirar, bendecir y amar a Dios, último término al cual están dirigidas todas
las cosas. Y es así como esta Sabiduría, de especulativa se hace práctica, de
estéril se convierte en operativa, del entendimiento pasa al corazón y lo
ensancha y lo consuela y le infunde un gozo, un sabor y una unción, por lo cual
precisamente se llama Sabiduría.
Por encima de todos los santos, María poseyó en
grado perfecto la virtud de la Sabiduría, más aún, Ella es la Sede de la
Sabiduría. Fue dotada por Dios de un entendimiento naturalmente perfecto,
ejercitado y enriquecido por la continua y altísima contemplación y por el
conocimiento de la Escritura.
María, después de Jesucristo, tuvo el corazón
mejor dispuesto para la gratitud, para la admiración, para el amor: disposición
acrecentada hasta el máximo por la fiel correspondencia a la obra de la gracia
que la llevó al más perfecto conocimiento de Dios posible a una mente creada.
MARÍA,
SEDE DEL DON DE SABIDURÍA
Hay una Sabiduría que no se adquiere con los
recursos humanos, sino que es un Don sobrenatural infundido por el Espíritu
Santo.
Este Don, como enseña Santo Tomás de Aquino, es
distinto en su naturaleza del hábito de la Sabiduría.
Este Don consiste en un profundo conocimiento de
Dios y de sus altísimos misterios, conocimiento encaminado no tanto a
satisfacer la inteligencia que contempla, cuanto a alimentar y atraer la
voluntad con la fuerza del amor. El alma en la que se ha desarrollado este Don
se sumerge y se abisma enteramente en Dios, en sus perfecciones Infinitas y en
sus Misterios, y allí se goza de tal manera que todo lo que no es de Dios o no
conduce a Dios se le hace pesado y enojoso, le resulta insípido.
En los treinta años que vivió en íntima unión
con la Sabiduría Encarnada, cuántas veces recibiría María en el secreto de la
Casa de Nazaret los vívidos rayos de la Sabiduría Eterna en los que Ella
recogía hechos y misterios; palabras y recuerdos en el santuario de su corazón
y los conservaba. Era el tesoro de las diversas riquezas que, pasando por su
alma de Madre, se convertían en leche de vida, de sabiduría y de gracia para
sus hijos. Ella más que ninguna criatura angélica o humana, penetró en los
profundos Misterios de la Divinidad, rozando, por decirlo así, los confines de
lo Infinito.
María llevó en su seno a la Sabiduría Increada
pero su mente y su corazón fueron más anchos y capaces que su mismo seno, dice
San Buenaventura. Con toda razón, la Iglesia la invoca Trono de la Sabiduría.
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