martes, 14 de abril de 2020

DIOS DECRETÓ (A TRAVÉS DE CAUSAS SEGUNDAS) QUE EL CARDENAL PELL SEA LIBERADO


De verdad, es algo tan emotivo escuchar a esta víctima de la justicia. Uno siempre piensa que el sistema legal y policial trabajará para defender al inocente. Pero la realidad, a veces, resulta increíble.

 Lo que este hombre ha sufrido solo lo sabe él. Le he notado debilitado, envejecido, en tan poco tiempo. La investigación policial, el juicio, la condena se le han debido hacer eternos, inacabables. El tiempo para él debió tomar una nueva dimensión como condenado. Ha probado el sabor del odio, de la soledad.

Nadie piensa en reformar la justicia en ningún país. La maquinaria judicial puede ser perfeccionada. Toda maquinaria tiene averías. El sistema puede hacerse más fiable, más seguro. Pero nadie piensa en reformar la justicia. Cualquier otra cosa, sí. Pero eso, no.

Me alegro mucho, cardenal Pell. Ha sufrido un daño irreparable, pero veo en sus ojos el perdón. Es el perdón de un seguidor de Jesús, de un hombre de fe. 

Es curioso, en este caso, cuando la policía y la justicia le fallaron, fueron los presos los que creyeron en su inocencia. Los culpables, de un modo intuitivo, sintieron que entre sus muros tenían un hombre inocente.

P. FORTEA

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