Hay males que sólo
Dios puede curar.
Por: Mónica Muñoz | Fuente: Catholic.net
Es una alarmante realidad constatar que en
México, igual que muchos países del mundo, se enfrenta un grave problema de
salud pública: el suicidio, el cual no discrimina edad ni estatus social, pues
igual ocurre entre jóvenes, adultos, ancianos y hasta adolescentes y niños. Por
esta razón, desde 1999, la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzó el
programa de Prevención del Suicidio, SUPRE,
dirigido a grupos sociales y profesionales específicos que son especialmente
relevantes para trabajar en esta problemática, en donde se incluyen
profesionales de la salud, educadores, organizaciones sociales, gobiernos,
legisladores, comunicadores sociales, agentes del orden, familias y
comunidades.
Según cifras del INEGI,
recogidas en un artículo del periódico Milenio, en 2017 se registraron 6
mil 559 casos de personas que se quitaron la vida, de los cuales, más de la
mitad tenían entre 15 y 34 años.
Ante estas cifras, y para hablar de un caso
específico, el gobierno del Estado de Guanajuato ha publicado una Guía para el
Ámbito Laboral respecto a la prevención del suicidio, que contiene datos
importantes para que estos grupos sepan detectar, prevenir y apoyar a la gente
que pudiera estar en peligro de suicidarse, por lo que dicho documento refiere
situaciones que podrían desencadenar en las personas el deseo de acabar
rápidamente con sus sufrimientos, y se relacionan con estrés laboral, acoso
sexual, discriminación, salarios bajos, exigencias extremas en el área de
trabajo, conflictos familiares, cambios en el trabajo, entre otras causas.
Y, penosamente, muchas se relacionan con
problemas de salud mental, muchas veces ignorados por quienes las padecen,
quizá por no querer reconocer la enfermedad o por miedo a ser discriminados por
padecerla, como en los casos de quien sufre depresión, ansiedad, trastornos de
personalidad, esquizofrenia o dependencia y abuso de sustancias como alcohol y
drogas, por lo mismo, no buscan ayuda (PREVENCIÓN
DEL SUICIDIO, Guía para el Ámbito Laboral, Gobierno del Estado de
Guanajuato).
En cuanto a niños, adolescentes y jóvenes, las
causas se relacionan con acoso escolar, riesgos tecnológicos entre los que se
encuentra el uso excesivo de redes sociales que pueden derivar en depresión,
ansiedad, mala calidad del sueño, dependencia por querer estar en línea la
mayor cantidad de tiempo posible para no perderse nada o por querer satisfacer
estándares poco realistas.
Con horror he visto el caso de niño que se bajó
del auto después de que su padre le quitara el celular y aventarse del puente
por el que transitaban, quizá imaginando que así castigaba a su progenitor. Por
supuesto, la reacción del menor fue extrema, ¿qué pudo
haber pasado por su mente para tomar una decisión tan arrebatada? En el
caso de los niños podríamos suponer que no entienden la magnitud del hecho, que
no tienen aún muy desarrollada la capacidad de análisis, pero cualquiera que
pueda ser la explicación, salta a la vista que detrás de esas actitudes hay
algo más profundo, que, de haber detectado las señales de alerta en la conducta
del niño, pudo haberse prevenido. Es solamente algo que se me ocurre, sin
embargo, los especialistas en el estudio de este tema, recomiendan estar
atentos si la persona habla de querer morirse o de sentirse atrapado o de
sentir una tristeza insoportable, cree que es una carga para los demás, aumenta
su consumo de alcohol o drogas, presenta comportamiento ansioso, agitado o irresponsable,
se aísla o habla de rabia o venganza, y, finalmente, busca una forma de
morirse.
Ante estos comportamientos,
la Alianza Nacional contra el Suicidio de Estados Unidos ha ideado cinco pasos
para ayudar a las personas a superar su situación:
1.- Preguntar. Decir a
la persona de manera abierta y directa: “¿estás pensando en suicidarte?”, ya
derriba el tabú y demuestra que se está dispuesto a escuchar sin juzgar. Luego
indagar por qué está afligida y de qué manera se le puede ayudar. Es importante
no prometer que se guardará el secreto.
2.- Mantenerle a
salvo. Si ya ha intentado suicidarse anteriormente o si lo ha planificado
más posibilidades tendrá de lograrlo, Hay que poner tiempo y distancia entre la
persona y el método que haya escogido.
3.- Mostrarse disponible
para él o ella. Se puede mostrar apoyo físicamente, por teléfono o por
otros medios, lo importante es que sepa que no está solo, sin prometer lo que
no pueda cumplirse pues la conectividad aminora el dolor psicológico y el
sentido de desesperanza.
4.- Ayudarle a buscar apoyo
profesional. Averiguar si ve a algún especialista en salud mental o está
dispuesto a buscarlo y facilitarle líneas de apoyo o lugares donde pueda
acudir.
5.- No abandonarle, darle
seguimiento. Una llamada, un mensaje para saber cómo va evolucionado
ayudarán mucho. (Más información en este enlace).
Y lo principal, orar por
esa persona, hay males que sólo Dios puede curar, por eso, escucharla,
brindarle apoyo y encomendarla en nuestras oraciones, serán ayuda efectiva para
salvarle la vida.
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