Un sacerdote de la Arquidiócesis de Detroit
(Estados Unidos) enfrenta una demanda presentada por los padres de un
adolescente que se suicidó el año pasado, acusándolo de haber dado un mensaje
“inapropiado” en su homilía.
Los padres de Maison Hullibarger, un joven de 18 años que se suicidó el
4 de diciembre de 2018, dijeron que el P. Don LaCuesta, durante la Misa del
funeral de su hijo, les causó “daños y dolores
irreparables” con su homilía, debido a la continua repetición del
suicidio de su Maison.
El 8 de diciembre de 2018, el P. LaCuesta presidió la Misa del funeral
de Hullibarger en la parroquia Our Lady of Mt. Carmel en Temperance, Michigan.
Los padres de Maison, Jeff y Linda Hullibarger, presentaron la demanda
contra el sacerdote en la última semana de noviembre de 2019, así como contra
la Arquidiócesis de Detroit y la parroquia Our Lady of Mt. Carmel. Ellos exigen
una indemnización de 25 mil dólares por daños.
En la homilía, que la Arquidiócesis publicó en su totalidad, el
sacerdote dijo que el suicidio es un acto contra la voluntad de Dios, pero
enfatizó la misericordia de Dios frente al suicidio.
De acuerdo a la demanda, los Hullibargers se reunieron con el P.
LaCuesta antes de la Misa para discutir el servicio.
La pareja comentó que ellos le dijeron que querían un funeral que sea
una celebración de la vida de su hijo y su amabilidad, y no le dijeron al
sacerdote, ni al público en general, que su hijo se había suicidado.
El padre de Maison, Jeff, comentó que se acercó al púlpito durante la
homilía y pidió al P. LaCuesta que “por favor
parara” de hablar sobre el suicidio, de acuerdo a la demanda, pero el
sacerdote continuó su homilía.
Mons. Robert Dempsey, pastor en Lake Forest (Illinois) y profesor
visitante de Derecho Litúrgico en el Instituto Litúrgico en el Seminario
Mundelein, dijo a CNA – agencia en inglés del Grupo ACI - que determinar el
contenido de la homilía para una Misa fúnebre es responsabilidad exclusiva del
homilista, que siempre debe ser un obispo, sacerdote o diácono.
“Aunque el homilista es el único responsable del
contenido de su homilía, está obligado a seguir las normas litúrgicas", dijo Mons. Dempsey a CNA en un correo electrónico.
El Orden Católico para los Funerales (Order of Christian Funerals), las
normas litúrgicas de la Iglesia sobre funerales, establece que el homilista en
una Misa fúnebre debe estar “atento al dolor de los
presentes”.
“El homilista debe detenerse en el amor compasivo
de Dios y en el misterio pascual del Señor, como se proclama en las lecturas de
las Escrituras. También debe ayudar a los miembros de la asamblea a comprender
que el misterio del amor de Dios y el misterio de la muerte y resurrección
victoriosa de Jesús estuvieron presentes en la vida y la muerte del difunto y
que esos misterios también están activos en sus propias vidas”, se lee en la introducción general a las normas.
“Deben cumplirse las solicitudes razonables de
privacidad y sensibilidad de una familia; las solicitudes que son contrarias a
la creencia de la Iglesia o la disciplina litúrgica no”, dijo Mons. Dempsey, y agregó que “nadie
tiene derecho a escuchar solo aquellos aspectos de la palabra de Dios con los
que están de acuerdo o recibir los sacramentos según su propia preferencia o
comprensión”.
Sin embargo, Mons. Dempsey señaló que la compasión
es importante para un predicador.
“En el caso (de Detroit), un mínimo de sentido
común y compasión humana podría haber evitado una multitud de problemas para
todos los involucrados. Las bodas no son el momento apropiado para predicar
sobre la inmoralidad de la píldora anticonceptiva; los funerales no son una
ocasión adecuada para predicar sobre la inmoralidad objetiva del suicidio o la
incertidumbre sobre la perseverancia final”, dijo
Mons. Dempsey.
Mons. Dempsey enfatizó que las normas de la Iglesia ordenan al sacerdote
que consulte con la familia en la planificación de una Misa fúnebre y “da indicaciones específicas sobre la naturaleza de la
homilía que se predicará”.
“Además, la justicia natural y la caridad pastoral
sugieren que el sacerdote debe respetar los deseos de confidencialidad de la
familia sobre hechos específicos relacionados con la vida y la forma (de)
muerte del difunto. En casos de suicidio, sobredosis, adicción, cuanto menos se
diga, mejor, incluso si la familia no solicita específicamente la
confidencialidad”, dijo Mons. Dempsey.
El presidente de Estudios Pastorales en el Seminario de St. Patrick en
Menlo Park (California), P. Pius Pietrzyk, señaló a CNA que en su visión, la
inmoralidad del suicidio no se predica lo suficiente en las Misas funerarias.
“No es misericordioso decirle a alguien que está
bien suicidarse. Nunca es misericordioso hacer eso. Sin embargo, creo que
indirectamente hacemos eso cuando no predicamos lo suficientemente fuerte, no
aclaramos lo suficiente, la grave inmoralidad del suicidio y la culpabilidad
que se puede asociar con él”.
“Un sacerdote en un funeral no está predicando a
los muertos. Está predicando a los vivos. Y aunque no se debe condenar en un
sermón al alma de la persona que está siendo enterrada, nadie quiere eso, un
sacerdote no debe evadir la inmoralidad del tema en juego”, señaló el P. Pietrzyk
El P. Pietrzyk reconoció que la forma de la muerte del joven era, según
la pareja, poco conocida antes del funeral.
"Si esto no fuera ampliamente conocido en la
comunidad, y la pareja quisiera mantener los detalles de esto menos públicos,
creo que un sacerdote debería respetar eso", dijo.
"Pero si se sabía ampliamente en la comunidad
que se suicidó, creo que el sacerdote tiene la obligación moral de tocar el
tema. Por lo tanto, solo depende de las circunstancias de cuán ampliamente se
sabe", indicó.
La familia de una persona fallecida no tiene derechos civiles o
canónicos estrictos para obligar a un sacerdote a predicar sobre un tema
determinado o no a predicar sobre otros, enfatizó.
"Uno no predica la verdad que la familia da;
uno predica la verdad de la Iglesia", dijo.
El P. Pietrzyk dijo que observa a muchos sacerdotes, e incluso a algunos
obispos, fomentando la sensación de que los laicos tienen derecho a “controlar” la liturgia, especialmente en el contexto de
las bodas y funerales. Pero, dijo, la Misa no pertenece al “pueblo”,
sino a la Iglesia.
“No significa que uno ignore a la familia... uno
debería escucharlos con atención. Pero los deseos de la familia no pueden
reemplazar la mente de la Iglesia con respecto a estos asuntos”, señaló.
La Arquidiócesis de Detroit emitió un comunicado el 17 de diciembre de
2018, donde indican que su “esperanza es siempre
brindar consuelo a situaciones de gran dolor, a través de servicios funerarios
centrados en el amor y el poder sanador de Cristo. Desafortunadamente, eso no
sucedió en este caso. Entendemos que una situación insoportable se hizo aún más
difícil, y lo sentimos”, decía el comunicado.
La Arquidiócesis también anunció que, en el “futuro
previsible”, el P. LaCuesta no predicará en los funerales y hará que
todas las otras homilías sean revisadas por un sacerdote mentor. Además, dijo
la Arquidiócesis, acordó “buscar la asistencia que
necesita para convertirse en un ministro más eficaz en estas situaciones
difíciles”.
El P. Pietrzyk también dijo que, en su opinión, la demanda civil no
debería tener éxito porque “ningún tribunal, ni en
Michigan, ni en el tribunal federal, y ciertamente no en el Tribunal Supremo,
va a sostener este tipo de acción extracontractual, y ciertamente nunca van a
pedir que la Iglesia retire a un sacerdote en particular”.
“La pareja podría tener desacuerdos legítimos con
la homilía y la forma en que se trató el funeral, pero la idea de que esto es
un asunto legal, la idea de que los tribunales deberían involucrarse en esto,
es contrario a todos los precedentes constitucionales de Estados Unidos. No va
a ir a ninguna parte, y tampoco debería”, comentó.
“Incluso si uno simpatiza con la difícil situación
(de la pareja), como uno debería simpatizar con la difícil situación de
cualquier padre que haya perdido un hijo, la cuestión de los derechos civiles y
legales es otra cuestión. Así que creo que uno puede y debe criticar la demanda
civil, incluso si uno tiene mucha pena y simpatía por la pareja”.
Traducido y adaptado por Harumi Suzuki. Publicado
originalmente en CNA.
Redacción ACI Prensa
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