En medio del brote pandémico del coronavirus,
ejecutivos de Cáritas de las periferias de Lima (Perú), explicaron la difícil
situación que viven los sectores de bajos ingresos económicos, integrados
mayormente por trabajadores informales, durante la cuarentena decretada por la
mayoría de gobiernos.
En el caso de Perú –que se asemeja al de otros países como México,
Colombia, Paraguay, Honduras, etc.– el Gobierno solo mantiene activas las áreas
esenciales, como salud y distribución de alimentos, dejando paralizados a
millones de trabajadores informales para evitar el contagio masivo del
COVID-19.
Entre las medidas adoptadas por el presidente Martín Vizcarra, está la
entrega de bonos de 380 soles (110 dólares aproximadamente) para los primeros
15 días de cuarentena –que culminó el 29 de marzo–, para que las familias en
situación de pobreza o pobreza extrema puedan adquirir productos de primera
necesidad y acatar el estado de emergencia. Más adelante, el presidente anunció
que otros bonos serán repartidos para los 15 días restantes de la cuarentena y
que culminarán el 12 de abril de 2020.
Sin embargo, este tipo de ayuda no llega a todos los rincones del país y
personas necesitadas tienen que arreglárselas para no pasar hambre en este
periodo. Según un reciente informe de The
New York Times “en Perú más
de 21.000 personas, entre ellos vendedores ambulantes y otros trabajadores de
la economía informal que han sido detenidos por no cumplir con el mandato
oficial de quedarse en casa”.
Un informe del Instituto Nacional de Estadística e Informática publicado en el
2017, indica que el sector informal peruano representa el
70% de la población económicamente activa. Otro informe del 2020 del diario Gestión
señala que “existen al menos 5 millones de
trabajadores informales en el país –que reciben un ‘salario’ menor a 930 soles
(270 dólares aprox.)– con riesgos de registrar menores ingresos”.
En una entrevista concedida a ACI Prensa, el P. Omar Sánchez Portillo,
secretario general de Cáritas Lurín y director de la Asociación de las
Bienaventuranzas, explicó cuál es la situación que viven los trabajadores
informales en la periferia sur de Lima –conocida localmente como Cono Sur–, que
abarca distritos de niveles socioeconómicos medio y bajo como Villa El Salvador
o Villa María del Triunfo.
“La realidad de la zona donde yo trabajo es la
realidad de mucha gente que tiene trabajos eventuales o informales: es gente
que trabaja en la calle como ambulantes, en restaurantes como mozos, cocineros,
gente de limpieza, y que no está legalmente ni formalmente reconocidos, es
decir, que no están en planilla (Ndr, no tienen beneficios sociales) y por lo
tanto no tienen seguridad social, pensiones, ni absolutamente nada”, describió el P. Omar, que pertenece a la Diócesis de Lurín, la cual
tiene bajo su jurisdicción más de 50 iglesias y cuida a más de 2 millones de
católicos.
“Esa es la realidad de la mayoría de la gente que
trabaja en esta zona y en muchas otras del Perú. Nuestro país es informal y por
ello esta pandemia, que nos obliga a estar en nuestras casas, afecta a
tantísima gente, porque al no estar formalizados a nivel laboral no tienen la
posibilidad de acceder a sus derechos de trabajadores”, añadió el sacerdote.
El P. Omar, quien lleva ayuda humanitaria a miles de personas en Lima
Sur durante la cuarentena, explica que cuando se cierra el centro de labores de
un trabajador informal, como puede ser un restaurante, entonces las personas “se quedan sin trabajo y no reciben ningún tipo de
remuneración por el tiempo laborado”.
“Hay gente que ha trabajado 15 años en un
restaurante como mozo, sin planilla, simplemente ganando el sueldo mínimo, y
ahora que se ha cerrado el restaurante simplemente lo han despedido y se ha ido
sin una moneda en el bolsillo”, lamenta.
Además, el presbítero recordó el caso de quienes trabajan con “mototaxis”, una realidad muy común en los conos o
periferias de Lima.
“Esta es una forma barata y fácil de transportar a
mucha gente. Muchos migrantes venezolanos habían asumido el trabajo de
mototaxistas y ahora todos se han quedado sin trabajo, sin ingresos y no tiene
ningún reconocimiento”, explicó.
Otro gran problema, señala el P. Omar, “es
que la mayoría de peruanos no tiene capacidad de ahorro, es decir, ganan para
vivir día por día”.
“Es gente que llega a su casa al final del día con
30 o 40 soles ganados (entre 8 y 11 dólares). Ese dinero se deja en casa para
que generalmente la esposa o pareja pueda cocinar el día siguiente y pueda
resolver los problemas, como pagar la luz, el agua y alguna necesidad
adicional”, agregó.
El secretario general de Cáritas Lurín subrayó que la mayoría de
peruanos en las zonas marginales o pobres “viven
siempre con lo que reciben cada día”, y que, por lo tanto, “no tienen sueldo fijo, ni capacidad de ahorro, ni
derechos laborales y son completamente informales”.
Por otro lado, considera que los pequeños empresarios, por más que
intenten ayudar a sus trabajadores, “tienen sus
propias responsabilidades” y “tampoco percibirán
dinero al cerrar por la cuarentena”.
“Tal vez ellos hayan tenido la oportunidad de
ahorrar un poco y cómo solventarse por casi un mes que durará la cuarentena”, acotó.
Según el Proyecto de Ley 4895, publicado el 25 de marzo por el gobierno
de Perú y que solicita delegación de facultades al Congreso,
se estima una pérdida de más de 1.070.000 trabajos en la pequeña y micro
empresa por crisis de coronavirus.
“Hay gente que está desesperada, con hambre,
buscando formas de resolver sus problemas. Esa es la realidad de nuestro país y
la realidad de miles y miles de peruanos”, explicó
el P Omar.
ACI Prensa también se comunicó con el secretario ejecutivo de Cáritas
Carabayllo, Luis Antonio Ramos Zelayaran, para que comente la situación que se
vive en la zona norte de la ciudad de Lima, donde la diócesis local, que abarca
cerca de 9 distritos, atiende aproximadamente a 2 millones de católicos en 55
parroquias y 221 capillas.
En el Cono Norte se encuentran distritos con niveles socioeconómicos
medio y bajo como Puente Piedra, Comas, Independencia, Carabayllo o San Martín
de Porres.
“La mayoría de personas que viven en los cerros en
esta zona de Lima son personas que migraron de las provincias del Perú. Esta es
gente muy emprendedora, pero cuyo problema hoy es principalmente la falta de
trabajo”, comentó Ramos.
El secretario ejecutivo de Cáritas Carabayllo coincidió con Cáritas
Lurín en que gran parte de los pobladores viven “del
trabajo ambulante o eventual”. Alguno de estos pertenecen al grupo de “trabajadoras del hogar”, que usualmente “salen a las 4 de la mañana para poder llegar a la zona
urbana de Lima, como los distritos de Miraflores o San Isidro, y luego regresan
a sus casas a las 8 de la noche debido a la distancia”.
Ramos también cuenta que en su zona se pueden encontrar “ancianos completamente abandonados”.
“Al menos en nuestras parroquias estamos formado
las ‘Cáritas parroquiales’, un intento de descentralizar la ayuda para que cada
templo se haga cargo de sus problemáticas particulares; porque quién más que
ellos, quienes viven allí, saben dónde verdaderamente debe llegar la ayuda”, aseguró.
Otro gran problema, apuntó Ramos, es la falta de agua en la zona rural
de Lima Norte, que incluye “todos los cerros”, donde
se encuentran los pobladores más pobres.
Según el INEI, 7 de cada 10 hogares con ingreso íntegramente del sector
informal cuenta con agua proveniente de red pública dentro de su vivienda.
Además, en estos hogares, 1 de cada 10 se abastece de agua proveniente de una
fuente natural (río, acequia, manantial), u otra manera (pilón de uso público,
camión cisterna, pozo, etc.).
Las estadísticas también señalan que en los hogares con ingreso informal
solo el 29% habitan en viviendas con paredes de ladrillo o bloque de cemento,
mientras que la mayor parte cuenta con paredes de adobe (39%) y tapia (13%).
Asimismo, el 49% de los hogares con ingreso únicamente del sector informal
habitan en viviendas con piso de tierra, el 36% piso de cemento y el 15% otro
material.
“Últimamente recibo llamadas de gente que ni
siquiera conozco, que no tiene relación alguna con el obispado y Cáritas
Carabayllo, para pedirme únicamente y exclusivamente alimentos. Esa es nuestra
preocupación hoy”, agregó el secretario ejecutivo de
Cáritas Carabayllo.
Para el 2 de abril el presidente Vizcarra reportó 1.414 casos con
COVID-19 en el país, 51 en cuidados intensivos y un total de 55 fallecidos.
En un reciente video en redes sociales,
el P. Omar Sánchez, informó que Cáritas Lurín, con el apoyo de la Asociación de
las Bienaventuranzas, Red de Corazones, Misión Huascarán y el Banco de
Alimentos Perú, han logrado repartir víveres de primera necesidad a 30 mil
familias de la zona sur de Lima.
POR DIEGO LÓPEZ
MARINA | ACI Prensa
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