El Papa Francisco recordó que el Espíritu Santo es
“el protagonista de la misión de la Iglesia”. Así lo indicó durante la
Audiencia General de este miércoles 30 de octubre ante miles de fieles reunidos
en la Plaza de San Pedro.
“El Espíritu Santo es el protagonista de la misión
de la Iglesia: es Él quien guía el camino de los evangelizadores mostrando los
caminos a seguir”, señaló el Santo Padre durante su catequesis en la que
continuó reflexionando sobre el libro de los Hechos de los Apóstoles.
En concreto, el Pontífice reflexionó sobre el pasaje bíblico en el que
San Pablo va a evangelizar a Macedonia, lugar que visitó también el Papa
Francisco en mayo de 2019.
“El pueblo de Macedonia del Norte está muy
orgulloso de haber llamado a Pablo para que anunciara a Jesucristo. Recuerdo
mucho a este hermoso pueblo que me acogió con tanto afecto, que conserven esta
fe que Paolo les predicó”, añadió el Santo Padre.
Sobre el tiempo de San Pablo en Macedonia, el Papa Francisco destacó
tres acontecimientos: “la evangelización y el
bautismo de Lidia y de su familia; el arresto que padece junto a Sila, después
de haber exorcizado a una esclava explotada por sus patrones y la conversión y
el bautismo del carcelero y de su familia”.
En esta línea, el Santo Padre explicó que Lidia era una comerciante “creyente en Dios a quien el Señor abrió el corazón para
adherirse a las palabras de Pablo”.
“Esta apertura del corazón testimonia la eficacia
de la predicación apostólica y es consecuencia del ‘toque’ delicado pero
incisivo del Espíritu quien obra junto y a través del evangelizador. Una vez
que el corazón está abierto, la persona puede dar hospitalidad a Cristo y a los
otros”, destacó el Papa quien dijo que
este hecho es “un testimonio del desembarco del
cristianismo en Europa: el comienzo de un proceso de inculturación que continúa
hasta hoy”.
Después, el Pontífice relató que Pablo y Silas estuvieron en la cárcel “pasaron de la consolación” de la conversión de
Lidia a la “desolación de la cárcel” por
haber liberado en el nombre de Jesús a una esclava que “trajo
muchas ganancias a sus amos” con el oficio de adivinadora.
Por ello, Francisco relató que en Buenos Aires “en
un parque muy grande, había más de 60 mesitas, donde estaban sentados los
‘adivinadores’, las ‘adivinadoras’, que leían la mano, y la gente creía en esas
cosas, y paga”, adviritó.
Sin embargo, durante el tiempo en la cárcel de San Pablo “ocurrió un hecho sorprendente”. Mientras rezaban
ocurrió un terremoto, que sacudió los fundamentos de la prisión, se abrieron
las puertas y cayeron las cadenas de todos. Después ocurrió la conversión y el bautismo
del carcelero y de toda su familia.
“En medio de la noche, él creyó́ en el Señor
Jesús, junto a toda su familia, acogió a los apóstoles en su casa, les lavó
las heridas y recibió el Bautismo. Después, lleno de alegría por haber
creído en Dios preparó la mesa y celebraron una fiesta. En medio de la noche,
para el carcelero y su familia brilló la luz de Cristo, se rompieron las
cadenas del corazón y experimentaron una alegría indescriptible”, señaló el Papa.
De este modo, el Santo Padre improvisó para describir que “así el Espíritu Santo está haciendo la misión, desde el
inicio, desde Pentecostés hasta después. Él es el protagonista de la misión, y
nos lleva hacia adelante. Es necesario ser fiel a la vocación que el Espíritu
nos mueve a hacer, para llevar el Evangelio”.
“Pidamos hoy también nosotros al Espíritu Santo un
corazón abierto, sensible a Dios y acogedor hacia los hermanos, como el de
Lidia, una fe audaz, como la de Pablo y Silas, y también una apertura de
corazón, como la del carcelero que se dejó tocar por el Espíritu Santo”, concluyó.
POR MERCEDES DE LA TORRE | ACI
Prensa
No hay comentarios:
Publicar un comentario