¡Hay tantas cosas
para ser agradecidos con Dios durante nuestra semana!
Por: Kenneth Pierce | Fuente: catholic-link
Hace un tiempo me contaba un amigo sacerdote que
a veces la gente le decía: “Padre, pero si yo soy
super católico. Voy a Misa todos los Domingos”. A lo que el Padre, con
cierto humor y severidad, les respondía: “¡Pero si
eso es lo mínimo! Es como si tu hijo te dijera: soy un excelente alumno, ¡pasé
la materia con las justas!”
Ir a Misa los Domingos es
un precepto que debemos cumplir y está muy bien pero si nos quedamos solo en el
cumplir, entonces en el fondo quizás no hemos comprendido algunas cosas sobre
la presencia de la Eucaristía en nuestras vidas y la bendición que significa. No se trata tampoco de creer que quien va a Misa
todos los días es mejor cristiano. De hecho, a veces no es lo mejor, pues se
puede caer también en el riesgo de la rutina frente a un misterio tan grande.
No creo que Dios quisiese
que nuestra única relación con la Eucaristía, el tesoro más grande que custodia
la Iglesia, fuese solamente en la Eucaristía dominical. Acá
les proponemos algunas reflexiones para ayudarnos a que esté presente de otros
modos en nuestro día a día, como un río subterráneo que recorre toda nuestra
vida y alimenta todas y cada una de nuestras acciones durante la semana.
«PUEDEN
IR EN PAZ»
Estas palabras al final de la Misa no significan
que podemos irnos en paz porque estamos tranquilos con nuestra conciencia. No
es solo un llamado a sentirnos buenos porque hemos ido a Misa. Significan que
vayamos en paz para comunicar la paz de Cristo. Estas palabras conectan la Misa
con toda nuestra semana: que a lo largo de ella
sepamos ser mensajeros de la paz de Cristo a todos los que nos rodean.
La palabra Misa, precisamente, viene del latín que significa “envío”… así que no se trata solo de quedarnos con
el tesoro para nosotros mismos…
BANQUETE…
PERO TAMBIÉN SACRIFICIO
Usualmente nos gusta más hablar de la Misa como
comunión. Es, después de todo, un banquete en el que podemos recibir el
alimento espiritual que es el mismo cuerpo de Cristo. La Misa, sin embargo, es
también sacrificio. La mesa donde el sacerdote celebra es también un altar, y
Cristo se ofrece como víctima. ¿Cómo vivo la
dimensión de sacrificio en mi vida cotidiana? De hecho, la palabra
hostia viene precisamente del latín que significa victima…
UNA
CLAVE MUY VALIOSA
Existe un principio muy importante cuando uno
lee e interpreta la Sagrada Escritura. Dice así: la
Biblia debe ser leída con el mismo Espíritu con el que fue escrita. Creo
que podemos decir algo parecido para comprender un poco mejor la Eucaristía. ¿Cuál fue el espíritu con el que fue instituida? Fue
un espíritu de obediencia al plan del Padre, de servicio y de entrega.
Ciertamente es un misterio que nos supera, pero si hay una clave para crecer en
el amor a Jesús presente en la Eucaristía es vivir el servicio y la entrega en
mi vida cotidiana. ¿Cuál es la llave al corazón de
Jesús? Esa llave es la donación personal por amor a Él. Eso lo puedo
hacer de muchos modos durante la semana. Quizás es cuestión de ponerse a pensar
un poquito…
ADORACIÓN
Y SILENCIO
La presencia de la Eucaristía en nuestra semana
no se limita solo a la Misa. Jesús se quiso quedar con nosotros para siempre, y
tenemos ese don increíble presente en cada capilla de santísimo. Es verdad que
siempre podemos rezar en la intimidad de nuestro corazón, así no estemos en una
capilla… pero creo que al mismo tiempo todos percibimos que no es exactamente lo
mismo. ¡Por alguna razón Él se quiso quedar en cada hostia
consagrada que se custodia en los tabernáculos de las iglesias! Visitarlo durante la semana, como quien visita a un amigo muy
querido, lleva luz y calor a nuestra vida. Seguro Jesús, al vernos entrar en la
capilla, se llena también de alegría y nos dice: ¡Qué
bueno que hayas venido, te estaba esperando!
DE
CORAZÓN A CORAZÓN
Da mucho que pensar que uno de los milagros
Eucarísticos más impresionantes, el que se custodia en Lanciano, Italia, sea una
hostia convertida en carne, y esa carne es parte de un corazón. Se identifica
la hostia con el corazón de Jesús. Con el corazón uno ama y uno sufre. El
corazón bombea vida a todo el cuerpo, y también se llena de cicatrices. Con un
corazón humano Jesús amó también al modo humano para que nosotros, amando al
modo humano, podamos elevarnos al amor divino. Crecer durante nuestra semana un poquito en eso, aunque sea un
poquito, nos llevará una relación más profunda con Jesús presente en la
Eucaristía.
Ser agradecidos
Ser agradecidos
La palabra Eucaristía viene de “acción de
gracias”. Si cultivamos esta virtud a lo largo de nuestra semana estaremos
viviendo, de modo muy particular, una dimensión central de la Eucaristía. ¡Hay tantas cosas para ser agradecidos con Dios
durante nuestra semana! Así llegaremos al Domingo y podremos hacer con mucha
más conciencia y profundidad una acción de gracias sincera a Dios.
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