domingo, 29 de marzo de 2020

ALGUNOS APUNTES PARA LA CELEBRACIÓN DE LA MISA SIN FIELES NI MINISTROS


Cartas al director
«A causa de la situación totalmente excepcional que estamos viviendo, desde hoy, víspera del III Domingo de Cuaresma, quedan suspendidas todas las celebraciones públicas de la Eucaristía con la participación de los fieles, también la dominical. Los sacerdotes saben que han de celebrar diariamente la Misa ofrecida por todos los enfermos y por quienes los atienden. (Carta del Cardenal Osoro a la Diócesis de Madrid, 14-03-2020)»
Las circunstancias actuales nos obligan a celebrar la Misa sin la asistencia de pueblo, ni de ministros (o sea, alguien que asista al sacerdote que celebra), ni de otros concelebrantes. Veamos algunos aspectos positivos de la espiritualidad litúrgica que nos pueden servir para participar de vida trinitaria y de la comunión de los santos de una manera plena, consciente y activa.
¿Estáis dispuestos a presidir con piedad y fielmente la celebración de los misterios de Cristo, especialmente el sacrificio de la Eucaristía y el sacramento de la reconciliación, para alabanza de Dios y santificación del pueblo cristiano, según la tradición de la Iglesia? Sí, estoy dispuesto (Pontifical romano, ordenación de los presbíteros, promesa de los elegidos).
La naturaleza del sacerdocio ministerial, que in persona Christi, ofrece el sacrificio y preside al pueblo santo nos urge a celebrar con piedad y fidelidad. Ante la imposibilidad de la reunión de la asamblea el sacerdote tiene más tiempo para la pastoral de la oración y la alabanza. Nuestro ministerio introduce en la Trinidad el hoy de la Iglesia. La celebración litúrgica nos une a la eterna oración que el Hijo realiza al Padre en el Espíritu Santo. Vivir la Misa desde este primado trinitaria nos urge a su celebración diaria. En estos momentos difíciles el Padre escucha la oración del Hijo para enviarnos el Espíritu Santo que hará tiempo de salvación nuestra historia presente.
El signo cristológico maior en el aula litúrgica es el altar. Nada se pondrá sobre él, o cerca de él, que impida columbrar la fuerza de este. En el altar se realiza la oración de la Iglesia. Es momento para hacer experiencia de la primitiva norma de los Santos Padres: la orientación de la oración. La antropología del lenguaje pide mirar a quién nos dirigimos en nuestra comunicación. La celebración hacia el oriente verdadero, o hacia la gran cruz gloriosa de Cristo, nos permite celebrar significando con más fuerza la teología de la eucología. Tomar conciencia de la orientación, y la posibilidad de celebrar en la lengua litúrgica propia de nuestro rito, nos permite vivir y conservar nuestro patrimonio espiritual.
LA MISA CELEBRADA SIN MINISTRO
§  Preparamos el altar de manera ordinaria.
§  A la derecha del altar, mejor en la credencia, colocamos los vasos necesarios.
§  A la izquierda del altar, el misal y el leccionario. La liturgia de la palabra, como imperfecta excepción, puede realizarse en el lado izquierdo del altar.
§  Observamos el rito de la Misa celebrada con la participación del pueblo.
§  La liturgia eucarística se celebra en el centro del altar.
§  Guardamos el oportuno silencio después de la proclamación del Evangelio y de la comunión.
§  Omitimos los saludos, las moniciones, las aclamaciones y la bendición final:
§  El saludo en los ritos iniciales (El Señor esté con vosotros, u otros)
§  La monición al acto penitencial
§  Las repeticiones del Kyrie eleison
§  El invitatorio de la oración colecta
§  Las aclamaciones finales de las lecturas
§  El salmo responsorial se pronuncia sin repetir la antífona, se recita al principio y al final
§  La aclamación que precede a la lectura del Evangelio
§  El saludo y las aclamaciones antes y después de la proclamación del Evangelio
§  La oración de los fieles (las intenciones de esta oración están contenidas en la plegaria eucarística)
§  Las aclamaciones a la presentación de los dones
§  El invitatorio, y su respuesta, a la oración sobre las ofrendas
§  El saludo y la invitación del inicio de la plegaria eucarística a la oración y a la acción de gracias
§  La aclamación tras el relato de la institución y su respuesta
§  El invitatorio a la oración dominical
§  La aclamación al embolismo
§  El final del rito de la paz
§  El invitatorio a la oración después de la comunión
§  Todos los ritos de conclusión
Estos apuntes a la celebración de la Misa sin fieles, ni ministros, ni concelebrantes podrán ayudarnos a profundizar en cómo la Iglesia por los sacerdotes continúa la oración de Cristo ante el Padre y a gustar la acción del Espíritu Santo en nuestras almas. En la comunión de los santos, la celebración eucarística, llenará de verdadera Vida la experiencia de muerte que el Señor nos está permitiendo atravesar.
Pedro Andrés Perezpayá Alonso, sacerdote de la Diócesis de Madrid

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