Tengo que aprender a
creer en Él, incluso cuando calla.
Por: Silvia Ordoñez | Fuente: Catholic-link.com
A lo largo de la historia de la humanidad y en muchos relatos de la
Biblia, el hombre ha pasado por duras batallas y largas caminatas por desiertos
aparentemente interminables. Es decir, el sufrimiento y la sensación de pérdida
siempre han estado presentes. En la vida de cada uno de nosotros también se nos
manifiestan, en alguna etapa con mayor intensidad, estas tempestades en
las que sentimos que nos ahogamos o nos perdemos sin escapatoria.
Me gusta este video porque nos hace ver que no somos los únicos que
pasamos por estos momentos difíciles en los que nos sentimos atrapados dentro
de un laberinto sin salida en el que muchas veces nos golpeamos contra las
paredes en intentos fallidos por salir con nuestras propias fuerzas. Pero, la
pregunta es: ¿qué podemos hacer ante esta situación?
1.
ACEPTAR LO QUE NOS ESTÁ SUCEDIENDO
El primer paso para superar estas situaciones complejas por las que
pasamos es aceptarlo y buscar ayuda en Dios y en los demás. Pensemos que muchas
personas (incluyendo la chica del video y yo) hemos pasado por estas
adversidades. Es por eso que Jesús, al hacerse partícipe de nuestra condición
humana, pudo entender mejor nuestros sufrimientos y tuvo que pasar por lo mismo
que nosotros: decepciones, traiciones, blasfemias,
e incluso la muerte en la Cruz.
2.
HABLAR CON DIOS
Es bueno que le expresemos a Dios cómo nos estamos sintiendo, que le
expliquemos que estamos abrumados y no encontramos su presencia. El mismo Jesús
llegó a sentirse de esa manera y en la oración en el Huerto de los Olivos
expresó su miedo diciendo: «¡Padre, si quieres, aparta de
mí este cáliz! Pero que no se haga mi voluntad, sino la tuya» (Lc 22, 42) y cerca de la hora de su muerte
exclamó: «Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has
abandonado?» (Mt 27, 45-46). Pero su arma más poderosa para el combate
de estas tribulaciones fue la oración, así que, siguiendo su ejemplo, oremos
mucho, hablemos con Él y contémosle lo que pensamos y cómo nos sentimos.
3.
ESCUCHAR A DIOS
Así como hablamos con Dios y le pedimos cosas, quizás sea un buen
momento para empezar a preguntarnos: ¿qué es lo que
Él quiere de mí? A veces sentimos que lo único que viene de Dios son silencios y
que no nos ayuda a encontrar respuestas, le rogamos señales y nos quejamos;
pero seguramente somos nosotros quienes, al estar tan enfocados en lo que
queremos, tapamos nuestros oídos ante los pedidos de Dios y la misión que se
nos ha confiado. A través de esa misión, Jesús busca que seamos felices, pero
solamente lo lograremos amando también nuestra Cruz.
4.
VIVIR CON ESPERANZA Y HUMILDAD
Para poder llevar a cabo aquello que Dios nos pide debemos cultivar dos
virtudes principales: la esperanza y la humildad. Se debe ser humildes para
aceptar los pedidos del Señor y no perder la esperanza, que como la define el
Papa Francisco: «Es tener la certeza de que yo
estoy en camino hacia algo que es y no lo que yo quiero que sea». Esa espera
«significa e implica un corazón humilde, pobre». Solo
manteniéndonos en la esperanza y perseverando con humildad, será más fácil
ampliar nuestros horizontes y volver a soñar.
5.
TENER VERDADERA CONFIANZA EN ÉL
Cuando nos sentimos abandonados por todos, sin esperanza de encontrar
algo mejor, es cuando más difícil se nos hace creer y entender qué es lo que Dios
quiere para nosotros o qué espera que hagamos. En este punto, San
Josemaría Escrivá, nos propone vivir un camino que él llama “infancia espiritual”, que implica volvernos con
Dios como un niño de 2 años que se abandona completamente en las manos de sus
padres. Afirma: «siendo niños no tendréis penas:
los niños olvidan en seguida los disgustos para volver a sus juegos ordinarios.
Por eso, con el abandono, no habréis de preocuparos, ya que descansaréis en el
Padre» (Camino, San Josemaría Escrivá, 864).
Si sientes que estás atravesando por un árido desierto o una tormenta
torrencial, recuerda que «a veces Dios permite
desiertos para enseñarnos, para formarnos y hacernos crecer. Y es en esos
desiertos más oscuros dónde terminamos entendiendo más de Él. Dónde terminamos
sintiendo su calma, aún en medio de cualquier tempestad. Búscalo, espera y cree. Él
está».
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