A mediados del siglo XVIII los jansenistas,
posteriormente declarados como herejes por la Iglesia católica, empezaron a
divulgar que la devoción a la Santísima Virgen era una superstición. San
Alfonso María de Ligorio, Doctor de la Iglesia, salió en defensa de la Madre de
Dios y publicó su famoso libro “Las Glorias de María”.
En dicha obra, capítulo X, se leen 7 importantes
rasgos del Santo Nombre de María que todo cristiano siempre debe recordar:
1.- NOMBRE SANTO
“El augusto nombre de María, dado a la Madre de
Dios, no fue cosa terrenal, ni inventado por la mente humana o elegido por
decisión humana, como sucede con todos los demás nombres que se imponen. Este
nombre fue elegido por el cielo y se le impuso por divina disposición, como lo
atestiguan San Jerónimo, San Epifanio, San Antonino y otros”.
2.- LLENO DE DULZURA
“El glorioso San Antonio de Padua reconocía en el
nombre de María la misma dulzura que San Bernardo en el nombre de Jesús. ‘El
nombre de Jesús’, decía éste; ‘el nombre de María’, decía aquél, ‘es alegría
para el corazón, miel en los labios y melodía para el oído de sus devotos’… Se
lee en el Cantar de los Cantares que, en la Asunción de María, los ángeles
preguntaron por tres veces: ‘¿Quién es ésta que sube del desierto como
columnita de humo? ¿Quién es ésta que va subiendo cual aurora naciente? ¿Quién
es ésta que sube del desierto rebosando en delicias?’ (Ct 3, 6; 6, 9; 8, 5)”.
“Pregunta Ricardo de San Lorenzo: ‘¿Por qué los
ángeles preguntan tantas veces el nombre de esta Reina?’ Y él mismo responde:
‘Era tan dulce para los ángeles oír pronunciar el nombre de María, que por eso
hacen tantas preguntas’. Pero no quiero hablar de esta dulzura sensible, porque
no se concede a todos de manera ordinaria; quiero hablar de la dulzura
saludable, consuelo, amor, alegría, confianza y fortaleza que da este nombre de
María a los que lo pronuncian con fervor”.
3.- ALEGRA E INSPIRA
AMOR
“Tu nombre, oh Madre de Dios –como dice San
Metodio– está lleno de gracias y de bendiciones divinas. De modo que –como dice
San Buenaventura– no se puede pronunciar tu nombre sin que aporte alguna gracia
al que devotamente lo invoca. Búsquese un corazón empedernido lo más que se
pueda imaginar y del todo desesperado; si éste te nombra, oh benignísima
Virgen, es tal el poder de tu nombre –dice el Idiota– que él ablandará
su dureza, porque eres la que conforta a los pecadores con la esperanza del
perdón y de la gracia”.
4.- DA FORTALEZA
“Los demonios, afirma Tomás de Kempis, temen de tal
manera a la Reina del cielo, que al oír su nombre, huyen de aquel que lo nombra
como de fuego que los abrasara. La misma Virgen reveló a santa Brígida, que no
hay pecador tan frío en el divino amor, que invocando su santo nombre con
propósito de convertirse, no consiga que el demonio se aleje de él al
instante”.
“Y otra vez le declaró que todos los demonios
sienten tal respeto y pavor a su nombre que en cuanto lo oyen pronunciar al
punto sueltan al alma que tenían aprisionada entre sus garras. Y así como se
alejan de los pecadores los ángeles rebeldes al oír invocar el nombre de María,
lo mismo –dijo la Señora a santa Brígida– acuden numerosos los ángeles buenos a
las almas justas que devotamente la invocan”.
5.- PROMESAS DE JESÚS
“Son maravillosas las gracias prometidas por
Jesucristo a los devotos del nombre de María, como lo dio a entender a santa
Brígida hablando con su Madre santísima, revelándole que quien invoque el
nombre de María con confianza y propósito de la enmienda, recibirá estas
gracias especiales: un perfecto dolor de sus pecados, expiarlos cual conviene,
la fortaleza para alcanzar la perfección y al fin la gloria del paraíso.
Porque, añadió el divino Salvador, son para mí tan dulces y queridas tus
palabras, oh María, que no puedo negarte lo que me pides”.
“En suma, llega a decir San Efrén, que el nombre de
María es la llave que abre la puerta del cielo a quien lo invoca con devoción”.
6.- BRINDA CONSUELO
“San Camilo de Lelis, recomendaba muy
encarecidamente a sus religiosos que ayudasen a los moribundos con frecuencia a
invocar los nombres de Jesús y de María como él mismo siempre lo había
practicado; y mucho mejor lo practicó consigo mismo en la hora de la muerte,
como se refiere en su biografía; repetía con tanta dulzura los nombres, tan
amados por él, de Jesús y de María, que inflamaba en amor a todos los que le
escuchaban”.
“Y finalmente, con los ojos fijos en aquellas
adoradas imágenes, con los brazos en cruz, pronunciando por última vez los
dulcísimos nombres de Jesús y de María, expiró el santo con una paz celestial”.
7.- BUENA AVENTURA
“Roguemos pues, mi devoto lector, roguemos a Dios
nos conceda esta gracia, que en la hora de la muerte, la última palabra que
pronunciemos sea el nombre de María, como lo deseaba y pedía San Germán”.
“Concluyamos con esta tierna plegaria de San
Buenaventura: ‘Para gloria de tu nombre, cuando mi alma esté para salir de este
mundo, ven tú misma a mi encuentro, Señora benditísima, y recíbela’. No
desdeñes, oh María –sigamos rezando con el santo– de venir a consolarme con tu
dulce presencia. Sé mi escala y camino del paraíso. Concédele la gracia del
perdón y del descanso eterno. Y termina el Santo diciendo: ‘Oh María, abogada
nuestra, a ti te corresponde defender a tus devotos y tomar a tu cuidado su
causa ante el tribunal de Jesucristo’”.
Redacción ACI
Prensa
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