“El Espíritu Santo, bendice primero a María y después a Jesús: Bendita tu eres entre
todas las mujeres y bendito es el fruto de tu vientre (Lc 1, 42). Y esto, no porque la
Virgen María sea mayor que Jesús o igual a Él, lo cual sería intolerable herejía,
sino porque para honrar y bendecir más perfectamente a Jesús hay que bendecir
primero a su Madre, la Santísima Virgen María”.
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