Hoy se celebra la fiesta de San Luis María
Grignion de Montfort, el “esclavo de María”, quien propagó
la devoción a la Santísima Virgen y por lo cual obtuvo diversos padecimientos.
San Juan Pablo II tomó de él su frase mariana “Totus
Tuus” (Todo tuyo) como lema de su
pontificado. San Luis María Grignion de Montfort también solía
decir: "A quien Dios quiere hacer muy santo,
lo hace muy devoto de la Virgen María”.
San Luis nació en Montfort (Francia) un 31 de enero de 1673. Era muy
tímido, prefería la soledad y tenía gran devoción por la Eucaristía y la Virgen
María. Para ir a Misa tenía que caminar dos millas hasta la Iglesia. Cuando
estudiaba con los jesuitas, visitaba el templo antes y después de clases.
A los 20 años siente el llamado a la vida sacerdotal. En el seminario de
París, el ser bibliotecario le permitió leer muchos libros de la Virgen María,
y como velador de muertos comprendió que todo en este mundo era vano y
temporal.
Los superiores no sabían si tratarlo como un santo o como un fanático y
pensando mal de él, lo mortificaban, humillaban e insultaban en frente de
todos. Era incomprendido por sus compañeros, quienes se reían de Luis y lo
rechazaban. Pero el santo se mantenía firme en la paciencia como participación
de la cruz de Cristo.
A los 27 años es ordenado sacerdote, escogiendo como lema: “ser esclavo de María”. Los superiores sin saber
qué hacer con él, le negaron que ejerciera la confesión y predicación,
manteniéndolo con oficios menores.
Más adelante estuvo en un pueblo enseñando catequesis a los niños y
luego fue nombrado capellán del Hospital de Poitiers, asilo para pobres y
marginados. Su simplicidad y naturalidad para servir a los necesitados junto a
las enseñanzas marianas que propagaba hicieron que fuera visto como un peligro.
Cuando vuelve a París, crean falsos testimonios contra él, sus amigos
más íntimos lo rechazaron y el Obispo lo mandó callar. Luego comprendería la
razón de los ataques a la doctrina mariana que propagaba: el demonio lo aborrecía.
San Luis acude al Papa Clemente XI para saber si estaba errado en sus
enseñanzas, el Pontífice lo recibe y le da el título de Misionero
Apostólico.
De esta manera realizó cientos de misiones y retiros que se
caracterizaron por el rezo del Santo Rosario, procesiones y cánticos a la
Virgen, animando a retornar a los sacramentos. “A
Jesús por María”, era su propuesta.
En este contexto fue perseguido también por los herejes jansenistas, que
decían que no se debía recibir casi nunca los sacramentos porque nadie es
digno.
Fundó las congregaciones “Hijas de la
Sabiduría” y los “Misioneros Montfortianos (Compañía
de María)”.
Escribió el “Tratado de la
verdadera devoción a la Santísima Virgen”. Algunos pensadores católicos llegaron a
considerar esta obra como una exageración al culto de la Madre de Dios, pero la
Iglesia no encontró ningún error.
San Luis partió a la Casa del Padre el 28 de abril de 1716 con tan sólo
43 años. Fue enterrado en la Iglesia de Saint-Laurent. 43 años después, la
Beata María Luisa de Jesús, la primera de las “Hijas
de la Sabiduría”, murió el mismo día, a la misma hora y en el mismo
lugar que San Luis. Luego fue enterrada al lado de Montfort.
Siglos después, San Juan Pablo II lo tomó como referencia en su
encíclica “Redemptoris Mater” y visitó la
tumba de San Luis, a pesar de que sembraron una bomba junto al nicho y que fue
descubierta providencialmente.
Redacción ACI Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario