lunes, 5 de agosto de 2019

UN NUEVO AMANECER, UNA NUEVA GLORIOSA EDAD MEDIA (PERO CON TECNOLOGÍA)


Ya lo he dicho muchas veces que la Santa Iglesia Católica en los países cristianos se está desmoronando. [Vaya, qué sorpresa, padre Fortea. Qué idea tan novedosa en este blog.] Pero es que el orden natural entre las naciones también va acumulando más y más tensiones. Como si todo esto estuviera abocado a resolverse en una épica tormenta, tan destructiva que, después de ella, tendremos, a la fuerza, que sentarnos todos, en torno a una mesa, y decidir cómo reestructuramos el mundo.

Hace poco supe de la existencia de una novela de monseñor Hugh Benson titulada The dawn of all. ¿Seremos nosotros la generación que verá el reinado del cristianismo sobre la Tierra? Ha habido muchas personas a lo largo de la Historia convencidas de que había llegado el momento, y se equivocaron.

Sea de ello lo que fuere, ¿cuál será la organización social de cada país y la organización internacional de esa era cuando llegue, sea cuando sea eso?

Desde luego habrá libre mercado, habrá libertad económica. Pero, de algún modo, el gobierno de los mejores, el Poder de una verdadera meritocracia, impondrá paternalmente criterios, consejos, leyes, restricciones. Nunca más la economía se planteará como una lucha, como una locomotora que se lanza hacia delante sin frenos, pasando por encima de lo que sea.

La mentalidad de lucha deberá ser sustituida por la mentalidad de colaboración, por la mentalidad de ejercer una función en una familia que es la comunidad. Por supuesto que, para nada, estoy pensando en una planificación ni social ni económica como la del marxismo. Pero, en una sociedad, movida por el altruismo y no por el egoísmo, será posible organizar las cosas respetando la libertad y el bien común. Muchas sociedades, a lo largo de los siglos, han vivido el trabajo de esa manera. Y, especialmente, la Cristiandad sí que tuvo una tendencia a vivir el progreso como una tarea común, no como una meta nacionalista. Por supuesto que también en la Edad Media hubo enfrentamientos terribles. Pero eran enfrentamientos en nombre de la corona y para bien de la corona. El odio al de otra nación todavía no había impregnado las mentes.

La Cristiandad dista mucho, muchísimo de ser una época perfecta. No tengo ninguna visión idealizada de esos siglos. Ahora bien, la consecución de una versión mejorada de aquella comunidad de pueblos, basada en la Ley de Dios, en el bien del ser humano, será tarea de esa época postapocalíptica. No es nuestra tarea ahora, ahora no podemos hacer nada. Pero otros, otros que viven entre nosotros, sí que se pondrán manos a la obra en la labor de reconstruir un mundo en ruinas.

P. FORTEA

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