Los detalles, el
hilo continuo de la historia humana.
Por: P.Fernando Pascual, L.C. | Fuente: Catholic.net
Un buen libro sobre la Primera Guerra Mundial (y
sobre tantas guerras) expone la cantidad de aspectos que entraron en juego en
aquellos momentos tan dramáticos de la historia humana.
Porque aquella guerra dependía de las armas
usadas y del valor de los soldados, de la estrategia de los generales y de las
ideas de los políticos, de los enfados del Káiser y del estado de humor del
presidente de Estados Unidos, de las huelgas de los obreros en la retaguardia y
de una epidemia que explotó en las trincheras...
La lista de factores es enorme. En las complejas
relaciones entre los mismos se explica por qué en aquel mes triunfaban las
potencias centrales (Alemania y Austria-Hungría), y por qué a los pocos meses
vencían los franceses, los británicos y sus aliados.
Lo que ocurre en lo grande,
a gran escala, también se produce, en escala mucho menor, en lo pequeño (en una
persona, una familia, un barrio). En tantas situaciones se entrecruzan miles de
factores cotidianos, casi imperceptibles, que luego explican los resultados "finales".
Porque el enfado de esta mañana se explica desde
la interacción entre un cambio de presión, un malestar en el estómago, la
noticia apenas leída en Internet, y esa tardanza de una respuesta de la que
depende el futuro profesional.
Esos, y tantos otros factores, han desencadenado
esa rabia desde la cual luego se dicen palabras fuertes, se responde mal al
teléfono, se grita al conductor del coche de al lado, y aumenta por la tarde el
dolor de cabeza.
Entre tantos factores, en
lo grande y en lo pequeño, y desde ellos, millones de hombres y mujeres toman
las decisiones de cada día. Algunas bajo la presión de pasiones casi
incontrolables, como cuando un soldado enloquecido sale de su trinchera y
avanza de modo absurdo hacia el enemigo.
Otras, en cambio, desde una reflexión más serena
y con una voluntad todavía libre, capaz de decir no a lo primero que pasa por
el propio corazón para sopesar bien los pros y los contras de las opciones que
uno alcanza a entrever en ese momento concreto de la propia vida.
Los resultados finales (de aquella batalla tan
absurda, de aquel enfado desproporcionado en casa o en el trabajo) serán la
consecuencia de la intersección de más y más factores, sin excluir los efectos
de un virus que acaba de entrar en uno o muchos cuerpos humanos.
Un desastre (las tropas, desmoralizadas, huyen
ante el nuevo ataque de los adversarios) o una victoria (en casa, por fin, los
esposos consiguen un diálogo sereno para resolver los problemas más inmediatos)
se convertirán en nuevos factores que, en el hilo continuo de la historia
humana, abrirán espacios a daños futuros o a beneficios que generan alegría y
esperanza...
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