“Cuando uno ama, todo habla de amor, hasta nuestros
trabajos que requieren nuestra total atención pueden ser un testimonio de
nuestro amor”, decía Santa Margarita de Alacoque, a quien se le apareció el
Sagrado Corazón de Jesús.
Santa Margarita María nació en Francia en 1647. A
los cuatro años consagró a Dios su pureza e hizo voto de perpetua castidad.
Cuando tenía ocho años murió su padre, ingresó en la escuela de las Clarisas
pobres, donde se sintió atraída por la vida de las religiosas, y recibió la comunión
a los nueve años, algo poco común para la época.
Dos años después contrajo una dolorosa enfermedad reumática que la
obligó a guardar cama hasta los 15 años y por ello tuvo que regresar a su casa.
Buscó alivio en la Virgen María, a quien le prometió que si le devolvía la
salud, se haría una de sus hijas y de esta manera recobró la salud.
La joven, en cambio, se dejó llevar por la vanidad y las diversiones,
pero la Virgen se le apareció en diversos momentos para reprenderla y animarla
en su camino de santidad.
En casa, Margarita y su madre eran agresivamente controladas por unos
familiares que se habían apoderado de sus bienes. Además, la mamá tenía una
herida dolorosa en el rostro que la joven curaba todos los días. Ante todo
esto, ella siempre buscó consuelo en el Señor.
Poco a poco fue tentada a casarse y Margarita empezó a arreglarse,
considerando que lo de su voto tal vez podía obtener dispensa porque lo hizo
siendo niña. Es así que en una ocasión Jesús le dijo que Él la había motivado a
hacer el voto de castidad y que después la había puesto al cuidado de su
Santísima Madre.
Pero Margarita recién comprendería que estaba perdiendo un tiempo
precioso, del cual se le pediría una cuenta rigurosa a la hora de la muerte,
cuando el Señor se le apareció desfigurado, flagelado, y le dijo: “¿Y bien querrás gozar de este placer? - Yo no gocé jamás
de ninguno, y me entregué a todo género de amarguras por tu amor y por ganar tu
corazón- ¿Querrás ahora disputármelo?”
Más adelante, después de convencer a sus parientes, ingresó al Convento
de la Visitación. Margarita allí se desenvolvió de manera humilde, obediente y
sincera ante los sacrificios de la vida en comunidad y profesó el 6 de
noviembre de 1672.
Estas son las
“tres armas” del Corazón de Jesús para la lucha espiritual http://t.co/RGKsEgt4Wi
—
ACI Prensa (@aciprensa) junio 11, 2015
Con el tiempo recibió revelaciones del Sagrado Corazón de Jesús y sufrió
todos los primeros viernes de mes una reproducción de la misteriosa llaga del
costado.
Por sus visiones y enfermedades, en el convento empezó a recibir
incomprensiones y rechazos, tuvo que pasar por interrogatorios difíciles ante
teólogos y se llegó a decir que sus experiencias místicas podían ser obra del
demonio. Todo esto se detuvo cuando se conoció con el sacerdote jesuita San
Claudio de la Colombiere, quien pudo ver en ella su santidad y habló con la
madre superiora.
Por obediencia escribió lo que Dios le había revelado y contó los
mensajes divinos a su comunidad. Al principio fue humillada, pero después
recibió el aprecio de sus hermanas.
Santa Margarita, lamentablemente, no vería cumplirse en la Iglesia
la institución
del día del Sagrado Corazón de Jesús, tal como se lo había pedido
Jesucristo. El 17 de octubre de 1690, habiendo previamente indicado esta fecha
como el día de su muerte, partió a la Casa del Padre con 43 años de edad y 18
de profesión religiosa.
Entre los monasterios de las Visitandinas se empezó a propagar la
devoción al Corazón de Jesús y en 1765 Clemente XIII introdujo la Fiesta del
Sagrado Corazón en Roma. Para 1856 el Beato Pío IX la extendió a toda la
Iglesia y finalmente, en 1920, Margarita fue proclamada Santa por Benedicto XV.
Redacción ACI
Prensa
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