El 25 de marzo de 1987 San Juan Pablo II publicó su
encíclica Redemptoris Mater (La Madre del Redentor), sobre la “bienaventurada
Virgen María en la vida de la Iglesia peregrina”.
Al iniciar la encíclica, el Papa peregrino afirma que “la Madre del Redentor tiene un lugar preciso en el plan
de la salvación, porque ‘al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su
Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que se hallaban
bajo la ley, para que recibieran la filiación adoptiva. La prueba de que sois
hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que
clama: ¡Abbá, Padre!’”.
El Pontífice explica que escribió la encíclica motivado por “la perspectiva del año dos mil”, en el que “el Jubileo bimilenario del nacimiento de Jesucristo
orienta, al mismo tiempo, nuestra mirada hacia su Madre”.
El documento pontificio está dividido en tres partes: María en el Misterio de Cristo, La Madre de Dios en el
centro de la Iglesia Peregrina y Mediación Materna.
Entre otros puntos, San Juan Pablo II resalta el papel crucial de la
Virgen María en la vida de la Iglesia y el mundo; a partir de las reflexiones
que hizo sobre ella el Concilio Vaticano II, el evento más importante de la
historia eclesial en el siglo XX.
En la encíclica, el Papa Wojtyla se refirió a la especial celebración
del Año Mariano que proclamó del 7 de junio de 1987 al 15 de agosto de 1988,
como preparación para los dos mil años del nacimiento de Cristo.
El Santo Padre ha sido un gran enamorado de la Virgen María, a quien le
dedicó su lema pontificio: Totus Tuus (Todo tuyo).
El Papa peregrino siempre agradeció a la Virgen María, en su advocación
de Fátima, por haber sobrevivido al atentado que sufrió el 13 de mayo de 1981
en la Plaza de San Pedro.
POR WALTER SÁNCHEZ
SILVA | ACI Prensa
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