Por: Sofia Aguilar | Fuente: Catholic.net
Resulta más sencillo comenzar a hablar de apostolado desde un punto de
vista catequético, mencionar que el origen griego de la palabra apostolado,
apostoloi, significa enviado. Es importante entender el origen epistemológico
de las palabras para poder profundizar ciertos conceptos. Lo más relevante es
remitirnos a la palabra, "Como el Padre me
envió, también yo os envío" (Juan 20, 21).
En ocasiones damos por hecho el uso de ciertas palabras en el argot
cristiano, pero no siempre estas palabras resultan conocidas o entendidas por
todos. Evidentemente, apostolado viene de la palabra
apóstol, y todos sabemos de los primeros doce apóstoles, aquellos que se
convirtieron en pescadores de hombres, que decidieron tomar su cruz y seguir a
Cristo, quienes dejaron todo
atrás para caminar junto a un hombre que no entendían, pero confiaban en sus
enseñanzas y preceptos, aunque no siempre ¿no?
Precisamente de eso se trata cuando hablamos de
hacer apostolado, significa dejar todo por Cristo, significa ir a pescar
hombres, a ser misioneros, a evangelizar a extender a el reino de Dios por
todos los rincones del mundo.
Sería imposible que todos los católicos tuviéramos que ir por todo el
mundo compartiendo la palabra de Dios, es por ello, que tanto los religiosos
como laicos tienen misiones distintas. Estas misiones dependen de los dones que
han recibido por parte de Dios, algunos pueden tener el don de ciencia más
desarrollados que otros, o el de sabiduría y, por lo tanto, el apostolado será
distinto y peculiar para cada uno. Lo que todos compartimos es la “propagación del reino de Cristo por toda la tierra” (CIC,
863). Eso es lo que nos une como iglesia, como miembros del cuerpo místico, que
es Dios.
Existen distintos tipos de apostolado, diversos como los carismas y órdenes
en la iglesia, compuestos por laicos y dirigidos por sacerdotes, pero la
particularidad es que se fundan con un propósito en particular, derivado de una
necesidad de la comunidad.
En mi caso, me gustaría compartirles un poco sobre
mi experiencia en un apostolado juvenil, el cual se encarga de organizar
retiros para jóvenes que ya han tenido un primer encuentro con Dios, con el
propósito de profundizar en su fe y formarse para poder tener una relación
íntima y consiente con el Señor. Llevo apenas un año en este apostolado, pero
es impresionante ver la manera en que Dios se hace presente y toca la vida de
todos nosotros, es decir, es obvio que en cada retiro Dios se manifiesta
intensamente en cada participante, pero también en ocasiones se nos olvida a
los organizadores que Dios también toca nuestros corazones de una manera
profunda.
Es fundamental para cualquier tipo de apostolado que sus miembros
anhelen profundizar en su relación con Dios a través de la doctrina y la
oración. ¿Cómo podemos a través de nuestros testimonios de
vida tocar el corazón de otros jóvenes, si nosotros mismos no procuramos estar
cerca de nuestro Señor?
La vida de un apóstol no se mide en ese fin de semana que se da el
retiro, o en las reuniones de trabajo, o en los domingos en misa.
El apóstol se reconoce por los frutos de su actuar,
de esfuerzo diario por ser congruente, de llevar la palabra de Dios a un amigo
necesitado, de brindar una mano al necesitado, de obedecer a tus padres, de
marcar la diferencia en tu lugar de trabajo, en buscar primero servir que ser servido.
El apóstol, debe convertirse en un ser espiritual capaz de dejar que
Dios transforme su vida y con ello, lograr impactar a los demás, para que
decidan seguir a Cristo y así poco a poco, ir propagando el reino de Dios. Eso
es lo más valioso que he aprendido estando en un apostolado, estar consciente
de la gran responsabilidad que tenemos, de ser representantes de Cristo, sus
apóstoles, sus soldados, sus manos aquí en la tierra capaces de cumplir con su
voluntad. Pero ¿cómo saber si estamos cumpliendo su
voluntad y no la nuestra? A través de sus enseñanzas, de su palabra, de
la doctrina, del catecismo, acompañado de mucha oración.
Esas son tus funciones como apóstol, por lo tanto, hoy los invito
hacer apóstoles, a convertirse en verdaderos pescadores de hombres en todos los
lugares a los que vayan.
Si pueden investigar en su parroquia si existen apostolados, no lo
duden, acérquense y sumen esfuerzos para seguir construyendo como una sola
iglesia el reino de Dios en la Tierra.
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Iglesia Católica. (2012). El apostolado. En 2ª ed., Catecismo de la Iglesia Católica (1262). Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.
Iglesia Católica. (2012). El apostolado. En 2ª ed., Catecismo de la Iglesia Católica (1262). Ciudad del Vaticano: Libreria Editrice Vaticana.
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