Cuando éramos
pequeños y no queríamos hacer algo que el resto de los niños debían hacer, los
mayores nos decían:
- “¿Acaso tienes
coronita?” - aduciendo a que las normas son iguales para todos.
Pues “ley
pareja, nadie se queja".
En tiempos en que muchos, a
regañadientes quizás, estamos guardando la cuarentena, sin poder asistir a
nuestros templos ni oficiar misas públicas, hay algunos que lograron, a fuerza
de imponerse, algo más.
Son los judíos de Buenos Aires
(o “veterotestamentarios", como algunos
prefieren llamarlos) quienes luego de realizar una ceremonia ritual, el pasado
domingo 22 de Marzo (que terminó con un rabino y dos
colaboradores detenidos), a fuerza de insistir, lograron el
permiso para realizarlos baños rituales llamados Mikve
(o Mikvah): la “purificación” de
la mujer luego de su ciclo menstrual o parto, usado también por algunos hombres
en ocasiones especiales (vgr. Yom Kipur).
Pues ya lo había dicho Moisés:
el pueblo de la Antigua Alianza, es de “dura
cerviz” (Ex, 32,9) y cuando se propone algo, va hacia adelante.
Pero el problema no es de
ellos, que han hecho bien. El problema o la pregunta
es: ¿permitiría el gobierno a los católicos
“cuarenteneados” oficiar
un bautismo, celebrar un matrimonio, o dar una primera comunión, tomando siempre
las medidas sanitarias adecuadas? ¿o haría falta pasar por la dolorosa
circuncisión?
Difícil. Porque “todos somos iguales, pero hay algunos que son más
iguales que otros”, como decía
Napoleón (con perdón de la analogía orwelliana).
Que
no te la cuenten…
P. Javier
Olivera Ravasi, SE
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