5 maneras de incluirlo en tu vida.
Por: Sam Guzman | Fuente: CatholicGentleman.net // PildorasDeFe.net
El ayuno da a luz a los profetas y fortalece a los poderosos;
ayunar hace que los legisladores sean sabios. El ayuno es una buena salvaguarda
para el alma, una firme compañía para el cuerpo, un arma para el valiente, un
gimnasio para los atletas.
El ayuno repele las tentaciones, unge a la piedad; es la
camarada de la observación y el artífice de la castidad.
En las guerras combate valientemente y en la paz nos enseña
la quietud. San Basilio El Grande.
¿Estas luchando con algún pecado? Me refiera que parece que hay un pecado del cual parece que
no puedes liberarte; un pecado que te tiene en constante estado de culpa y
desesperación. Has orado, has frecuentado los sacramentos, pero parece que no
puedes librarte de esas cadenas.
Todos hemos pasado por eso en alguno y otro momento, y esas
luchas son parte integral de la vida espiritual. Pero no tiene por qué ser de
esa manera. Hoy quiero presentarte una muy poderosa, pero muy descuidada arma en el arsenal espiritual: El Ayuno.
Si quieres llenar de energía tu vida espiritual, si quieres
derrotar un pecado que te ha mantenido esclavizado, si quieres crecer en tu
unión con Dios, toma la santa arma del ayuno. Porque como lo dijo Jesús, hay
algunos demonios que “no pueden ser expulsados sino es con ayuno y oración”.
Examinemos esta poderosa arma y su uso en la vida espiritual.
¿CUÁL ES EL PUNTO DEL AYUNO?
Desde los primeros tiempos, la Iglesia nos ha enseñado la
necesidad del ascetismo en la vida de cada cristiano. Así es- ascetismo no es
solo para monjes y sacerdotes, pero para laicos también. ¿Pero a que nos referimos con ascetismo?
Para cualquier propósito, el ascetismo puede ser vagamente
definido como el negarse a sí mismo con el fin en mente del autocontrol. Y este negarse a sí mismo a menudo toma la forma de, lo
adivinaste, ayuno.
El ascetismo es necesario para todos debido a nuestras
pasiones, los deseos intensos de la carne, los cuales a veces son llamados
concupiscencia. La experiencia nos enseña que muchas veces somos llevados por estos deseos en formas en las
que apenas logramos controlar. San Pablo nos dice que: “Porque el deseo de la carne es contra el Espíritu, y el del
Espíritu es contra la carne, pues éstos se oponen el uno al otro, de manera que
ustedes no pueden hacer lo que deseen.” (Gal 5,17)
Esta guerra es tan intensa que nuestras pasiones muchas veces
nos llevan hacer cosas que no queremos, y nos encontramos diciendo: “Y ni siquiera entiendo lo que hago, porque no hago lo que
quiero sino lo que aborrezco” (Romanos 7,15)
Debemos tener en mente que la pasión de la carne no es necesariamente
mala, pero que debido nuestra naturaleza caída, ellos están fuera de control y nos quieren dominar. Eso sin considerar nuestras pasiones, que llevan nuestras
almas a un comportamiento destructivo como la glotonería, el odio, los
desórdenes sexuales, o adicciones de todo tipo. Eventualmente su dominio nos
llevará al infierno.
Las pecaminosas pasiones son un campo que se incrementa hacia
la muerte nos explica San Pablo:
“Porque mientras estábamos en la carne, las pasiones
pecaminosas despertadas por la Ley, actuaban en los miembros de nuestro cuerpo
a fin de llevar fruto para muerte”. (Romanos 7,5)
Al enfrentarse a la realidad de las pasiones, puede resultar
muy fácil sentirse desmotivado y pensar que nunca podremos sobrellevarlas.
Nuestros ruegos dicen: “¡Miserable de mí! ¿Quién me librara de la muerte?” (Romanos 7,24)
Afortunadamente ese no es el final de la historia, no somos
sencillamente abandonados como esclavos incapaces de la concupiscencia.
“Por tanto, ahora no hay condenación para los que están en
Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu”. (Romanos 8,1)
A través de la gracia de Dios y el caminar en la nueva vida
comprada para nosotros por Jesucristo, podemos sobreponernos y vencer a
nuestras pasiones. Podemos vivir como hijos de Dios, libres de la ley del
pecado que nos lleva a la muerte.
Así que, hablando prácticamente ¿cómo encuentro libertad? Nuevamente San Pablo nos explica:
“Así que, hermanos, somos deudores, no a la carne, para vivir
conforme a la carne. Porque si ustedes viven conforme a la carne, habrán de
morir; pero si por el Espíritu hacen morir las obras de la carne (del cuerpo),
vivirán.” (Romanos
8,12-13)
“Pues los que son de Cristo Jesús han crucificado la carne
con sus pasiones y deseos.” (Gálatas 5,24)
“¿No saben que los que corren en el estadio, todos en verdad
corren, pero sólo uno obtiene el premio? Corran de tal modo que
ganen". (1 Corintios 9,24)
En otras palabras, encontraremos libertad de nuestras
pasiones a través de mortificarnos haciendo que estas mueran, a través de la
práctica de la gracia –empoderada de ascetismo, específicamente, el ayuno. El ayunar nos ayuda a domar ese potro
salvaje y someterlo con una
brida de auto control.
En su constitución apostólica de la penitencia, Painitemini,
el papa Pablo VI nos explica claramente: "El ejercicio de la mortificación corporal-dejando de
lejos cualquier forma de estoicismo- no implica la condenación de la carne, que
los hijos de Dios debemos asumir. Por el contrario la mortificación apunta a la
“liberación” del hombre, que a menudo se encuentra asimismo, debido a la
concupiscencia, casi encadenado por sus propios sentidos. A través del “ayuno
corporal” el hombre renueva sus fuerzas y “heridas infringidas en la dignidad
de nuestra naturaleza por la interposición es curada por la medicina de esta
sanadora abstinencia".
¿CÓMO DEBEMOS AYUNAR?
Ahora que hemos discutido el propósito del ayuno, veamos cómo
podemos incluir nuestro ayuno en nuestra vida diaria.
1.- COMIENZA CON LO BÁSICO
El primer paso para ayunar es obedecer la ley de la Iglesia: ayunar los Miércoles de Ceniza y el Viernes Santo, abstenerse
de carne los Viernes y observar el ayuno de la Eucaristía (no comer o beber una hora antes de la comunión).
A pesar de que abstenerse de la carne los viernes, es verdad
de técnicamente esto no es requerido en algunos países, pero algún tipo de
penitencia basada en la abstinencia de algún tipo de comida es requerida. Pero
en lugar de tratar de inventar algún tipo nuevo de penitencia, ¿porque no continuar con lo que los Católicos han hecho ya
por muchos años? Hay una buena razón
para abstenerse de carne los viernes.
Pero hombre, ayunar dos días al año y abstenerse de comer
carnes los Viernes de Cuaresma es algo realmente fácil. En los “viejos tiempos”, el ayuno era requerido todos los días de la Cuaresma. Incluso
hubo un tiempo en el que el ayuno requería la abstinencia de
todos los productos lácteos.
Existían un sin número de otros ayunos y días de abstinencia
a lo largo del año litúrgico también. Yo diría que la tenemos realmente más
fácil que en cualquier otro periodo de la historia de la Iglesia Católica. Así
que comencemos con lo básico y obedezcamos la ley de la Iglesia sin estarnos
quejando y llorando por ello.
2.- AGREGA ALGO MAS
Como hombres católicos, nunca deberíamos conformarnos con
quedarnos con el mínimo. Deberíamos buscar constantemente el alcanzar una
conversión más profunda. San Francisco de Sales nos da un buen consejo al
respecto: "Si eres capaz de ayunar, harías bien en observar
algunos días más allá de los que nos ordena la Iglesia, porque además del
efecto que produce el ayuno de elevar
nuestra mente, someter a la carne, confirmar nuestras bondad y obtener las
recompensas del cielo, se trata también de controlar la avaricia, y de
mantener los apetitos sensuales y todo el cuerpo sujeto a la ley del Espíritu;
y a pesar de que lo que podamos hacer sea poco, el enemigo aun así se detiene
asombrado de aquellos que él sabe que pueden ayunar".
De acuerdo a esto, una vez que has comenzado a seguir la ley
de la Iglesia, construye en eso la base que incluye ayunar en otras formas.
Aquí hay algunas ideas:
- Evita
una comida extra a la semana, como un desayuno o un almuerzo. En adición a los
viernes, los miércoles son días tradicionales de ayuno, así que es un buen
día para comenzar.
- Niégate
a ti mismo el postre en días establecidos. De todas maneras, muchos de nosotros ya comemos
demasiada azúcar.
- Evita
la sal
en tu comida.
- Ayuna
de sodas.
¡Son muy malas para ti!
- Evita
la cerveza
y otras bebidas alcohólicas cuando salgas a comer.
- No
comas entre comidas. Esto suena fácil, pero inténtalo. Encontraras que es un
tanto difícil ya que la mayoría de nosotros picamos algo frecuentemente
sin darnos ni si quiera cuenta.
- Incluye
otras cosas además de comida. Por ejemplo, ayuna de tecnología un día a la semana.
- Ayuna (una comida fuerte y dos livianas) un día
a la semana.
- Bebe
solo agua.
Ahora, no tienes que ayunar de todas estas cosas todo el
tiempo. Lo mejor es seleccionar días establecidos para ayunar, como los
miércoles o los viernes que ya mencionábamos antes. Hacer esto nos ayuda a
mantener nuestro ayuno de manera consistente.
3.- AYUNA DEL PECADO
Ayunar corporalmente no sirve de nada a menos que este
acompañado de ayuno espiritual del pecado. San Basilio nos da la siguiente exhortación en lo que se refiere al ayuno: “Debemos ayunar de manera aceptable y agradable al Señor. El
verdadero ayuno es alejarnos de la maldad, la templanza de la lengua,
abstinencia del enojo, separación de los deseos, las calumnias, las falsedades
y las injurias. Privarnos de todo esto es el verdadero ayuno.”
4.- LA ORACIÓN
El ayuno no se trata únicamente de fuerza de voluntad. La
gracia es absolutamente necesaria. Mientras que el ayuno le da energía a la oración, la oración energiza el
ayuno. Ambas son débiles si no se acompañan de la otra.
Mientras ores por controlar tus pasiones, ora constantemente
por que la gracia de Dios fluya en tu alma, ruega por las virtudes en las que
necesites madurar, y pide por la fuerza para librar la batalle espiritual.
5.- CUÍDATE DEL PECADO
Con cualquier tipo de auto-disciplina, penitencia, o ayuna
viene la tentación del orgullo. Nos enfrentamos con el
peligro de creer que somos superiores que otros porque ayunamos, o pensar que el ayuno es la meta como tal. Porque el ayuno
nunca es el fin, no nos hace perfectos o más espirituales que otras personas.
En lugar de eso, el ayuno es una ayuda, una herramienta de entrenamiento de nuestro crecimiento hacia
la perfección, que se basa en una pura, donación de amor para Dios y nuestro
prójimo.
“Mantente en guardia cuando comiences a mortificar tu cuerpo
con la abstinencia y el ayuno, te hace imaginarte perfecto y santo; y la
perfección no consiste en esta virtud. Es solo una ayuda; una disposición; un
medio a través del cual nos vamos preparando, para el logro de la verdadera
perfección" (San Jerónimo)
CONCLUSIÓN
Si descuidamos el ayuno, nuestra vida espiritual continuará
siendo mediocre siempre. Estaremos débiles en el combate de nuestras pasiones,
sucumbiremos fácilmente a la tentación y nunca podremos verdaderamente sobrellevar
nuestro inherente egoísmo y auto indulgencia.
Como hombres, nuestro deseo debe ser fortalecernos y ser lo mejor que podamos ser. Debemos tratar de entrenarnos para ser fuertes en la batalla
espiritual, para que podamos resistir las tentaciones del maligno. No hay mejor
forma de comenzar este entrenamiento espiritual que a través de la práctica del
ayuno.
Artículo publicado en: CatholicGentleman.com, autor: Sam Guzmán
Editado y traducido al español, para PildorasDeFe.net por Manuel Rivas
Editado y traducido al español, para PildorasDeFe.net por Manuel Rivas
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