Uno
de ellos pide perdón a esas parejas
Dos obispos del
norte de Italia han manifestado su intención de admitir a los sacramentos de la
Eucaristía y la confesión a quienes viven en adulterio tras haberse divorciado
y vuelto a casar por lo civil. Uno de ellos ha llegado a pedir perdón a dichas parejas
por el trato que han recibido hasta ahora de la Iglesia.
(Crux/InfoCatólica) La semana pasada, Mons. Renato
Marangoni, obispo de Belluno-Feltri (norte de Italia) pidió disculpas en una
carta pastoral a las parejas separadas, divorciadas, civilmente casadas o
solteras, titulada: «Una palabra para
compartir con ustedes: ¡Lo siento!»
Refiriéndose a las personas en
familias «que han experimentado situaciones que les
llevaron a la separación o también al divorcio, y más allá de esto, a comenzar
nuevas uniones, para las cuales algunos han optado por volverse a casar
civilmente o a no casarse»,
Mons. Marangoni aseguró que quiere abrir «una
relación en conciencia de respeto y diálogo» con ellas.
El obispo empezó su carta
diciendo que «hay una palabra inicial que quiero compartir: lo siento», y
agregó que «esta palabra contiene nuestra conciencia de
haberos ignorado a menudo en nuestras comunidades parroquiales».
«Tal vez
sufristeis actitudes de juicio y crítica entre nosotros», escribió. «Durante mucho tiempo, declaramos que no podíais ser
admitidos plenamente en los sacramentos de la penitencia y la Eucaristía,
mientras que en muchos de vosotros estaba el deseo de ser apoyados por el don
de los sacramentos y el afecto de la comunidad».
Mons. Marangoni dijo que es en estas situaciones complicadas «cuando la responsabilidad personal
necesita ser apoyada y ayudada,
precisamente en su fragilidad», e invitó a las parejas divorciadas o
separadas a una «reunión amigable y familiar» el
próximo 1 de diciembre.
SUCESOR DE APÓSTATAS
La declaración del obispo
provocó la reacción de grupos católicos en Italia. Entre ellos, Radio Spada, un conocido sitio católico
tradicionalista, que publicó un editorial diciendo que, aunque la carta fue
escrita por un obispo, «no hay un
llamado a abandonar una situación gravemente pecaminosa que pone en riesgo el
destino eterno del alma, ni
menciona valores importantes para los cristianos como la castidad y la santidad
de la familia, ni hace referencia a la unidad e indisolubilidad del
matrimonio».
«Más que una
carta de un sucesor de los Apóstoles, es una carta de un sucesor de los Apóstatas»,
afirmó el editorial del portal.
AMORIS LAETITIA COMO
ARGUMENTO
Por su parte, Mons. Corrado Pizziolo, obispo de Vittorio Veneto, también en
el norte de Italia, ha anunciado la publicación de pautas sobre la
implementación de Amoris Laetitia, permitiendo que los católicos divorciados y
vueltos a casar que no han recibido la nulidad de sus matrimonios reciban los
sacramentos, analizando caso por caso.
En una entrevista publicada en
la edición del 24 de noviembre del periódico diocesano en Vittorio Veneto, L'Azione
Mons. Pizziolo dijo que Amoris Laetitia era una invitación del Papa «no solo a prestar atención, sino también a actuar
operativamente... en la atención, cuidado e integración de las
familias heridas».
En este sentido, insistió en
que las pautas se van a implementar «en obediencia filial a las
indicaciones del Papa».
Hasta la fecha, la Conferencia
Episcopal Italiana no ha emitido un comunicado conjunto de pautas sobre la
aplicación de Amoris Laetitia.
Aunque el documento fue
publicado hace más de tres años, Mons. Pizziolo dijo que a su diócesis le
tomó todo este tiempo redactar
sus propias directrices debido a las «dificultades,
perplejidades y rechazos de algunos grupos eclesiales» con respecto al Capítulo octavo de Amoris Laetitia..
«Amoris Laetitia no tiene
la intención de eliminar ninguna disciplina eclesial o canónica y, por lo
tanto, admitir todas las situaciones posibles de las parejas en todos los actos
eclesiales», dijo el
obispo, añadiendo que Francisco «ha elegido el camino
más pesado y agotador: el de discernimiento caso por caso, siguendo una pauta personal y pastoral».
La novedad de sus directrices
es «proporcionar a ciertas parejas que no viven
plenamente el matrimonio cristiano,
más allá de las oportunidades que ya existían antes, la posibilidad de acceder a la participación en los sacramentos», dijo
Mons. Pizziolo, explicando que su decisión parte de
una «experiencia pastoral concreta por parte de los sacerdotes, pero también de
los laicos que trabajan en el ámbito familiar».
«Muchas parejas
han transmitido durante mucho tiempo su sufrimiento al vivir una comunión difícil con
la comunidad eclesial: una comunión que desean vivir en plenitud y
de la que se sienten separadas, debido a las normas disciplinarias que se
refieren a los divorciados y vueltos a casar», dijo. Y aseguró que muchas de esas paraejas «han
tratado incansablemente de mantener su comunión con la Iglesia, y desean volver a integrarse».
Pizziolo insistió en la pretensión de que el documento del Papa no cambia la doctrina católica
sobre el «un matrimonio fiel e indisoluble,
incluso en situaciones que no corresponden totalmente a la visión cristiana del
matrimonio», sino que busca ayudar a las parejas en dificultades a
acercarse a la Iglesia con la ayuda de los sacramentos.
Refiriéndose a los críticos,
dijo: «Obviamente, hay que evitar la impresión de
que en la Iglesia» todo está cambiando y «que el esfuerzo, y el
cansancio, por permanecer fieles ya no tienen valor».
El veterano vaticanista
Francesco Grana describió la decisión de Marangoni y Pizziolo como «iniciativas importantes que marcan un cambio de
mentalidad, especialmente dentro de la Iglesia italiana» y son una señal
«de que los procesos fuertemente deseados e iniciados por
Bergoglio están comenzando a dar sus frutos».
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