jueves, 24 de octubre de 2019

PAULO SUESS: «EL PAGANISMO NO PUEDE SER APARTADO COMO SI NADA»


Teólogo asesor del secretario del Sínodo
El teólogo alemán Paulo Suess, que participa en el Sínodo Amazónico como colaborador del secretario especial, restó importancia a las denuncias que calificaron de «rito pagano» a la ceremonia realizada en la Basílica de San Pedro el lunes 7 de octubre en presencia del papa Francisco.
(Aci Prensa/InfoCatólica) Para Suess, conocido exponente de la teología india y la teología de la liberación, «definitivamente hay un claro sentimiento contra el Sínodo por parte de ciertos medios».
«Cuando se realizó el rito inicial, con el Papa en la Basílica de San Pedro, nos reunió a nosotros y a los indígenas. Había una canoa y prontamente alguien escribió que esto era un rito pagano», dijo el sacerdote de 81 años, actual asesor teológico del Consejo Indigenista Misionero (CIMI) de Brasil.
«¿Y qué? Incluso si hubiera sido un rito pagano, lo que ocurrió era aún un servicio de adoración. Un rito siempre tiene algo que ver con la adoración y el paganismo no puede ser apartado como si nada», indicó el sacerdote en una entrevista concedida a Vatican News en alemán.
«¿Qué es pagano? En nuestras grandes ciudades no somos menos paganos que en la selva. Eso es algo que tenemos que pensar», agregó.
Las palabras de este teólogo participante en el Sínodo para la Amazonia, contrastan con el siguiente editorial del Semanario Alfa y Omega, de la archidiócesis de Madrid, que niega la condición de pagana de la ceremonia y critica a los que arrojaron al Tíber los ídolos paganos indígenas: 
¿QUÉ PAGANISMO?
Un grupo de vándalos robó y arrojó el lunes al río Tíber las estatuillas amazónicas utilizadas en la inauguración del Sínodo. Representaban a mujeres indígenas embarazadas, lo que, a juicio de una minoría crítica, suponía una intolerable concesión al sincretismo y el paganismo. El episodio simboliza las resistencias que ha generado esta asamblea de obispos convocada por el Papa, y en particular la cuestión de la inculturación. La premisa es que el Evangelio necesita encarnarse en las diferentes culturas, expresarse a través de códigos locales, y el Sínodo –ya a punto de concluir– se ha propuesto explorar nuevos cauces y métodos para la misión en la Amazonía, reto que –a nadie se le escapa– va a impulsar también nuevas formas de presencia de la Iglesia en los cinco continentes. Desacreditar esos cauces culturales como una contaminación pagana significa confundir clamorosamente el contenido y el recipiente, y supone un claro ejemplo de miopía. El correlato lógico es intentar hacer pasar las propias preferencias ideológicas por verdades evangélicas incuestionables, negándole al resto la condición de católico.

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