El sacerdote
mexicano Hugo Valdemar, que fue portavoz de la Arquidiócesis de México,
tiene una columna en el diario ContraRéplica, llamada “Entre el
cielo y la tierra”. En su última colaboración –que también puede verse en vídeo–,
titulada “Con el diablo no se juega”, explica la postura de la fe
católica ante el ocultismo y la peligrosidad de sus prácticas, tanto en el
ámbito natural como sobrenatural.
Por su interés,
reproducimos el artículo a continuación.
Los pasados 17 y 18 de agosto
se llevó a cabo en el centro de la Ciudad de México el Aquelarre Fest CDMX, un
evento, según rezaba su publicidad, dedicado a la magia ancestral y al rescate de la imagen e historia de las
míticas brujas.
En dicho festival, decía la
promoción, te podrás sentir como toda una hechicera, pues contará con pócimas y
conjuros para que cambies tu destino. Igualmente, encontrarás todo lo necesario
para sacar la magia que llevas
dentro.
Además de conocer brujas
famosas gracias a una galería que se montará y descubrir más sobre hechiceras que realmente existieron en pláticas y
conferencias.
A cualquier persona, un
festival de este tipo, le puede parecer que se trata de una tontería o de un
juego inocente, pocos se dan cuenta de lo peligroso que es promover
la asistencia a un evento que, disfrazado de diversión familiar o
curiosidad, puede tener consecuencias inimaginables sobre las personas,
su vida y salud.
Los abuelos decían que con las cosas de Dios no se juega, pero con las
del demonio tampoco. Satanás no es un mito inventado por la Iglesia para
espantar a los incautos, el Maligno es una criatura
espiritual cuya existencia e influencia es una verdad de fe que no está a
discusión, ni su acción malvada,
pervertida, pervertidora y destructiva.
Aunque una persona no entre de
manera deliberada en relación con Satanás a través de un pacto, invocación u
adoración, basta que le abra, consciente o inconscientemente, vedada o
explícitamente ciertas puertas para que entre en la vida de
las personas y las destruya.
Prácticas como la magia, la adivinación, el espiritismo, los videntes, la hechicería,
los horóscopos, los amuletos, los cuarzos y cristales, la santería, la Santa
Muerte, el halloween, el yoga, el reiki, la meditación trascendental, la
metafísica, la cienciología, el hinduismo, el budismo, las limpias, los
chamanes, las danzas prehispánicas y ancestrales, el ecologismo, los ritos paganos
ancestrales y muchas cosas
más aquí no enumeradas, son, todos, medios y ventanas para la entrada de
Satanás y su obra destructora en la vida de las personas, la infestación de sus
hogares, la exposición de sus almas a la condenación eterna.
No
son actividades inocentes, son verdaderos embustes del demonio, como confesor de la Catedral
de México me he quedado pasmado de ver las terribles consecuencias en las
personas que entran en estos inocentes juegos: desequilibrios mentales,
psicológicos y espirituales, enfermedades inexplicables, insomnio y fatiga
crónicos, ansiedad y depresión aguda, desesperación, deseos suicidas, aversión
y odio irracional a lo sagrado, grados de inmoralidad insospechados, obsesiones
sexuales, odios encarnizados, venganza, y hasta crímenes.
Un
simple festival de brujas se puede convertir en la ruina de tu vida y en la
perdición de tu alma, si eres un católico no caigas en el engaño y si has caído recurre al
sacramento de la confesión y abjura de Satanás y sus obras antes que sea demasiado
tarde.
Secretaría RIES
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