jueves, 12 de septiembre de 2019

LA DIÓCESIS DE BASILEA APOYA LA LEGALIZACIÓN DE LOS MATRIMONIOS HOMOSEXUALES


Por el bien de los hijos de esas parejas
La diócesis de Basilea, Suiza, a través de su director de comunicación, ha manifestado su apoyo a los esfuerzos políticos para legalizar los llamados matrimonios del mismo sexo en el país, poniendo como excusa el bien de los niños criados por parejas homosexuales.
(Church Militant/InfoCatólica) Hansruedi Huber, director de comunicación de la diócesis de Basilea, expresó recientemente la bienvenida de la diócesis a las propuestas legales que legalizarían el matrimonio entre personas del mismo sexo.
«Damos la bienvenida a las regulaciones propuestas que otorgan a las uniones homosexuales una cobertura legal estable y confiable. Es importante para nosotros que los niños que crecen junto a parejas del mismo sexo reciban un marco legal que sirva al interés superior del niño».
Además distinguió entre posibles ceremonias de bendición en la Iglesia de esas uniones y el sacramento del matrimonio: Huber adelantó la voluntad de que la diócesis bendiga tales uniones basándose en una distinción entre una boda y una bendición: «Deben diferir en contenido y forma de la boda de la iglesia». No dio más detalles sobre los detalles de esa diferencia.
La tesis de Huber no es nueva. En una entrevista concedida a Argauer Zeitung en mayo del 2017, el obispo de Basilea, Mons. Félix Gmür, dijo que aunque la Iglesia considera el matrimonio como la unión entre hombre y mujer, no hay que cerrar la posibilidad de bendecir a una pareja homosexual:
LA IGLESIA PUEDE BENDECIR A DOS PERSONAS HOMOSEXUALES PERO NO SU UNIÓN. LA GENTE DE LA CALLE NO ENTIENDE ESO
El punto de referencia de la unión, según la tradición bíblica y eclesiástica, es el matrimonio entre un hombre y una mujer. Su conexión se basa en la imagen del pacto de Dios con su pueblo, de Cristo con su Iglesia. Dado que la unión entre personas del mismo sexo no es un matrimonio y, por lo tanto, no es un sacramento, uno no bendice el vínculo, sino las personas del mismo sexo en su camino común juntos. Sin embargo, es importante preguntar qué quieren.
¿Y QUÉ CONSIDERA USTED APROPIADO?
¿Quiere una pareja el acompañamiento de Dios? Esto está bien. ¿Quiere una especie de boda? Eso no servirá. No debería ser un pseudo matrimonio, eso no sería honesto. En la celebración de la Iglesia, una de las cosas que deberíamos recordar es la reminiscencia de un matrimonio: el intercambio de anillos, la palabra sí, la promesa eterna de fidelidad.
LO QUE EL MAGISTERIO ENSEÑABA EN EL AÑO 2003
La Iglesia enseña que el respeto hacia las personas homosexuales no puede en modo alguno llevar a la aprobación del comportamiento homosexual ni a la legalización de las uniones homosexuales. El bien común exige que las leyes reconozcan, favorezcan y protejan la unión matrimonial como base de la familia, célula primaria de la sociedad. Reconocer legalmente las uniones homosexuales o equipararlas al matrimonio, significaría no solamente aprobar un comportamiento desviado y convertirlo en un modelo para la sociedad actual, sino también ofuscar valores fundamentales que pertenecen al patrimonio común de la humanidad. La Iglesia no puede dejar de defender tales valores, para el bien de los hombres y de toda la sociedad.

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