martes, 24 de septiembre de 2019

USO DE LA BIBLIA EN CATEQUESIS


Así los evangelios que, antes de ser escritos fueron expresión de una enseñanza oral transmitida a las comunidades cristianas, tienen más o menos una estructura catequética.

Fuente: Tiempos de Fe, año 1, No. 6 . Escuela de la Fe
USO DE LA BIBLIA EN CATEQUESIS
El objetivo  de la catequesis es transmitir la doctrina, la enseñanza de Cristo, la VERDAD que Él es, se enseña a Cristo, el verbo encarnado e hijo de Dios y todo lo demás en referencia a Él (Exhortación Apostólica  de su santidad Juan Pablo II, Catechesi Tradendae No.6).

Esta enseñanza de Cristo se lleva a cabo a través del Evangelio que nos indica lo que Jesús hizo y enseñó. Efectivamente, los evangelios indican claramente los momentos en que Jesús enseña. Éste es el testimonio que Jesús da de sí mismo: todos  los días me sentaba en el templo a enseñar y se asombraban de sus enseñanzas, pues enseñaba con quien tiene autoridad. 

Así los evangelios que, antes de ser escritos fueron expresión de una enseñanza oral transmitida a las comunidades cristianas, tienen más o menos una estructura catequética.

Como una primera conclusión que se desprende de lo expresado hasta aquí, es que, siendo el objetivo de  la catequesis hacer madurar la fe inicial  suscitada por el primer anuncio, esto es, por el KERIGMA, y educar al verdadero discípulo por medio de un conocimiento más profundo y sistemático de la persona y del mensaje de Cristo, el conocimiento de la sagrada escritura es absolutamente necesario; de donde se sigue por conocer y saber leer la sagrada Biblia para el catequista y para el catequizando es una  prioridad.

Así, pues, en el periodo de enseñanza y madurez, en el ministerio de Cristo a la luz de la palabra, el cristiano, habiendo aceptado por la fe la persona de Cristo como el solo señor y habiéndole prestado una adhesión  global con la sincera conversión del corazón, se esfuerza para conocer mejor a ese Jesús en cuyas manos se ha puesto; conocer su , el reino de Dios que anuncia, las  exigencias y las promesas contenidas en su mensaje evangélico, los senderos que Él ha trazado a quien quiera seguirle.

Si es verdad que ser cristiano significa decir "Si" a Jesucristo, recordemos que este sí, tiene dos niveles: consiste en entregarse a la PALABRA de Dios y apoyarse en ella, pero significa también, en segunda instancia, esforzarse por conocer cada vez mejor el sentido profundo de la palabra.

El uso frecuente de la Biblia, en catequesis es, por lo tanto, absolutamente necesario. A este fin nos preguntamos: ¿Cuál  es el camino o método  que debe seguir la catequista y el catequizando para leer la sagrada escritura con fruto y seguridad?

Los especialistas en el estudio de la biblia han desarrollado varias técnicas para analizar con la habilidad lo que se dice en cualquier obra literaria, al observar con todo cuidado el significado preciso de las palabras, figuras retóricas e imágenes en cualquier texto, los expertos pueden analizar  el pasaje todo lo que verdaderamente dice.

Los catequistas debe aprovechar todos estos estudios modernos; ellos nos han dado normas más útiles, las cuales se pueden rápidamente captar, si tenemos en cuenta la contestación o estas preguntas:

1.    ¿Qué clase de literatura es la Biblia?
2.    ¿Cuán literalmente  se puede leer la Biblia?    
3.    ¿De qué manera es la Biblia inerrante?

A la pregunta sobre los géneros literarios, se responde que estos géneros son parte de nuestra experiencia; nosotros sabemos cuándo se trata de algo histórico, cuando se trata de algo que no es histórico. Y a este respecto uno de los mayores éxitos de la crítica literaria fue precisamente el descubrir que la Biblia contiene diferentes tipos de literatura.

Para poder llevar a cabo una interpretación acertada de la Biblia tenemos que leer los pasajes bíblicos individuales frente al fondo total de la biblia y en perspectiva. En la regla básica para su interpretación:<< la Biblia interpreta a la Biblia>>.

Por eso es necesario fijarse muy bien en las palabras y también tener en cuenta las circunstancias históricas que rodearon al auto, su mundo, sus intereses y sus objetivos, las fuentes orales y escritas que utilizó y las expresiones que se usaban en su tiempo.

Sobre la inerrancia de la Biblia debe tenerse muy en cuenta la Constitución dogmática del concilio Vaticano II sobre la divina revelación pues es uno de los documentos luminosos a este respecto.

Los  Libros sagrados enseñan solo, fielmente y sin error, la verdad que Dios quiso consignara dichos  libros para la salvación nuestra. 

En otras palabras, las verdades que deben defenderse como inmigrantes se refieren a todo lo necesario para la salvación.

Para completarlo anteriormente expuesto, es muy importante que todos los católicos, especialmente los catequistas, tengan en cuenta los nueve principios para una lectura católica de la biblia según el Vaticano II

La formulación  atinada de estos nueve principios, se debe a Sánchez Caro en Biblia y Palabra de Dios. Son los siguientes:

1. La escritura es toda ella palabra humana y palabra de Dios. No cabe hacer una separación absoluta entre interpretación de la Biblia como libro meramente humano e interpretación de la Biblia como libro Que contiene y es Palabra de Dios. Esta es la pre comprensión básica del exégeta católico.

2. El acceso a la palabra escrita de Dios es la palabra humana de la Biblia. Tomar en serio la naturaleza  humana -divina de la escritura, lleva consigo tomar en serio la humanidad de la escritura. Y esto porque no hay posibilidad ordinaria de acceso a la palabra escrita de Dios, sino es a través del conocimiento de la palabra humana de la Biblia.

3. Principio hermenéutico de la intención del autor. Para conocer lo que Dios quiere decir dice en la sagrada escritura, es necesario conocer tanto los condicionamientos e intención  de su autor o autores humanos, como los de su lenguaje, que no siempre depende de la intención de los autores humanos.

4. Principio de la metodología exegética diacronía  y sincronía. Para interpretar correctamente la escritura, es necesario adoptar todos los métodos e instrumentos de interpretación que se emplean para cualquier obra humana de similares características: conocimiento de los géneros literarios, crítica textual y literaria, métodos de filosofía lingüística, métodos históricos críticos. Es condición indispensable para el uso de estos instrumentos y métodos el librarlos de aquellos principios filosóficos, a veces conectados con ellos, que entran en contradicción con la naturaleza divina de la Sagrada Escritura. 

5. Principio de la lectura desde las ciencias humanas. Para interpretar correctamente la escritura son útiles y utilizables aquellos procedimientos y métodos de interpretación que provienen de la investigación y el estudio en el campo de las ciencias humanas. Deben usarse en las mismas condiciones de los métodos  anteriormente mencionados y, por estar menos experimentados en el campo de la ciencia bíblica, se deben usar con especial circunspección.

6. Principio de la lectura en el espíritu. El espíritu de Dios que dio a conocer Israel la revelación mediante hechos y palabras, bajo cuya acción está se puso por escrito y fue reconocida por escritura inspirada y normativa, es el mismo espíritu que hace posible la Encarnación del verbo de Dios y que Jesús deja a la iglesia para que reconozca en su palabra y en sus obras la plenitud de la revelación de Dios; es también el mismo espíritu bajo y acción se pone todo esto por escrito y se reconoce como revelación definitiva y la iglesia se somete a ellos como normativos y canónicos. En consecuencia, es el mismo espíritu que habita y vive en la  iglesia como palabra interna a  ella, quien también sigue dándole a conocer la palabra externa que es la escritura, haciendo posible su interpretación auténtica, convirtiéndola en palabra eficaz hoy y en cada tiempo. En resumen, no hay espíritu sin  iglesia ni iglesia sin espíritu.

7. Principio de la unidad de toda la Escritura. Hay que leer e interpretar la escritura en el contexto total de la única historia de la salvación, cuyas diversas etapas son animadas por el mismo espíritu que hoy vivifica a la iglesia. Esta lectura INICIA  en el descubrimiento de que todos los textos bíblicos se encuentran  inmersos en una tradición cultural y religiosa con muchos puntos en común, y SE FUNDAMENTA  en el hecho de que es el espíritu Santo El que anima toda la historia de la salvación, que se materializa en la escritura sagrada (inspiración), y el que manifiesta a la iglesia la única economía de salvación cuya plenitud es Cristo y su evangelio (canon).

Esta atención a la unidad del contenido del escritura se lleva acabo con una operación DINÁMICA (no eliminando las diferencias) en las que la única historia de salvación está orientada a Cristo, y como una operación ECLESIAL que se da cuando el intérprete el en la escritura en el contexto de la iglesia, ámbito en que se garantiza hoy la acción del Espíritu Santo.

8. Principio de la tradición viva de la iglesia. Para interpretar correctamente la escritura hay que atender a la tradición viva de la iglesia, manifestación  en ella de la acción del espíritu  que vivifica y actualiza la letra  muerta de la escritura. Esto exige interpretar la escritura en el contexto de la tradición apostólica, teniendo en cuenta el testimonio de los padres de la iglesia, la liturgia, el asentimiento del pueblo de Dios en cuestiones de fe y costumbres, y las orientaciones del magisterio. Pero exige además interceptarse en la tradición viva, abrirse  al espíritu Santo para profundizar la escritura y descubrir su sentido actual.

9. Principio  la analogía de la fe. La interpretación del escritura exige atender a la analogía de la fe, es decir, tener en cuenta la conexión de cada texto con los misterios de la fe que vive y proclama la iglesia. Así, la interpretación está siempre abierta una nueva profundización del significado, pues la tarea de interpretar la palabra de Dios no se agota nunca y cada vez puede descubrirse nuevos aspectos del texto relacionados con el misterio global, los cuales, sin embargo, nunca pueda entrar en contradicción con la  de la Iglesia.

CONCLUSIÓN

De acuerdo  con todo lo expuesto, los evangelizadores, y en especial los catequistas, con sano criterio, deberán recoger todas las enseñanzas de los biblistas y de los teólogos.
Se abstendrá de turbar el espíritu de los niños y de los jóvenes, en esa tapa de su catequesis, con teorías extrañas, problemas fútiles o discusiones estériles muchas veces fustigadas por San Pablo en sus cartas pastorales.

De una cosa debemos estar seguros: la Iglesia confía plenamente en que el mismo espíritu que inspiró a los redactores de la biblia, continúa viéndola y dirigiéndola a  través del tiempo y diversas generaciones. Esta debe ser nuestra oración llena de confianza en el espíritu Santo, alma de la iglesia.

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