El Obispo de Villarrica (Chile), Mons. Francisco
Javier Stegmeier, explicó que lo que pasa en el país sudamericano se debe a la
“construcción de una sociedad sin Dios”.
“Lo que estamos viviendo hoy en Chile se veía
venir. Y la causa última y principal no es la desigualdad social, que es efecto
de algo más profundo. Lo que nos está pasando se debe a la construcción de una
sociedad sin Dios”, aseguró en un mensaje difundido el 5 de noviembre.
“Sólo Él, el Dios vivo y verdadero, trascendente y
soberano de todo puede ser el fundamento de la paz social. La convivencia
fundada en la justicia, que asegure el derecho de la diversidad de personas,
solo se puede asegurar en el reconocimiento, el respeto y promoción de la ley
de Dios”, agregó.
La reflexión del Obispo hace referencia a la crisis sociopolítica que
vive Chile y cuya cara visible son las masivas protestas sociales. Entre las
demandas están la mejora de las políticas públicas, la conformación de una
Asamblea Constituyente para cambiar la Constitución y la renuncia del
presidente Sebastián Piñera.
Sin embargo, además de marchas pacíficas, otros manifestantes han
destruido edificios patrimoniales y la vía pública, saqueado e incendiado el
comercio. También se registran duros enfrentamientos entre la policía y grupos
de manifestantes.
En su mensaje, el Obispo aseguró que “la
ausencia de Dios ha llevado a la destrucción de la familia”, siendo “el primer ataque” “cuando se introdujo la anticoncepción,
continuó cuando se eliminó la distinción entre los hijos nacidos dentro del
matrimonio y fuera de él, luego vino el divorcio, el acuerdo de unión civil y
la ideología de género”.
“Vendrá el mal llamado matrimonio igualitario con
la posibilidad de adoptar niños”, alertó.
“Estamos cosechando lo que hemos sembrado por
decenas de años: “Pues quien viento siembra, cosechará tempestad”. “Sólo si nos
convertimos a Cristo es posible un Chile mejor”, aseguró
Mons. Stegmeier.
El Obispo ahondó en su reflexión y explicó que “los
criterios actuales de ‘felicidad’ dejan completamente de lado el fundamento de
la plena realización del hombre, es decir, Dios. Y no se toma en cuenta que el
único que es capaz de hacernos realmente felices en plenitud es Jesucristo,
quien nos ha liberado de la esclavitud del pecado, la muerte y la eterna
condenación”.
Redacción ACI Prensa
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