La misa no es parte
de la rutina del domingo.
Por: Jessica Ponce | Fuente: New Fire
Si eres de esos católicos
que pasan cada domingo por su dosis semanal de oración, lecturas y un pedacito
de pan, puede que ya te hayas acostumbrado a verlo así. Como un tiempo en el que hay cantos, un par de
personas que se paran a leer, un sermón (medio interesante a veces) y al final
eres parte de la fila de comunión donde recibes un poco de pan sin levadura.
¿PERO
QUÉ HAY DE ESPECIAL EN ESO?
La realidad es que a simple
vista no hay nada maravilloso, impresionante o entretenido durante la misa. A veces pienso que vamos cada semana por hábito,
por miedo a ser condenados al infierno, por apariencia social o porque nos
obligan; pero sabías que hay muchos beneficios que recibes cuando participas
activamente de la celebración.
AQUÍ
5 COSAS QUE NO SABÍAS PASABAN DURANTE TU HORA DE MISA DOMINICAL:
1.-
ENTRAS SUCIO Y SALES LIMPIO
Al inicio todos pedimos perdón por nuestros
pecados, justo después de la oración inicial que hace el padre decimos el “acto penitencial” o el “Señor
ten piedad” (esa oración que se repite tres veces). Así nos
ponemos en modo de reflexión y reconocemos nuestra debilidad humana ante Dios
que va a venir a nosotros durante la misa.
También estas oraciones, dichas con una
intención pura y de corazón, nos ayudan a que después de la comunión salgamos
de misa limpios de pecado venial. OJO, esto no significa que la misa
quita la necesidad de acudir a la Confesión, es más bien una forma de mantener
la gracia circulando a través de nuestra alma. Es como si con cada misa hiciéramos “re-fresh” a la app de nuestra consciencia y
recargamos la versión más actualizada que nos permite ser más sensibles a todo
aquello que nos separa de la gracia que se recibe con la Eucaristía.
2.-
LAS LECTURAS CUENTAN UNA HISTORIA
¡Sí! Aunque
una sea del Antiguo Testamento, un salmo -cantado o leído- con estrofas que se
repiten, otra de alguna carta de los Apóstoles y un Evangelio diferente cada
semana, todas tienen un tema central que se va entrelazando. Ya sea que en el
evangelista narra cómo vemos cumplida la profecía de la que habló la Primera
Lectura o que, todos los textos hablen del perdón, si pones atención puedes
encontrar la relación entre todas ellas.
ES MÁS FÁCIL ENCONTRAR LA
TEMÁTICA DE LAS LECTURAS HACIENDO USO DE 2 HERRAMIENTAS:
MISAL: donde
vienen las lecturas y oraciones de la misa. Este libro te ayuda a ir siguiendo
las dos partes de la misa: Liturgia de la Palabra y Liturgia Eucarística. Ahí
viene todo lo se dicen desde el altar y en lo personal yo pongo mucha más
atención cuando leo y mi mirada no anda divagando alrededor de la Iglesia
buscando quien entra, sale o lo que hacen los demás.
CALENDARIO
LITÚRGICO: muchas de las misas de domingo
corresponden a una festividad dentro del ciclo anual de la Iglesia. Tener un
calendario católico en algún lugar de tu casa te puede ayudar a ubicar de qué
será el sermón o las lecturas del siguiente fin de semana y así podrás celebrar
el domingo dándole mucho más sentido a tu tiempo dentro de la misa.
3.-
ESTÁS EN ZONA DE COBERTURA DIVINA
¿No te ha pasado que cuando
andas inquieto por algo, el padre dice justo lo que necesitas escuchar en su
homilía? Dios no habla compartiendo sus historias de
Instagram contigo, Él hace uso de las personas a tu alrededor, de las
circunstancias, de lo que tus amigos o familiares te pueden aconsejar cuando
buscas alguien con quien desahogarte. Así cuando entras a su casa estás en un
“hot spot”. Te aseguro que algunos metros de distancia del tabernáculo se
consigue la mejor conexión con Dios. Así que aprovecha que tienes acceso a ese
lugar, llamado iglesia, donde puedes entrar sin costo ni restricciones para
hablar directamente con Dios a través de su palabra, del sacerdote, de una
oración, de un canto, de un vitral … las señales a veces están por todos lados,
pero hay que poner atención para poder identificarlas.
4.-
ABONAS A TU ALCANCÍA DE LA SALVACIÓN
Piensa en cuántas horas de
tu vida las has pasado en misa. Haz el cálculo, multiplica la cantidad de
domingos del año por tu edad y sacas la suma total …. tal vez creas que suena a
muchísimo tiempo invertido. Pero
qué es ese pequeño número a comparación del resto de las horas que dedicas a
ver toda la temporada de tu serie favorita en Netflix, o que tal el tiempo
invertido en buscar ofertas en línea de tu marca favorita…. todos hemos abonado
esfuerzos y energías a actividades poco benéficas para nuestra vida. PERO CREEME QUE abonar horas al alma en la misa, nunca será
una inversión que caiga en saco roto.
San Juan Crisóstomo describe los efectos de la
Santa Misa de la siguiente forma: “alegra a toda la
corte celestial, alivia a las pobres almas del purgatorio, atrae sobre la
tierra toda suerte de bendiciones, da más gloria a Dios que todos los
sufrimientos de los mártires juntos […] y que todo lo que se haga hasta el fin
de los siglos.”
Entonces sabemos que es un acto tan maravilloso,
que merece que participemos en la celebración de manera activa, respondiendo y
cantando. Escuchando y leyendo las lecturas con atención, porque las ganancias
espirituales que recibiremos a través del Sacrificio de Cristo ofrecido en el
altar, será siempre mucho mayores que lo que nosotros creemos estar ofreciendo
con 1 hora de nuestro tiempo invertida dentro de la Iglesia.
5.-
VIVES LA EXPERIENCIA 360
En misa se resumen todas
las prácticas espirituales que nutren tu alma. Tienes lecturas bíblicas, tienes las oraciones
comunitarias, haces un acto penitencial, alabas a Dios con cantos y en el
salmo, vives eso de ser Iglesia Universal sabiendo que todos los católicos del
mundo están llevando la misma celebración que tú, escuchas una enseñanza acerca
del Evangelio y finalmente tienes el encuentro personal con Jesús en la
Eucaristía después de la consagración. El mismo Dios que existía antes
de toda la creación viene a ti y entra en tu cuerpo a través del pan y vino
-transformados en el Cuerpo y la Sangre de Jesús- que se distribuyen en el
momento de la comunión.
¿QUÉ
MÁS PUEDES PEDIR?
Ir a misa es como hacer una hora de ejercicio
intensivo que fortalece y prepara el alma para que durante el resto de la
semana salgamos a ser cristianos valientes que proclaman su fe con obras. La misa no es parte de la rutina del domingo, es más bien un trago de
agua fresca que todos necesitamos para nutrir y reavivar el regalo que Dios nos
da de la fe. Es una fiesta en la que nos reunimos
todos alrededor de la mesa del Señor para compartir el Pan que da la Vida
Eterna. Es un momento de alegría y celebración que compartimos con nuestros
hermanos.
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