Es una nueva
enfermedad muy difundida. Un brote que llegó a convertirse en epidemia, una
patología que no salió en los medios de comunicación ni en revistas
eclesiásticas: el incienso estorbaba en la liturgia y se fue reduciendo su uso hasta
hacerlo casi desaparecer en muchas parroquias. No provocaba síntomas cutáneos ni se requerían mascarillas
porque dificultara la respiración de los fieles y hubiera falta de ventilación
en los templos católicos.
La sintomatología era
otra: molestaba en el alma. Creaba repulsión
desde el momento en que se iba secularizando todo y la liturgia también.
Generaba irritación a aquellos que concebían la liturgia en términos humanos,
muy humanos, de “fiesta”, “comida”, “encuentro de
hermanos”, etc., y toda esa cantinela. La sacralidad de
la liturgia se la borraba de un plumazo. Y es que un incensario humeante en la
iglesia es creador de un clima sagrado,
ofreciendo a Dios todo honor y gloria.
¿No parece hora ya de superar esa secularización de la liturgia? ¿No
es momento, por fin, de recuperar lo que crea devoción y sentido de lo sagrado
en aquello que es sagrado por naturaleza, como lo es la liturgia? Pues
un paso sencillo es recuperar el incienso.
El incienso debería ser usado, con normalidad, en las solemnidades del año litúrgico
y en las fiestas del titular (de
la parroquia o del convento); pero, creo yo, se debería
extender su uso a más domingos del año, comenzando por los domingos de la Santa Pascua hasta
Pentecostés, en la Misa mayor de la parroquia (con canto y órgano) y/o en la
Misa conventual. Se enriquecería sobremanera la vivencia espiritual de la
liturgia siendo conscientes de que la liturgia glorifica a Dios y ése es su
fin, junto al de la santificación de las almas.
¿Qué dice el
Misal sobre el incienso?
IGMR 276. La
turificación o incensación expresa reverencia y oración, tal como se indica en
la Sagrada Escritura (cfr. Sal 140, 2; Ap 8, 3).
El incienso
puede usarse a voluntad en cualquier forma de Misa:
a) durante la procesión de entrada;
b) al inicio de la Misa para incensar la cruz y el altar;
c) para la procesión y proclamación del Evangelio;
d) después de ser colocados el pan y el vino sobre el altar, para incensar las
ofrendas, la cruz y el altar, así como al sacerdote y al pueblo;
e) en la elevación de la Hostia y del cáliz después de la consagración.
Y a continuación, explica cómo incensar, los distintos movimientos del incensario:
277.
El sacerdote, cuando pone incienso en el turíbulo, lo bendice con el signo de
cruz sin decir nada.
Antes y después de la
incensación se hace inclinación profunda a la persona o al objeto que se
inciensa, exceptuados el altar y las ofrendas para el sacrificio de la Misa.
Con tres movimientos del
turíbulo se inciensan el Santísimo Sacramento, las reliquias de la santa Cruz y
las imágenes del Señor expuestas para pública veneración, las ofrendas para el
sacrificio de la Misa, la cruz del altar, el Evangeliario, el cirio pascual, el
sacerdote y el pueblo.
Con dos movimientos del
turíbulo se inciensan las reliquias y las imágenes de los Santos expuestas para
pública veneración, y únicamente al inicio de la celebración, después de la
incensación del altar.
El altar se
inciensa con un único movimiento, de esta manera:
a) Si el altar está separado de la pared, el sacerdote lo inciensa
circundándolo.
b) Pero si el altar no está separado de la pared, el sacerdote, al ir pasando,
inciensa primero la parte derecha y luego la parte izquierda.
La cruz, sí está sobre
el altar o cerca de él, se turifica antes de la incensación del altar, de lo
contrario cuando el sacerdote pasa ante ella.
El sacerdote inciensa
las ofrendas con tres movimientos del turíbulo, antes de la incensación de la
cruz y del altar, o trazando con el incensario el signo de la cruz sobre las
ofrendas.
Es una enseñanza clara: ¡lástima que a veces se inciense sin la inclinación
previa ni posterior, o se altere el orden de la incensación a la cruz y al
altar, o se inciense la imagen que preside en el ofertorio! Hay que releer estas normas y conocerlas
bien.
¿Hay más entonces? Leamos también lo que prescribe el
Caeremoniale episcoporum:
84. El rito de la incesnación
expresa reverencia y oración, como se indica en el salmo 140,2 y en el
Apocalipsis 8, 3.
85. La materia que se pone en el
incensario debe ser solo incienso puro de suave olor y, si se le añade algo,
cuídese que la cantidad de incienso sea mucho mayor.
86. En la misa estacional del
obispo se utiliza el incienso [y es una referencia para la misa presidida
también por un sacerdote, como vimos en la IGMR]:
a)
Durante la procesión de entrada;
b)
Al comienzo de la misa para incensar el altar;
c)
En la procesión y proclamación del Evangelio;
d)
En el ofertorio, para incensar los dones, el altar, la cruz, al obispo, a los
concelebrantes y al pueblo [obsérvese que no se inciensa imagen alguna];
e)
En la elevación de la hostia y del cáliz, tras la consagración.
En las demás misas puede
utilizarse el incienso, si se considera oportuno.
¿CÓMO SE PONE EL INCIENSO EN EL TURÍBULO O
INCENSARIO?
90. El obispo se sienta para
poner incienso en el incensario cuando está en la cátedra o en otra sede; si
no, lo pone estando en pide, de la naveta que el diácono le ofrece, y lo
bendice con la señal de la cruz, sin decir nada.
Después el diácono recibe el
incensario del acólito y lo entrega al obispo.
Y ahora las normas de la
incensación, que debemos conocer y los ministros deben respetar y cumplir.
91. Antes y después de la
incensación se hace una reverencia profunda a la persona u objeto que se
inciensa, a excepción del altar y de las ofrendas para el sacrificio de la
misa.
92. Según la tradición propia de
las diócesis de España, se inciensan con tres movimientos dobles de
incensario el Santísimo Sacramento, las reliquias de la santa cruz y las
imágenes del Señor expuestas solemnemente, las ofrendas, la cruz del altar, el
Evangeliario, el cirio pascual, al obispo o al presbítero celebrante, a la
autoridad civil que por su oficio asista a la celebración sagrada, al coro, al
pueblo y al cuerpo del difunto.
Con dos movimientos dobles se inciensan las reliquias y las imágenes de
los santos expuestas a la pública veneración.
93. El altar se inciensa con
movimientos sencillos de incensario, de este modo:
a) si el altar está separado de la pared, el obispo
lo inciensa rodeándolo;
b) si el altar no está separado de la pared, el obispo, yendo desde un lado
hasta el otro, incienso primero la parte derecha del altar y luego la izquierda.
Si la cruz está situada sobre el altar o junto a él, se inciensa antes que el
altar; en caso contrario, el obispo la inciensa cuando pase ante ella.
Las ofrendas se inciensan antes que el altar y la cruz.
94. El Santísimo Sacramento se
inciensa estando el obispo arrodillado [y lógicamente, todos estarán de
rodillas, clero y fieles].
95. Las reliquias y las imágenes
sagradas expuestas a la pública veneración se inciensan después del altar; en
la misa, únicamente al comienzo de la celebración [por tanto, en el ofertorio
no se inciensa imagen alguna].
Repasando todo esto, o divulgándolo en este artículo, ojalá disminuya la
alergia al incienso y por el contrario se aumente y se frecuente su uso en la
liturgia. Será un signo de sacralidad, una alabanza hecha perfume y homenaje a
gloria de Dios. ¿Acaso no es esto la liturgia?
Javier Sánchez
Martínez
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