San Pío de Pietrelcina, el sacerdote de los
estigmas, tenía una relación muy cercana con su ángel de la
guarda.
Aquí 5 hechos que, según la tradición, tal vez no
sabías del Padre Pío y su ángel guardián.
1. CREÍA QUE TODOS PODÍAN
VERLO
La Obra de los
Santos Ángeles –asociación católica que propaga esta devoción y
cuyos estatutos han sido aprobados por la Santa Sede– indica que desde pequeño,
el P. Pío comenzó a tener visiones de su ángel guardián, Jesús y María. Su
madre llegó a decir que él pensaba que todo el mundo podía verlo.
2. JUNTOS CONTRA EL
DEMONIO
En ocasiones, el demonio manchaba con borrones las cartas que le
llegaban de su confesor y siguiendo el consejo de su ángel custodio, el santo
rociaba con agua bendita las misivas antes de abrirlas y así podía leerlas.
“El compañero de mi infancia intenta suavizar los
dolores que me causan aquellos impuros apóstatas acunando mi espíritu como
signo de esperanza” (Carta. I,321), destacaba el
santo sacerdote.
No obstante, cierta vez el Padre Pío estaba siendo golpeado por el
diablo y llamó varias veces en voz alta a su ángel de la guarda, pero fue
inútil. Más adelante, cuando el ángel se apareció a consolarlo, el Padre Pío
enojado le preguntó por qué no había acudido en su ayuda.
El ángel le contestó: “Jesús permite estos
asaltos del diablo porque su compasión te hace agradable a Él y Él quisiera que
te le asemejaras en el desierto, en el jardín y en la cruz” (Carta I,
113).
3. TRADUCÍA LAS CARTAS
Si recibía alguna carta escrita en francés, el ángel custodio fungía de
traductor. Una vez el Padre Pío escribió: “si la
misión de nuestro Ángel Custodio es importante, la del mío es ciertamente más
amplia, porque debe hacer también de maestro en la traducción de otras lenguas”
(Carta I, 304).
4. LO DESPERTABA Y
REZABA CON ÉL
El santo fraile capuchino escribió: “Por la
noche, al cerrárseme los ojos, veo bajarse el velo y abrirse delante el
paraíso; y, confortado con esta visión, duermo con una sonrisa de dulce
felicidad en los labios y con una gran tranquilidad en la frente, en espera de
que mi pequeño compañero de mi infancia venga a despertarme y, de esta forma,
elevar juntos las laudes matutinas al amado de nuestros corazones” (Carta
I, 308).
5. HABLABA CON OTROS ÁNGELES
DE LA GUARDA
“Si me necesitas –solía
decir el santo a sus hijos espirituales–, mándame
tu ángel custodio”.
Cierto día el fraile capuchino Alessio Parente se acercó al Padre Pío
con algunas cartas en la mano para hacerle unas consultas, pero este no pudo
atenderlo.
Más adelante, el sacerdote de los estigmas lo llamó y le dijo: “¿No has visto todos aquellos ángeles que estuvieron aquí
alrededor de mí? Fueron los Ángeles de la Guarda de mis hijos espirituales que
vinieron a traerme sus mensajes. Tuve que darles las respuestas rápidamente”.
El Padre Pío de Pietrelcina siempre reconoció y agradeció la función de “mensajero” del Ángel de la guarda y por ello
recomendaba su devoción.
Redacción ACI Prensa
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